Jápeto hijo de Gea madre tierra y Urano el cielo estrellado. Titán de la vida útil, su descendencia tendrá el don de dar vida a la humanidad.
Jápeto era un joven alto, fornido, de cabello y ojos grises, tez bronceada, por lo que gustaba pasar horas en la playa, disfrutando del amanecer, le encantaba ver a las Oceánides y Oceánidas realizar sus trabajos en el mar, algunos en los ríos, lagos, lagunas y riachuelos y luego vagaba por todo el mundo creando vida, ayudaba a su madre a crear vegetación, millones de árboles, plantas y animales.
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Un día de tantos, luego de su espectáculo favorito tomo dirección indefinida, llegando a un claro en algún lugar del bosque, donde a lo lejos se escuchó un arroyo correr y la melodiosa voz de una chica, se fue acercando tranquilamente, el sonido del arroyo y de la voz se fue haciendo más fuerte y clara. Cuando al fin llegó vio a una joven hermosa, con cabello platino, tez morena, labios carnosos y rojos, y ojos azul turquesa, esos ojos nunca se perderían era una característica que identificaba a todos los hijos e hijas de Océano y Tetis, se quedó un momento admirando su belleza e hipnotizado por su voz, hasta que ella levantó la vista y se topó con unos ojos grises, abiertos de asombro y admiración, asustada de un salto desapareció en el arroyo.
La joven fue río abajo hasta llegar a la desembocadura del río y comenzó a gritar...
—¡Madre! ¡Madre! —la joven del arroyo comienzo a llamar asustada y desesperada.
—¿Qué sucede Asía? —Dijo Tetis extrañada de la reacción de su hija.
—Madre... He... Visto... A... Alguien —dijo Asia entrecortada por haber nadado tanto y tan rápido.
—Hija, la tierra poco a poco se va poblando, es normal que mires a más seres por ahí —dijo con tono de voz graciosa.
—No... Mamá, este era parecido a ti. —exclamó.
—¿A mí? ¿Puedes explicarlo? —la miró extrañada.
—Madre, tenía tu resplandor, físicamente no se parecía, pero solo los Titanes poseen ese resplandor —dijo rápido, apenas entendible.
—¿Un titán dices?, ¿así como tu padre? —dijo Tetis pensativa.
—¡Sí, igual! —Dijo afirmando enérgicamente con la cabeza.
—Mi niña tengo que irme, necesito hablar con mi madre —dijo Tetis algo apurada.
Asia no era tonta, sabía que su madre algo escondía, pero no insistió, cuando fuera el momento se lo diría, ¿O? "Puedo seguirla", considero, y fue lo que hizo, fue tras su madre.
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En el cielo inmenso y azul, lejos de todos, Gea estaba preocupada su esposo últimamente se encontraba irritado y su conducta era muy extraña, lo comenzó a notar a medida que sus hijos e hijas nacían, y le pedía que los apartara de su vista, ella no encontraba una razón para su comportamiento. Mientras le daba vueltas al asunto, observo a Tetis subiendo y se extrañó, no era muy común que los Titanes subieran a su morada.
—¡Gea! ¡Gea! ¡Madre! —llamo Tetis apurada.
—¿Qué sucede Tetis? ¿Por qué tan agitada? —pregunta Gea.
—Madre una de mis hijas se topó con un Titán —dijo rápido.
—¡Oh! —Dijo sorprendida —Es...
—¿Madre has dejado salir a los demás titanes? —Pregunto Tetis asombrada, por el hecho de que Gea expusiera a los demás a la vista de Urano y sobre todo que no la hayan mencionado antes.
—Si —dijo cambiando su semblante a uno un poco más serio— Es Jápeto es el titán creador de vida, él se ha encargado de crear más animales, plantas, árboles y demás seres vivientes, además de los que ya se habían creado —dijo Gea seriamente.
—¿Madre que pasa si nuestro padre lo ve? —dijo suspicaz.
—Él ya cumplió la edad para salir, y lo necesito para crear vida, yo sola no puedo.
Gea seguía seria, le preocupaba la situación con su esposo y este tema la hacía pensar más en eso, cada vez se va poblando la tierra, "¿cómo reaccionará Urano con esto?".
—Madre ¿Él ya tiene pareja?
—No —dijo automáticamente, más absorta en sus pensamientos que en la conversación con la titánide.
—Madre no quiero que mis hijas sean tomadas como objeto de elección —dijo molesta e indignada, sacando así a Gea de sus propios pensamientos.
—Por supuesto que no, la única regla que se ha establecido para formar parejas, entre divinidades primigenias es que se una por amor —dijo con firmeza.
—O sea que si quiere a una de mis hijas o a cualquier divinidad tendrá que ganarse su afecto —dijo más para sí misma que para la madre tierra.
—Así es hija mía.
Luego de esa corta conversación Tetis se despidió y le pidió a su madre:
—Podrías mantenerme al tanto Titanes que van saliendo.