Dioses de la penumbra

Mors

Toda la noche escalamos Etnom -las noches aquí son mucho más largas-, pero cuando el sol carmesí comenzaba a remontar nos hallábamos en la cima. Volteé en dirección a la ciudad de Eversor y no pude evitar sentir que estábamos cometiendo un error garrafal porque no teníamos ninguna certidumbre sobre la recepción que nos darían en Mors. Gehenna parece que sentía excitación de alguna clase en lugar de mostrar miedo; esa faceta de ella siempre me intrigaba: su resistencia para soportar los acontecimientos más sangrientos. Aun recuerdo cuando el líder de Szandor asesino a sangre fría a uno de sus allegados solo porque este no rio de una de sus insulsas bromas habituales. La actitud de Gehenna en aquella ocasión fue de absoluta indiferencia; incluso se dio el lujo de bostezar cuando todavía la sangre del adepto de Szandor estaba caliente.

-Allá están las murallas de Mors – Dijo Gehenna entretanto todos la veíamos con vacilación- Es urgente que descendamos por la ladera y veamos si estos otros Dioses pueden ayudarnos para volver a casa.

Conforme descendíamos de Etnom mi corazón latía mas apresurado, tanto por el cansancio como por la tensión de no saber cómo eran estos otros seres; aunque para estas alturas de nuestra angustia estábamos convencidos que no eran Dioses, solo una pandilla de forajidos estelares.

La radiación del sol rojo es tan fuerte que hace parecer a este lugar como un inmenso desierto. No sé si caminamos muchas horas solo sé que cuando menos los esperábamos nos hallábamos de pie a poca distancia de la fortaleza de Mors. Todos nos ocultamos detrás de una gran roca de tipo metamórfico donde también pudimos escondernos de los rayos fulminantes del sol carmesí, así como de las miradas furtivas de los moradores de la ciudad.

Repentinamente un pequeño sonido proveniente de las murallas nos alertó. Indique a Gehenna que me asomaría para tratar de ver que era exactamente ese ruido que sonó muy similar a cuando se abre una pesada puerta. Lo que vi enseguida me impacto: seres no más altos que nosotros salían de la ciudad organizados en hordas. Cuando Gehenna y los demás vieron mi semblante instantáneamente concluyeron que habíamos sido descubiertos. Súbitamente note que uno de los que salían de Mors apuntaba hacia donde nos escondíamos. Con un ademán señale a Gehenna que habíamos sido descubiertos; ella solo me miro y ordeno a Noah que saliera de detrás de la roca para observar que podría acontecer. Cuando Arthur y Carol desafiaron a Gehenna para darle a saber que no lo permitirían ella simplemente acuchillo a Arthur en el brazo. Ahora los gritos de dolor de Arthur a la par de los chillidos de Carol solo empeoraron la situación con la consecuencia de que se escuchaban pies corriendo hacia nosotros.

En cuestión de segundos el ambiente se lleno de alaridos de los habitantes de Mors y más por impulso que por razonamiento, Gehenna se levanto y mostro su rostro ante los otros Dioses. Teorice que probablemente seriamos asesinados en breve de maneras sangrientas y violentas, y que nada podríamos hacer para cambiar nuestro inminente destino.        

 




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