𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 46
𝒰𝓃𝒶 𝒽𝒾𝓈𝓉𝑜𝓇𝒾𝒶 𝑜𝓁𝓋𝒾𝒹𝒶𝒹𝒶 | 𝒫𝒶𝓇𝓉𝑒 2
___________! Sharon ¡___________
–¿Enserio ese es tu nombre? – aguanté la risa. Ella sintió– parece nombre de campesina–
–Cierra la boca– volteó su rostro
–Yo te veo más cara de…– chasqueé los dedos recordando– Sara…te llamaré Sara–
–¿Quién carajos es Sara? – frunció el ceño
–Eso no importa– me encogí de hombros– Es mucho mejor que tu nombre–
Entornó los ojos y tomó la botella de agua bebiéndola sin control
–¿Ya me vas a contar tu historia? – apoyé mi cara sobre mis manos
–Pff…eso no te sirve de nada– se hincó para tomar la lata de sopa
–¿Qué te pasó en el cuello? – insistí
Llevó su mano al lado derecho de su cuello y lo apretó frunciendo el ceño. No contestó
–Intentaste suicidarte, ¿verdad? – puse mi rostro serio
–Eso no te incumbe…idiota– se limpió la nariz con la manga de la chompa
Suspiré. Me sentía mal por no poder ayudarla. Pero no puedes ayudar a una persona que no quieres ser ayudada. Me levanté dirigiéndome a la puerta.
–Se te olvidó eso– mencionó señalando los tacones a lado del tronco
–Quédatelos, si sigues caminando descalza las heridas se te infectarán– salí de la fábrica.
…
Me recosté en el sillón de la sala, mirando al techo y las lámparas bien cuidadas del burdel. Las paredes no tenían color, pero todo estaba como nuevo, completamente limpio y ordenado. Además, los toques grises daban un aspecto serio al lugar. En la parte de arriba las literas nuevas con sus lindas cubrecamas me hacían estar agradecida de tener un lugar donde descansar.
–No seas floja– la rubia me miraba desde la cocina
–¿Qué estás preparando? – me reincorporé
–Caliento la lasaña que trajo Dust– sonrió – no sé de dónde consigue tanta comida deliciosa–
–Tiene sus medios– me senté en la silla cómoda del comedor
–Rick dice que ya no te ve con clientes tan a menudo– alzó las cejas– ¿Pasa algo? –
–No…– jugueteé con el tenedor en frente del plato de comida.
–Sabes que no es necesario que salgas…– se sentó junto a mi poniendo los humeantes trozos de comida en la mesa.
–Lo sé…– rasqué mi nuca– pero no encuentro que más hacer…–
–Deberías relajarte un rato– propuso
–Como sea…– una idea llegó a mi cabeza – voy a salir–
Me levanté y puse la comida en una funda para llevarla.
–¿Qué? Espera…– 66 trató de detenerme– ¿no vas a comer? Te encanta la lasaña–
–No te preocupes la comeré después. Adiós–
Cerré la puerta atrás de mí y a paso acelerado crucé el pasillo, la sala de eventos y las elegantes puertas negras. Me detuve para vigilar que nadie me viera y me adentré en la fábrica de nuevo
–Hey! – saludé alegre
–Ay no…– volteó los ojos al verme– ¿No crees que dos veces al día es mucho para ver tu cara? –
Estaba poniendo a azar algunos trozos de vegetales y doblando las mantas del piso. Vi a una rata cruzar por medio de sus pies lo que me hizo revolver el estómago y vomitar en la entrada.
–Que asco– se quejó ella– ahora apestará aún peor–
–¿Qué asco mi vómito? – me cubrí rápidamente la boca para evitar regurgitar algo más– que asco es vivir entre ratas…–
–Es lo que hay– regresó su vista a la bolsa en mi mano– ¿Qué es eso? –
Sonreí y acerqué la comida a el tronco donde estaba sentada.
–Es lasaña–
–¿Lasaña? – abrió bien los ojos
–Si, ya sabes…es pasta con carne y condimento– no sabía cómo explicarlo bien
Miró el interior del empaque con un poco de recelo, cuando sintió el olor, sacó un pedazo de la pasta muy caliente y pasó su lengua con algo de miedo
–Es deliciosa…– tomé un pedazo también metiendo de lleno en mi boca
–¿Tu pasatiempo favorito es adoptar indigentes o qué? – dijo sarcásticamente
–Si, me encanta ponerles vestidos de encaje y que duerman en mi casa de muñecas–bromeé
–Hasta una casa de muñecas sería mejor que esto– apretó la mandíbula
–¿Cuánto tiempo llevas en indigencia? – evité mirarla
–Alrededor de un año…–
Me atoré con el pedazo de comida tosiendo para tomar aire.
–¡¿Un año?! – repetí
–Que escandalosa– se quejó
–¿Cómo es posible que vivieras en estas condiciones en un año? ¿Y cómo es que recién te veo? –
–Antes vivía en el parque, pero vine acá desde que pusieron policías por ahí– se encogió de hombros
Que indignante, esta mujer no estaba bien. Tenía un aura de no querer vivir, entendía cómo era no tener propósito y estar cansada constantemente. No poder irte por tener una obligación pendiente y a personas las cuales debes dirigir
Esa es mi pena perpetua
¿Acaso ella no tenía familia? ¿Un hogar cálido que la esperaba? ¿habrá escapado? Seguro quiere volver, en eso puedo ayudar.
–Oye…–
–No…– contestó al instante
–Pero no he dicho nada aún– fruncí el ceño
–No tengo familia, ni una casa. No, simplemente no–
El corazón me dio un vuelco, era tan lamentable la situación.
–Cuéntame tu historia– insistí
–Que pesada eres– bufó– ¿No te cansas? – negué
–Por favor–
–Solo diré que llegué a esta cuidad hace dos años…– volvió a meter la mano en la funda cogiendo otro pedazo
–¿Y después? – me acerqué un poco
–Y después nada– dijo firme– tenía ahorros, pero se acabaron con el tiempo, me corrieron del lugar por no pagar alquiler y no podía volver a mi casa ya que no tenía dinero. Pronto se me acabó la esperanza–
–Me dijiste que no tenías casa– arrugué mi frente
–Así es…esa casa era de mi padre, igual en ese lugar me iba a terminar muriendo– abrazó sus rodillas
Se notaba que no había tenido compañía por un buen tiempo, se veía molesta, pero sentía que solo quería llorar. Me acerqué y la abracé