Capítulo 21
"Tu rescate"
Llegó el día número tres, había llegado la cuenta regresiva para estar en un avión camino a Florida. Es duro pensar que tus acciones son manejadas por tu mente, y que en cualquier momento cometerás una locura que ayudará a acabar con tu vida poco a poco. Pero todo lo que haces tiene consecuencias, y dejar California para recuperarme, es la mía.
El reloj marcó las doce con treinta y cinco minutos de la tarde cuando salí de casa, caminé hasta el mismo parque en el que me sentaba a mirar como una idiota las nubes. Sí, así de aburrida estaba.
Buscaba distraerme un poco, y caminar sola me relajaba. Me senté en una banca y cerré mis ojos sintiendo como el aire fresco chocaba contra mi rostro. Suspiré vaciando mi mente, toda la situación de Canopy Cove me helaba la piel, me asustaba lo que me pudiera encontrar en ese lugar y hundirme sola en un nuevo hogar por seis meses.
Sentí alguien sentarse a mi lado pero le resté importancia ignorando su presencia hasta que habló y finalmente lo observé con una ceja enarcada. El chico era delgado con un cuerpo no muy trabajado, su rostro parecía de un modelo europeo, su piel era bronceada y cremosa, sus ojos eran de un gris opaco mientras que a su frente le caían algunas hebras doradas. Su cabello era un poco largo y de un rubio sedoso, vestía una camisa blanca junto a una chaqueta verde militar, unos vaqueros oscuros y un calzado deportivo del mismo color de su camisa.
― ¿Estás bien?
― ¿Quién eres?
―No respondiste mi pregunta. ― él chico soltó una risa observandome divertido. Rodé mis ojos.
―Tampoco me interesaba responderla.
- ¿En tu casa no te enseñaron a ser educada, preciosa? - rió.
-Y tú dime, ¿En tu casa no te enseñaron a no hablar con desconocidos? - el chico rio nuevamente.
-Buen punto, soy Connor Fields, vine a visitar a mi mejor amigo que está hospitalizado, mi padre vive en Florida y la visito muy seguido, pero vivo en Londres con mi madre y mi hermana menor, tengo dieciocho años y soy rubio natural por si las dudas. Así que ya sabes quién soy, tu turno, ¿Tu nombre es?
-Mi nombre es que te importa y mi apellido es largarte de aquí.
- ¡Vaya!, chica difícil... ¿Qué es? ¿Corazón roto? ¿Problema familiar? ¿El instituto?
- ¿Siempre sueles ser así de chismoso?
-Solo con las chicas lindas, ya sabes... hay que buscar conversación y finalizar con una invitación. ― sonrió guiñando un ojo.
- ¡Agh, eres patético coqueteando! ― reí.
-Así estas mejor, con una sonrisa en tu rostro.
―Eres increíble. ― rodé los ojos.
―Lo sé, me lo dicen seguido, lindura.
―Si me vuelves a decir lindura dejarás de ser una cara bonita, rubio.
― ¿Entonces crees que tengo una cara bonita? ― enarcó una ceja.
― ¡No! Quiero decir... ¡Ush! ― me levanté de la banca y él imitó mi acción.
― ¡Beatrice, al fin te encuentro! ― Observé a Liam caminando hasta nosotros.
―Oh, entonces tu nombre es Beatrice. ― sonrió el rubio y yo rodé mis ojos nuevamente.
― ¿Dónde estuviste?
―Atrapada en un parque por un irritable desconocido.
― ¿Quién es él? ¿El chico que te dejó con mala cara y con un pésimo humor? ― se burló. Entonces Liam rodó los ojos y le respondió lo que menos creí que saldría de su boca.
―Soy su novio, y ésta charla ha llegado a su fin porque ésta pequeña princesa, viene conmigo.
Y sin dejarme reaccionar, sentí sus labios sobre los míos en un beso que no duró ni cinco segundos. Quedé confundida e impactada ante aquel arrebato de su parte.
―Un gusto en conocerte...
―Connor.
―Eso, adiós Connor. ― Liam pasó su brazo por mis hombros guiándome hasta su auto.
Entré sin protestar o decir algo respecto al beso, seguía procesandolo todo y ordenando la escena en mi cabeza. Tras unos minutos de silencio, hablé.
- ¿Qué fue todo eso? - pregunté confundida.
-Tu rescate. - se encogió de hombros restándole importancia al asunto.
- ¡Vaya! Y tu grandioso rescate fue besarme sabiendo que tengo novio. ¿En que estabas pensando, Liam?
-Fue solo un beso, no es para tanto Beatrice, no sé por qué haces tanto escándalo. Deberías dejar de protestar y agradecerme por salvarte de ese chico que solo te estaba molestando.
- ¿Estas bromeando, no es cierto?
― ¿Por qué le das tanta importancia?
―Porque tu mismo me confesaste tus sentimientos, y no los cambias de la noche a la mañana.
-Beatrice, no le des mucha importancia, es decir, sé que estas de novia con Adam, pero también sé que en algún momento serás mía.
***
Eran las once de la noche y yo seguía sin poder pegar un ojo. Los labios de Liam sobre los míos era lo único que se repetía en mi cabeza. Suspiré rendida acomodándome en mi cama, solo la luz de la luna que entraba por mi ventana alumbraba la oscura habitación. Fruncí el ceño al escuchar algo chocar contra mi ventana. Encendí la lamparita en mi mesita de noche y los sonidos se detuvieron, para ceciorarme que todo estuviese en orden, abrí mi ventana y me asomé observando a Adam frente a mi casa.
― ¿Adam? ¿Qué haces aquí?
-Te prometí los cinco mejores días de tu vida, el reloj está a punto de marcar las doce, ¿creíste que te quedarías sin el día número tres? - sonrió. -Baja por el árbol y ven conmigo.
― ¿Estas loco?
― ¡Oh, vamos! No seas dramática, nada te pasará, te ayudaré a bajar.
― ¿Y si me caigo?
- ¿Confías en mí?
-En estos momentos realmente pongo mi confianza en duda. ― él rió y se acercó al árbol.
―Deja el drama y ven aquí.
― ¡No saldré en pijama!
Regresé a mi habitación y me vestí rápidamente con lo primero que encontré, una camisa blanca de tirantes sin mangas y un short marrón. Me hice una coleta alta para luego apagar la lámpara y pasar por la ventana hasta quedar encima del árbol. Cerré cuidadosamente la ventana para luego bajar con sumo cuidado bajo la atenta mirada de Adam. Cuando ya me faltaba poco para llegar al suelo, Adam me ayudó cargándome hasta depositarme en el césped y darme un beso rápido en los labios.