Dioses: Los héroes de Egipto

CAPITULO 2

¿Dicen que lo mejor llega cuando menos lo esperas, pero eso también aplica para los amigos?

—Perdona, ¿estás bien? —su voz sonaba preocupada.

—No has respondido mi pregunta— trato de mantenerme dura.

—Soy Owen Cliveliux, vamos a la misma escuela, Adeline — suelta un suspiro.

—Ah sí cierto, perdona soy distraída — le digo con una sonrisa.

—Te ves diferente — dice tímidamente, pero siempre amable.

—Ah sí, tendría que decir ¿gracias?, pero es para ir a trabajar —oh no, había olvidado que tenía que ir a trabajar — ¡Dios se me hace tarde!

—¡A mí también se me hace tarde, dime dónde trabajas y te dejo cerca! — se empezó a alarmar conmigo.

—En Antigüedades Bernand, es mi primer día — la ansiedad me estaba comiendo.

—¡Sé dónde queda yo te llevo! ¡Sube! — me indica mientras levanta su bici.

No era tiempo de dudar subo con él y me sujeto de su abdomen, mientras que el maneja, solo puedo sentir el viento en mi cara mientras que mi cabello se llena de hojas, no puedo ver nada, solo podía rezar que no nos cayéramos, sin duda era un chico muy amable y más siendo que prácticamente éramos desconocidos, bueno no tanto ya que íbamos a la escuela juntos, entonces, ¿esa es la amabilidad que se le brinda a tus compañeros de clases?

—¡Ya llegamos! — me dice mientras frena derrapando.

—Enserio muchas gracias — digo mientras me bajo y trato de alisar mi falda que se había arrugado un poco con las prisas de la mala posición.

—No es nada, anda entra te veo en la salida — me dice haciendo una seña para que entre.

—¿Espera que? — lo miro confundida.

—Trabajo enfrente así que después de esto somos amigos, y podemos vernos a la salida — la sonrisa que mostraba era tan grande, pero mi sorpresa era que nadie me había llamado amigo en un largo tiempo.

—Gracias Owen, te veo más tarde — la sonrisa que ahora le muestro es tan sincera, me despido con la mano.

Entró al local, el olor a moho no se hace esperar, recorro todo con la vista simplemente se ve como una casa vieja, el tiempo pasó afuera pero adentro todo se detuvo, sigue viejo, tan nostálgico o como bien diría mi madre "vintage", entre todo se hace ver ciertos objetos, en una caja se ve unos collares, una placa rara, y en una repisa había libros, a mi lado y viejo piano de cola que no dudo recorrer cada tecla con mi dedo, haciendo que sonará una nota desafinada, pero sonaba, me traía recuerdos que jamás tuve pero no quitaban que fueran hermosos, sigo observando alrededor y el maniquí de un anciano se miraba tan real, que capta mi atención, pero la sensación de ser observada, hacen que voltee hacia otro lado para seguir mirando pero de pronto el maniquí toma mi mano y suelto un grito.

—No te asustes pequeña, soy Bernand hijo, ¿En qué puedo ayudarte? — lo dijo en un tono de voz bajo, se notaba la edad en cada palabra.

—Vengo por el puesto de trabajo — le digo amablemente, pero mi corazón aún latía debido al susto.

—Contratada empiezas hoy, tienes que limpiar y acomodar todo, te pagaré cada viernes, no esperes que te lo de antes —dijo mientras se daba la espalda.

Eso fue rápido, miro a mi alrededor y noto que fue mala idea que mi madre me diera una falda blanca y una camiseta lila para esto, sin dudar empiezo a acomodar, cada objeto y limpiarlo, me encuentro una lámpara hermosa color dorada la tomó en mis manos y la empiezo a frotar.

—Creo que has mirado mucho aladdin — dice una voz grave masculina.

—Hola, soy Adeline, trabajo aquí, ¿En qué puedo ayudarte? — le sonrió.

—Lo sé, Noah, soy el nieto de Bernand hijo, un placer tenerte aquí — me dice mientras se lleva una caja.

—¿Cómo que lo sabes? — este día no podría llenarse más de sorpresas —Vas en mi escuela, ¿verdad?

—Correcto, te reconocí desde que entraste eres muy despistada — me dice llevándose una mano a la cabeza.

—Perdona? —Este de que iba, diciéndome despistada, no sabia si lo decía de broma pues era difícil reconocer el tono en que lo decía.

—Vaya problema eh— me dice riéndose.

— Disculpa tengo que seguir trabajando — le digo mientras sigo acomodando, pues no quería que me regañaran siendo mi primer día de trabajo, no me iba a arriesgar y como tan rápido me contrataron, tan rápido me despidieran.

—Te veo en la escuela— fue lo último que me dijo, antes de irse por donde vino.

Sigo limpiando y acomodando cada cosa en su lugar, veo mi falda y está llena de tierra como mi blusa, miro la hora y decido que fue suficiente por el día de hoy, estoy algo agotada como también tengo hambre, veo a mi alrededor y camino hacia Noah.

—Creo que ya es tu hora de salida, Adeline — me dice mientras me entrega un sobre.

—¿Qué es esto? — le digo sosteniendo el sobre blanco.

—Es tu primer sueldo, es de bienvenida, tómalo y no le digas al viejo — me sonríe.

—Esto... ¡Gracias Noah! — le sonrió — Nos vemos mañana?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.