Distinction

09

Llevo tres días sin salir necesitaba estar en calma, pensar y organizar mis ideas. Muchas veces requerimos de soledad, se supone que es el mayor temor de todo ser humano, pero en verdad es la mejor cura para volver a encontrarnos. A Tristan no lo he vuelto a ver.

Una de las cosas que han desaparecido son mis extraños sueños, por primera vez en todos estos años ocurre algo como esto. Cada que despierto tengo la mente en blanco ninguna pesadilla rememoro, es como si no soñara nada, como si estuve en blanco durante toda la noche.

Asusta el hecho de pensar que esta larga ausencia conlleve a catastróficas consecuencias, no es que los extrañe, en verdad un alivio se aloja en mi interior debido a este descanso. Pero hay algo en mí que advierte de una gran amenaza aproximándose que atormentara mis días y noches. Presiento que en cualquier momento no lograré distinguir la realidad de lo imaginario.

Poco a poco mis días se están tornando oscuros y borrosos, se están tiñendo de un color del que no sé diferenciar ni su procedencia. Tan oscuro, misterioso y enigmático como la noche misma. Tan borroso y distorsionado que no podrías distinguir los colores fusionados en uno solo, aunque forzaras la vista a niveles inimaginables. Es tan denso, que no te impide el paso, pero te ciega. Silencioso como cualquier estancia sin individuos capaces de romper el tan preciado ambiente taciturno. En esto se está convirtiendo mi realidad, en un gélido agobio.

Tal vez el impacto de lo aclarado me está volviendo loca. Le doy vuelta una y otra vez al asunto, pero hay muchos cabos sueltos, mi deber es averiguar todo para así entender mi pasado y todo lo que está aconteciendo. Pero esa tarea no va a ser sencilla, ni siquiera sé si mis sueños o Tristan tienen algo que ver.

Pido comida por servicio a la habitación, decidida en no salir. Estoy ansiosa por aclarar mis dudas, pero me obligo a tener paciencia. Todo llega en su momento y esta no será la excepción.

Tocan la puerta y solo emito un leve «Pase» sabiendo que era mi tan anhelada comida. Mi sorpresa es grande al ver a Tristan, después de tantos días ausente, y no un rico Mezzé, aunque no me molestaría en comérmelo a él.

La presencia de este hombre me alborota las hormonas, siento miedo al pensar que a través de mi mirada transmito todas las barbaridades que cruzan en mi cabeza, por lo que las ignoro. Mis tripas rugen por comida y, como si los Dioses escucharan mis suplicas, llega mi almuerzo listo para ser devorado.

—¿Te piensas comer todo eso tú sola? —Rompe el silencio y yo asiento.

Me observa consternado, pero luego ignora el tema y continúa hablando.

—Estaba pensando que podríamos inscribirnos en una clase de defensa personal.

—¿De qué me sirve aprender eso?

—¿En serio me estás haciendo semejante pregunta? —demanda con una ceja alzada—. Para que no te lastimen es necesario que sepas al menos defenderte —alega al ver que sigue mi expresión de confusión.

—¿Tiene que ser hoy? —pregunto haciendo un exagerado movimiento dramático que demuestra mi cansancio.

—Bueno puede ser otro día —se lo piensa por un momento— Pero… ¿acaso tienes algo importante que hacer? —y asiento de manera frenética— ¿Qué son esas cosas? Claro si no es mucha la intromisión.

Muestro cierto interés a lo de “otro día”, aunque no lo demuestro. Él no se dio cuenta de lo que dijo.

—Mmm… no sé, estaba pensando en conversar y pasar un rato agradable con un chico muy engreído y narcisista, que al parecer se la da de buen hablado —llevo mi mano hasta mi quijada para parecer interesante y que estoy pensando. En cambio él se mostraba excesivamente ofendido, con las manos en su pecho.

—Tú estás celosa —declara y un gesto de sorpresa invade mi rostro, como expresando un “¿por qué?”— Celosa de que estoy súper bueno, no poseo ninguna imperfección y soy muy educado —estruendosas carcajadas, provenientes de mí, resuenan por toda la habitación.

No puedo detener las risotadas, primera vez que tengo una conversación tan hilarante con él. Normalmente soy yo la que expresa comentarios graciosos, que dé más queda agregar que la mayoría son sin darme cuenta, debo aprender a pensar antes de hablar.

Ya no se escuchan solo mis risas puesto que él también empezó reírse desde hace un buen rato. Damos la impresión de ser dos locos que se ríen de todo y a la vez de nada, es muy cómica esta imagen, cualquiera que nos viera nos creería locos.

—Creo que lo mejor sería dejarte comer —dice entre risas dispuesto a irse.

—No te vayas —agarro su mano y él se voltea, primero ve mi mano sobre la suya y procede a alzar un poco la cabeza para mirar mi rostro— Hay suficiente comida para los dos, además según me dijo el camarero el mezzé es sinónimo de compartir, amistad y convivir.

Se lo piensa un rato, pero termina accediendo a mi petición. Lo observo mientras llevo un falafel a mi boca, puede que no confíe por completo en él, pero es una buena compañía. No sé qué me esté ocultando pero no creo que sea tan grave ¿Qué oscuro secreto puede ocultar él?

Se percibe a simple vista que es una persona sincera, fácil de interpretar, pero bien sabemos que las apariencias engañan. Desvío la mirada cuando mis reflejos detectan el movimiento de su cabeza luego de comer algo de kibbé, no quiero que me atrape observándolo, sería muy incómodo.



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En el texto hay: experimento, suspense, suspense amor

Editado: 13.09.2021

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