Desconocido.
-Suéltame, te lo ruego.- hablo la rubia mientras la arrastraba de los pelos. Ella no refutaba, su cuerpo con cortes y moretones no la dejaba moverse, ya que ordené que sus hace unos segundos que sus tobillos sean fracturados, y así lo cumplieron.
-Shh.- Le hablé mientras me frenaba y me agachaba para acariciarle el rostro desnutrido.
Me produce excitación el tan solo saber que cada hematoma, corte, ruptura que yace en su pequeño cuerpo fueron realizadas por mis manos.
Estaba por levantarme la máscara que tenía cubriendo mi rostro, pero prefería que fuera así, que su mente continúe analizando, hasta que me descubra, y ahí... El juego terminaría para ella .
Estábamos en mi casa, la casa que tuve cuando era pequeña, cuando conocí a Nicholás, muy grande y con unas pocas salidas.
La levanté del suelo y la desate, ella sin pensarlo dos veces comenzó a correr, en realidad a deslizarse desesperadamente por el suelo, como me gustaría decirle que no hay salida en este lugar... Las únicas vivas las conozco yo, como la palma de mi mano.
-No puedes escapar bonita...- dije mientras agarraba más fuerte el machete que tenía en mi mano...
No quería regresar a este lugar, pero lo conozco tanto, hasta ahora, en la oscuridad, se cada posición de la enorme casa.
-Bonita...- comencé a reírme fuerte por su intento de escapar de mi, mientras que subía las escaleras lentamente, escuché un ruido de la siguiente habitación.
Y con una sonrisa detrás de la máscara, comense a pisar más fuerte mientras que tarareaba una canción... Esa canción que no puedo sacar de mi cabeza, ya que recuerdo como Elizabet masacró a muchas personas luego de ver ver como Tyler estaba junto a Stella.
-Te voy a atrapar...- dije lentamente, remarcando cada palabra en mi mente. Y cuando abrí la puerta de la habitación, escuché sus gemidos de dolor.
Del tan solo escuchar eso, me mordí los labios evitando la carcajada que contenía desde que la vi en el suelo cubierta de nieve.
Una vez dentro, cerré la puerta y comencé a caminar en mi antigua habitación...
-Te voy a contar una historia, bonita. A mis ocho años, fui testigo del asesinato de mi hermano, cuando un hombre enmascarado, le abrió el craneo con un martillo. Pero lo maravilloso es que me dejó a mi hacer el resto, terminar lo que empezó...- Le hablaba mientras pasaba el machete por el suelo y luego por mis manos, causando cortes en la misma, sintiendo la calidez de mi propia sangre.
ocasionado que el ruido de este, y de el sufrimiento de ella, fueran música para mis oídos.
-Pero no fue tan atroz como lo piensas, fue mejor encontrar la misma máscara en el cobertizo de mi madre...- cuando supe donde estaba, me acerque rápidamente ocasionando que ella me golpeara en mi mandíbula.
El golpe fue fuerte, causando que toque la misma con la mano que tenia libre.
-Vas a pagar ese golpe.- Deje el machete aún costado y saque las lágrimas que caían por su rostro.
-Eres una enferma- dijo antes de escupir mi máscara. Me quedé unos segundos mirando el temor de sus ojos, pero quería más, así que tome el machete que se encontraba en el suelo y lo coloqué en su cuello.
Eso es lo desafiante de ser una persona desequilibrada mentalmente. No se cuando parar, y lo peor es que no quiero hacerlo, pero se que si tomo su vida ahora mismo estoy arriesgando el futuro.
Las ganas de matarla eran muy fuertes, pero no podía hacerlo, no cuando hay un premio mayor que ella, hay muchos, peor solo uno que me interesa...
-Sabes. Hay muchas personas que me dicen enferma... pero nunca nadie me preguntó, porque me convertí en una.- Con un remolino en mi cabeza, debatiéndome si matarla o no ella tan solo intentaba que la soltara, sin saber que yo misma cuestionaba cuestionaba su muerte.
Pero al no poder hacerlo, su pequeño cuerpo comenzó a golpeareme. Cuando me irritó yo estaba por mandar todo a la mierda, casi la mato, a no ser por la persona que entro en la habitación.
-Es hora. Están ambos en el hotel de Nicholas- sonreí para luego dejar de mirarlo y concentrarme en ella.
-Es hora de dormir un poco, Sasha...- ví el temor en su rostro, ella sabía que ahora le tocaba la peor parte...
Vi como mis hombres se la llevaban a el sucio negocio de mi padre, que ahora es mío. Lo que más me gusta de llevarla a ese lugar, es que cada vez que la vuelvo a ver, ella está más destruida.
Mientras bajaba las escaleras, pensaba en lo exitante que sería tener la cabeza de ambos en mi mesa... Pero antes de tener la de ellos, le voy a llevar un regalito Denis.
Dos de hecho...
#23808 en Novela romántica
#6032 en Thriller
asesinatos a sangres fria, alcohol sexo y drogas, asesinatos amor celos romance
Editado: 07.11.2021