Dioses: Los elegidos

CAPITULO 7: La razón de la misión.

Adeline toda la noche tuvo pesadillas, no pudo dormir cómoda. Daba vueltas en la cama, como era ya costumbre en ella, se levanta mucho antes de la alarma, sintiendo algo raro en ella, sentía que el cuerpo que tenía no le pertenecía totalmente a ella, se sienta en el borde de la cama, con su cara entre las piernas, tenía dolor de estómago.

—¿Adeline? — Escucha una voz distante, el sonido del agua la comienza a distraer.

Su mirada estaba borrosa. Por lo que obviamente se asusta cuando alguien la toca.

—¿Estás bien? — Era Arthur. Eso la tenía un poco tranquila.

—Si… — Le dice poniéndose de pie.

—¿Las pesadillas? — Ella voltea a verlo.

—Tu madre me contó que desde niña has sufrido de estas pesadillas — Quería hacerle una plática. Pero la chica estaba incómoda, estaba toda sudada, pegajosa, sobre todo, lo que la tenía incómoda era la familiaridad con la que él buscaba hablarle —. ¿Qué es lo que sueñas?

—Algunos días son recuerdos de mi padre, otros días son cosas que no pasaron, pero en este momento… — Ella estuvo a punto de abrir la boca —. No lo entenderías. 

Arthur creía que había avanzado, pero al ver la respuesta de ella, solamente retrocede, dándole su espacio. Ella toma rápido el cambio de ropa que ya había dejado preparado, para meterse al baño.

Abre toda el agua caliente, está sacaba humo. Mientras se dejaba caer, respiraba conforme a lo que su mente le permitía pensar en hacerlo.

—Adeline… — Ella escucha como la llaman, pero pensaba que otra vez era Arthur por lo que ignora y cierra los ojos. 

Aun con los ojos cerrados, su mente la llevó a un lugar lejano, había arena. La sensación era porosa, caminaba entre eso, tratando de que no se metiera a sus zapatos, la tierra comienza a moverse, como si esta se abriera, ella se tira al suelo, sintiendo la arena caliente. Rápidamente, comprendió que no era un sueño.

Mira cómo había varias personas, un dios tenía un Arpón en su mano, le iban a dar a una persona. Ella asusta intentando correr a salvarlo, pero la arena, la anclaba al piso impidiendo sus movimientos.

—POR ESTA VEZ GANARON — Habla el hombre sin poderse zafar —. Pero cuando la sequía, el hambre y el miedo reinen, cuando alguien por fin se dé cuenta de lo que yo Seth capaz volveré…

El hombre se esfumó, el nombre de Seth resonaba en su cabeza. Esta se incorpora tosiendo, se estaba ahogando. Estaba temblando, las cosas que recordaba cada vez se volvían más difíciles de procesar para ella. Había leído muchos cómics donde los protagonistas tenían algo que afrontar, pero ninguno en realidad la preparó cuando esto fuera verdad.

Se pone la toalla, para ir a su cuarto. Su piel aún se encontraba roja, pero ella tomó su celular para escribir eso, no quería olvidar nada, cuando despertó pensó que todo había sido parte de su sueño, pero la copa allí contaba otra verdad.

—Adeline — Le habla su madre. Esta apenas reconocía a su hija. 

—Estoy bien mamá — Le dice, pero su madre cierra la puerta para hablar con ella, pero no era un buen momento para ella.

—Creo que debemos hablar.

—Mamá, en serio, lo que menos necesito es hablar. Necesito estar sola.

—Creo que la soledad no te va a ayudar.

—¿Ahora crees? — Cuestiona Adeline en un modo molesto. Olvidando que no debía de decir eso. La cara de su madre era incomprensible para ella —. No estoy teniendo una buena mañana.

—Lo sé, pero no debes tratar así a las personas que te quieren ayudar.

Ella le da por su lado a su madre. Era mejor así para ambas.

—Cuando bajes, no olvides disculparte con Arthur — Adeline deja de mirar su celular, para ver de eso se trataba.

Ella seca su cabello con normalidad, para alistarse para la escuela. Duda en llevarse la copa, pero lo hace, la hecha en su mochila. Baja para unirse al desayuno, Arthur revisaba algunos ensayos de sus alumnos, hablaban de la mitología.

—Art… Papá — Se obliga a ella misma a llamarlo así.

Adeline alza la cabeza, queriendo ocultar su emoción. 

—¿Adeline?

Ella mira el libro de mitología egipcia. Había fijado su objetivo.

—¿Qué tanto sabes de Seth? — Arthur consideraba que si Adeline le preguntaba en realidad era un cumplido, era porque lo respetaba.

—Depende de lo que quieres saber del dios de la guerra.

—Lo más importante.

—Es un dios caótico. Deidad con una fuerza bruta, de lo más rebelde e incontenible. Señor del caos, dios de la sequía y del desierto, en la mitología egipcia si de eso estamos hablando. Era hermano de Osiris.

—¿Osiris? — pregunta ella en un modo de asegurarse de lo que él decía —. Según Seth mata a Osiris ¿No?

El voltea a ver a su actual esposa, para esperar su confirmación y ella le hace señas para que sigan hablando.

—Correcto. Cuando Osiris fue asesinado por su hermano. Su esposa Isis lo revivió convirtiéndolo en dios de la resurrección, ya que fue el primer hombre que descendió al inframundo y revivió — La palabra resurrección retumbó en la cabeza de Adeline.




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