La simple oración “se inculpó” resonaba en su cabeza una y otra vez, incluso no lo dejaba dormir por las noches, no entendía porque lo había hecho, ¿acaso su palabras no habían sido claras? Pasó su mirada al mapa que estaba colgado en su pared y marco con un alfiler el área que hacía parte de Osiris y que ya no existía, el Roble de Asttor. De repente escuchó unos pasos acercándose a su oficina, y sin anunciarse, entró; él soltó un bufido y pasó su mirada a la enorme ventana.
-Se nos agota el tiempo, Corbán -hablo con una voz demandante -cuando darás la orden.
-Hay suficiente tiempo -respondió cortante.
-Estoy cansada de esa respuesta -dijo entredientes, Corbán se giró a ella con una mirada confundida.
-¿A qué te refieres, Dione? -La mujer frunció sus gruesas cejas.
A través de sus ojos verdes demostraba su odio hacia él, hizo una línea en sus gruesos labios y luego soltó un bufido.
-¿A qué me refiero? A que cuando tomaras lo que nos pertenece, tienes un heredero -frunció su fina nariz, enojada -Hace unos meses que mandaste a quemar el Roble de Asttor. Pero después de eso, nada. Los guardias solo vigilan a los commons y no actuamos contra ellos, en cualquier momento podrían atacarnos -estaba exaltada -Nuestro hijo debe empezar a conocer lo que es el trono, para cuando sea la hora de ser el heredero del trono.
-¿Heredero? -alzó una de sus cejas -¿Del trono? -soltó una sonrisa burlona -Este trono no nos pertenece.
Dione miro a Corbán con una mirada desafiante y luego soltó un suspiro cansada -es obvio que no me amas y tampoco a nuestro hijo -rodeo el escritorio y se sentó en la silla de Corbán -¿Acaso piensas darle el trono a Siwon? -le dio una mirada incrédula.
Corban le dio una mirada fría y luego la desvió a la ventana, ignorando por completo su pregunta. Dione rodó sus ojos y se paró de la silla, caminó unos pasos y acorraló a Corbán -o ¿quieres otro hijo? -dijo con voz seductora, él no se inmuto. Ella apretó sus dientes, se alejó de él y se paró justo frente al mapa que estaba en la pared.
-Han pasado tres meses y hasta ahora ningún arcangel ha llegado con un commons en sus manos -dijo mientras recorría el mapa con su mirada -pienso que buscás otra cosa -lo miro de reojo.
Corban apretó sus dientes y luego tragó saliva, Dione soltó un suspiro y se dirigió a la salida.
-Si no tienes una respuesta para mi la próxima semana, hablaré con el supremo y le pediré el mando -advirtió antes de salir.
Corban apretó sus manos en forma de puño, sentía que estaba apunto de perder el control de sí mismo, y esa mujer, había llegado en su peor momento, como siempre. No dudó mucho en tomar su decisión y mandó a llamar a uno de los guardias.
-Estoy a su disposición -se inclinó, Corban se giró al guardia.
-Busca a Luhan y dile que necesito la presencia de Siwon en Kepler, también agenda una cita con Merlín -ordenó.
-Si, señor -se retiró enseguida.
-Debo ser más rápido que ella -susurro para si mismo.
. . .
Aún no había visto ninguna criatura diferente a Agar, aquel día no vio más que a él, a Siwon. Observó por la ventana y como siempre no había nadie, solo un bosque solitario. -¿Estará bien salir ahora? -Pensó. Aun el sol no se ocultaba, faltaba una horas para ello, lo pensó por unos minutos, era arriesgado, aun así, sintió que no perdería nada, decidió salir de la cabaña. Ante sus ojos, era un bosque normal, como los de la tierra; empezó a caminar con cautela. A medida que se adentraba sentía como si el corazón se le estrujaba, un sentimiento extraño la invadía, que no lograba entenderlo. No sabía con certeza lo que pasó después de la muerte de Koemi, ni tampoco había querido preguntar aún, sus recuerdos pasados habían golpeado fuertemente su ser que se sentía abatida, a pesar de mostrarse fuerte ante los demás.
-¿Qué hace una humana aquí? -sintió cómo su cuerpo se congeló, su rostro palideció y sus manos se pusieron heladas. No sabia que criatura iba a ver, pero sabía que estaba a sus espaldas. Quiso correr pero también tuvo curiosidad -he preguntado, ¿qué hace usted aquí? -soltó un temeroso suspiro y se giró hacia él.
Parecía un hombre, alto, de mirada fría, aunque sus orejas no tenían una terminación redonda sino más bien puntiaguda y en su frente tenía dibujado una media luna encima de su entrecejo, encima de esta, tres puntos que iban una tras otra en línea vertical. Tenía unos ojos pequeños, achinados, sus orbes eran grises. Su cabello lo llevaba recogido. Aunque parecía un hombre frío, tenía una expresión de sorpresa.
-¿Cómo sabe que soy humana? -Intento sonar lo más normal posible.
-¿Cómo es posible? ¿Deberías estar muerta? -ella frunció su ceño, pero enseguida vino a su mente Koemi, tal vez tenía un parecido físico con aquella elfa.
-¿A que se refiere con que debería estar muerta? -Intento ser cautelosa.
-Pero eres tan diferente -frunció su ceño, parecía querer acercarse a ella, pero no lo hizo -Eres una humana, estoy seguro que si, he visto unos cuantos de ustedes y eres una de ellos.
-Asi es, soy humana -el hombre volvió a su realidad y la volvió a mirar con frialdad.