Natalia.
Mi madre se está besando con un hombre que no conozco, acaricia su cuerpo con morbo, como si se conocieran de toda la vida. Carraspeo y ellos me miran sin separarse, el hombre me sonríe como si me conociera.
-Así que llegaste diablilla— dice el hombre y lo miro con rabia.
-¿Quién se cree para llamarme así?— le contesto.
-¡Hey! Baja los humos, ¿así saludas a tu padre?— se ríe, quedo atónita ante sus palabras—¿Ya te olvidaste de mí? Llevas aquí unos días y ya te olvidas de tu viejo, que mala hija eres.
-Creo que se confunde señor— en eso entra Minerva y pega un grito.
-¡¡¡Viejo!!!— se abalanza sobre él— ¡qué alegría tenerte aquí! ¿Te vas a quedar? Si viejo, dime que si— lo mira suplicante.
-Claro que si mi diablilla- me mira con tristeza— ¿Natalia?—pregunta sin dejar de mirarme— ya me parecía que la diablilla estaba muy bien vestida, como has crecido mi chiquita— me dice con cariño.
-No me diga así, no tiene el derecho— le respondo molesta, si mi padre estuviera aquí me diría “¿Dónde están tus modales princesa?” la verdad en estos días he estado muy susceptible y mi cambio de humor es de lo peor.
-Respeta y acércate a saludar a tu padre—ordena la muy descarada.
-No veo a mi padre por ningún lado—se acerca a mí y me da una bofetada, el hombre la detiene cuando va a darme otra.
-¡¡¡Insolente!!!— me grita— ¡has sido siempre una niña muy mala, eres una escoria, como te atreves a ignorar a tu padre!— sigue gritando, pero la ignoro, me duele que se haya atrevido a ponerme una mano encima.
-No es mi padre—susurro.
-¿Qué dices?— pregunta acercándose a mí y el hombre la toma por la cintura.
-¡¡¡Que no es mi padre!!!— grito con fuerza desgarrándome la garganta—sabes bien quien me cuido desde pequeña y me dio todo su amor, él si es mi padre, el que te da amor, educación y protección, no el que te abandona y aleja a su hija de su madre, ese hombre a tu lado no es mi padre, aunque lleve su sangre no le voy a llamar padre, ¡nunca!— veo como se zafa de las manos del hombre que está sorprendido por mi actitud, da grandes zancadas hasta llegar a mí.
Siento como me hala del cabello y me tira contra la pared golpeando mi cabeza, me siento trastabillar y marearme, me hala del brazo y me da otra bofetada, una y otra vez me golpea sin dejarme reaccionar, escucho gritos pero no puedo ser consciente de lo que pasa y caigo en total oscuridad.
Robert
Han pasado ya tres semanas desde que me case con Natalia, mi chiquilla y no he perdido el tiempo en visitarla, solo cuando su hermana no está merodeando por su alrededor, ese día en específico, nos entregamos con pasión, pero siempre estoy al pendiente de ella, ha estado muy extraña estos días, pero me imagino que es por los exámenes finales. Quisiera tener más tiempo para animarla, he decidido ayudar al señor del Villar con su empresa, la verdad lo he visto bastante desgastado y débil, lo admiro porque a pesar de todo sigue de pie, fuerte y luchando contra su enfermedad.
Después de mi rutina llego a casa algo agotado, hoy me han dado la tarde libre en el trabajo. Abro la puerta de la casa y veo a muchas personas correr de un lado a otro, ¿Qué ocurre acá?
-Llegas temprano hijo— dice mi madre al verme.
-Sí, me dieron la tarde libre en el trabajo— la saludo con un beso en la frente.
-Qué bueno, así nos ayudas a organizar todo para el evento de mañana, recuerda que tenemos muchos invitados en casa— ¡oh por Dios lo olvide! El aniversario de la empresa y el de bodas de mis padres.
-Cómo olvidarlo madre— me mira con la ceja alzada.
-Sí que lo olvidaste jovencito— nos reímos porque me descubrió.
-¡¿Qué significa esto?!— escucho gritar a mi padre, debe estar enojado por algo.
-¿Qué ocurre cariño?—pregunta mi madre al verlo bajar apresurado por las escaleras, se acerca y le muestra el celular, mi madre me mira con los ojos abiertos.
-¿Qué está pasando?— aparece mi hermano como recién levantado.
-Qué tu hermano cometió una falta sin antes consultarnos— le muestra el celular y me mira horrorizado.
-¿Qué hay en ese celular que todos me ven así?— digo perdido de su reacción.
-¿Cómo es posible que te casaras y no dijeras nada? además es la hija de tu jefe, ¿Cómo has podido hacerlo?— me asombra que pueda averiguarlo así de rápido.
-¿Cómo es posible…?— me detengo porque ya tengo una idea de lo que pasa— padre, ¿Has enviado a vigilarme?— se acerca a mí y me toma del saco con rabia.
-No te atrevas a cambiar la conversación jovencito, hemos dado lo mejor de nosotros para que tengas una buena vida y ¿ahora nos sales con que te casaste, a escondidas, acaso esa niña está embarazada?— niego con la cabeza.
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Editado: 26.06.2020