Distancia

5 - Alara - 2

Su mente estaba sumida en una húmeda oscuridad, su maestro estaba por ahí, perdido, en movimiento en la parte trasera de su mente. Vio a dos niños jugar para convertirse en dos jedis. Terminando en dos siths que conquistaron la galaxia con su poder, pero también vio como ella se convertía en otra cosa, como el cálido toque de su compañero la volvió a la luz. De pronto, Alara sintió la presencia de su maestro y estaba segura que estaba viendo lo mismo que él. Era oscuridad, profunda e infinita oscuridad. Esta era un hombre y su máscara. Abrió los ojos por un escalofrío que sintió en la espalda.
“Cambio…” Susurró en la oscuridad del hangar, la última palabra que había quedado en su mente.
Alara sabía que la nave había sido purificada, ya que la presencia oscura que la sofocaba se había marchado. Se asomó a la nave para volver a ver a la pareja. Ahora que conocía sus rostros, la imagen era mucho más imponente. Habían muerto enamorados, habían muerto realizados. Entre sus botas encontró el sable de la sith. Lo levantó con sumo cuidado para revisarlo mientras flotaba entre sus manos. Era negro y tenía detalles rojos, lo más llamativo fue un pequeño dibujo de una flor que estaba pegado en la base del sable. Con mucho cuidado guardó el sable en el bolsillo de su chaqueta para luego revisar sus alrededores. Todas las luces se encendieron de repente. Algunas explotaron, pero ahora todo estaba bien iluminado. Su maestro apareció por la puerta, que había hecho un estruendo al abrirse.
“Alara… ¿Hemos compartido esa visión?” Preguntó con prestancia Syo.
“Cambio…” Dijo pensante la jedi.
“Cambio…” Agregó al aire Syo. “¿Reconociste algo de ese… enmascarado?”
“Al principio me pareció que era algo del pasado, pero…” Opinó al aire Alara.
“No lo es, es algo que puede… ser.” Dijo pensante su maestro. “Después vamos a tener tiempo de pensar en ello… ¿Encontraste algo?”
“Aquí está la asesina… Era su hermana.” Dijo con seriedad Alara mientras sacaba el sable para dejarlo entre las manos de Syo.
Su filo era rojo y brillante.
“Puedo sentir la… ¿paz?” Preguntó al aire Syo.
“Murió abrazada a la persona que amaba.” Dijo pensante Alara. “Solían ser jedis.”
“Eso había escuchado, pero…” Dijo pensante Syo. “Buen trabajo, Alara.”
“Gracias, maestro.” Dijo pensante la jedi.
“Ahora vamos a revisar todo, así podemos invitar a pasar a nuestros amigos de la República.” Dijo sonriente Syo. “Esperemos que haya algo para estirar las piernas.”

Alara encontró a Keyfour hablando con un mecánico de la República. El astromech estaba defendiendo las configuraciones que había aplicado su padawan. Syo pasó a su lado para apoyarse contra su nave.
“¿Cómo estás?” Preguntó sonriente.
“Bien, estaba… Nada.” Dijo al aire Alara. “¿Qué más puedo hacer?”
“No queda mucho por hacer…” Dijo pensante Syo.
Alara escuchó su holo en su bolcillo. Lo levantó con cuidado sabiendo que era su alumno, sabiendo que no iba a atenderlo.
“Siempre te quejas cuando yo no te atiendo…” Dijo con malicia Syo.
“Necesita hacer esto por sí mismo…” Dijo con seriedad Alara.
“No necesitas alejarte tanto de él. Solo una distancia prudente, así puedes volver a encontrar la serenidad que perdiste.” Opinó pensante Syo.
Alara no sentía que había perdido nada.
“No necesita nada de mí…” Dijo al aire mientras miraba a Keyfour.
“Como tú digas, padawan.” Dijo sonriente Syo. “Estaban encantados con todo… Tal vez puedan descubrir los planes de estos siths. Nunca se supo cuál era su destino final.”
“¿Apoderarse de la galaxia?” Preguntó al aire Alara.
“Es fácil asumir eso, padawan, pero recuerda que ambos estamos conectados a la Fuerza.” Dijo sonriente Syo. “El conocimiento y el entendimiento no es algo que nos pertenezca solo a nosotros.”
“¿Ya fuiste al laboratorio de Corellia?” Preguntó con curiosidad Alara.
“De ahí vengo, estuve hablando con Mugil. La historia del lugar es sangrienta e interesante. Estuve hablando con Atlus también. Es un egresado de la academia en Korriban.” Dijo pensante Syo. “Me nombró un par de nombres… interesantes.”
Alara sabía que cuando su maestro se hacía el misterioso había que dejarlo ser.
“Estaba impresionado con Shin… Supongo que es normal después de verlo en acción.” Agregó divertido.
“Parecía interesado en él, pero…” Dijo pensante Alara. “Supongo que estaba más interesado en sus habilidades.”
“Estaba pensando… deberíamos enviarlo un par de años a Coruscant.” Dijo pensante Syo. “Creo que le vendría bien conocer a los integrantes del Consejo y entrenar bajo la tutela de los mejores maestros.”
“¿Quién sería el mejor maestro?” Preguntó pensante Alara.
“No lo sé… Tu amigo Thirin probablemente.” Dijo pensante Syo. “Shin me parece que va a terminar siendo un Vigilante como él. Tiene buen olfato para los problemas y no sabe cómo decir que no.” Agregó sonriente.
Alara recordó con cariño a Shin.
“Puede ser…” Dijo mientras ocultaba sus sentimientos. “Como sombra no tiene mucho futuro.”
“Ah, él es otra clase de persona. Cuando estuvimos en Onderon Shin se tomó el trabajo de hablar con ambas partes para entender lo que estaba pasando… ¿Sabes lo que me dijo cuando terminó de entender la solución?” Dijo divertido Syo. “Maestro, deberíamos poner a la reina y su general en un cuadrilátero con el falso príncipe para que arreglen sus problemas…” Terminó a las carcajadas.
Alara sabía que Shin había dicho esas palabras.
“Lo peor de todo es que tenía razón…” Dijo entre divertidas lágrimas Syo. “Resulta que la Reina Quala estaba enamorada del falso príncipe Arus…” Agregó mirando a su padawan. “Shin se pasó dos noches hablando con Quala para hacerla ver la luz.”
“Nunca me contó esa historia.” Dijo pensante Alara. “En el centro de comercio de Komro hizo algo parecido. Una empresa de Corellia quería el control del puerto y los trabajadores no querían cederlo. El estúpido sentó a los líderes con los trabajadores y no los dejó salir de la sala hasta que llegaran a un acuerdo. Terminaron siendo grandes amigos.”
“Es todo un padawan…” Dijo divertido Syo notando el amor en los ojos de su aprendiz. “Podríamos hacerlo caballero…”
“No lo sé, sería un escándalo entre los otros padawans y hasta me ofendería… Yo te estuve siguiendo desde pequeña antes de ser caballera.” Dijo divertida Alara.
“Sería solo un paso más, ya está liderando misiones…” Dijo divertido Syo. “Todos los conocen.”
“¿Ansion?” Preguntó al aire Alara para dejar de hablar de Shin.
“Enseguida, estamos esperando a los científicos. Esperemos que no necesiten a otro explorador.” Respondió sonriente Syo. “¿Qué vas a hacer después de esto?”
“Volver a casa.” Dijo pensante Alara. “Tal vez ya haya algo para hacer…”
“Tú sabes qué hacer, Alara. Solo tienes que recordar tus enseñanzas.” Dijo sonriente Syo mientras se paraba a su lado. “¿Qué les parece la nave del Conquistador?” Agregó a la mujer que se acercaba.
“Es magnífica…” Dijo entusiasmada la científica. “Ya estamos seguro de donde viene, parece que Kralos le gustaba la mano de obra de tasari y resulta que no tenía tanta tripulación como pensábamos.”
“A mí también me sorprendió. Ese hangar estaba bastante vacío.” Dijo pensante Alara.
“Ahí encontramos algunas cosas interesantes. Kralos y su hermana eran sith, pero también eran siths de sangre. Por lo que pude ver eran mestizos, pero…” Dijo entusiasmada la científica.
“Hace mucho que no veo un sith de sangre.” Dijo pensante Alara.
“Son más comunes en el Imperio.” Dijo con seriedad Syo. “Si tienen algún problema no duden en avisarnos. No hemos sentido más oscuridad en esa nave, deberían poder explorarla sin problema alguno.”
“Gracias por su ayuda, jedis.” Dijo sonriente la científica.
“Hasta luego.” Sonrió divertido Syo mientras la mujer se marchaba. “Estás liberada, Alara.”
“Gracias, maestro. Espero que haya algo para hacer en el templo…” Dijo al aire Alara.
“Yo voy a meditar sobre lo que vimos en la oscuridad…” Dijo pensante Syo. “Esperemos que no sea nada malo.” Agregó mirando a su padawan.
Alara se subió a su nave luego de saludar a su maestro. Keyfour ya estaba listo para despegar. Su holo sonó de nuevo y estaba segura que era su padawan.



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En el texto hay: aventura y romance, starwars, star wars

Editado: 22.02.2023

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