✂ Capítulo 2 | No te conozco.
Salió del despacho del psicólogo y chasqueo su lengua.
Él también pensaba que las secciones del psicólogo eran una pérdida de tiempo, jamás pensó ponerse de acuerdo con su hermana.
Bajo las escaleras para llegar a su salón donde estaba el profesor de física estaba a mitad de clases.
Prosiguió a tocar, pero luego se arrepintió. Ese profesor jamás dejaba entrar a pesar de que le dieran una excusa válida.
Abrió la puerta el profesor Medina de unos veintiocho años de edad con gafas.
—O’Brien —pronunció con pena.
¿Por qué todos lo llamaba con pena? Estaba bien que hubiera perdido a su padre hace tres meses.
— ¿Puedo pasar? —Preguntó sabiendo que la respuesta era no.
—Excusa —pido metiendo su medio cuerpo al salón y gritar unas cuantas advertencias.
—Una sección con psicólogo —respondió secamente, mostró el papel que le daban para justificar.
—Pides que te pasen los apuntes... —y con ello se adentró al salón, cerró la puerta.
Rodó los ojos. Lo sabía.
Como ya era hora de ir a receso bajo a la cafetería y pido algo para irse a sentar.
¿Cómo habían llegado los ladrones a su casa? Ellos eran de una economía un poco estable, pero los ladrones jamás se fijan en el nivel de la economía.
« ¿Sigues creyendo que es un robo? ¿En realidad fue en casa? Reacciona ya »
Había algo que el omitía, pero no sabía qué. Y esa voz en su cabeza ya lo estaba fastidiando sin embargo la ignoraba.
La psicóloga le dijo que le ayudaría a sacar ese parte que omitía, y el tan sólo no asistirá más.
— ¡Orlando! —Gritó alguien cerca de su oído y lo logro sobresaltara.
Con enojo se volteó a ver a quien le grito y espanto.
—Me matas —exclamó dándole un zape a su amigo mientras lo miraba mal.
—Estabas tan sumido en tus pensamientos, y vi la oportunidad — indico pasándose las manos por su cabello dejándolo disparado a todas direcciones.
—Aun me sigo preguntando cómo eres mi amigo —tomo su jugo y tomo de él.
—Porque te hostigó y te olvidas de tus problemas —indico sentándose en frente de él y encogiéndose de hombros —. ¿Aún vas con el psicólogo?
—Sólo por ir —respondió de un suspiró.
Sus abuelos le decían que tal vez no se sentía preparado para hablar de lo que vio.
Y, él estaba de acuerdo.
Después de una tediosa mañana de clases llego a su casa, miró de reojo que su hermana se encontraba en la sala haciendo su trabajo.
—Creí decirte que no te quería ver rondar por aquí —comento Renata dándole una mirada envenenada.
—Yo no entiendo porque tu actitud es así, hacía mí —hablo irritado por la forma en la que le trataba desde la muerta de su padre.
—No me escuchaste... —respondió con frialdad.
¿No la escucho? ¿Cuándo?
— ¡Siempre te escuchó! —Indico de un gritó.
Renata dejo de hacer lo que estaba haciendo y se acercó a él, hizo lo que en esos tres meses no había hecho; mirarlo a los ojos con comprensión.
—No recuerda nada, aun sigues en shock por lo sucedido y lo entiendo —le hablo con amabilidad, lo tomo de los hombros y lo zarandeo —. Pero deja de mentir.
—No sé de qué hablas... —inquirió con voz baja y negando repetidas veces.
— ¡No recuerdas ni el inicio de ese día! —Exclamó con enfado y luego lo soltó.
En ocasiones le daba miedo su hermana, ya que su estado emocional cambiaba radicalmente. ¿Qué tenía su hermana Renata?
«Siempre nos ocultan cosas »
<<¡Cállate ya!>>
Exclamo en su mente, donde la voz seso. Esa voz que contenía un tono realmente triste y desgarrado.
—No quiero ni recordarlo, ese día papá murió —acato pasando saliva para retener esas lágrimas.
—Recuerda ese día y te veré como tal —sentenció Renata volviendo a su lugar.
Él tan sólo asintió y se dirigió a su habitación.
Aventó la mochila a un lado de la cama y se tumbó en ella.
Suelta eso.
Él que objeto había traído en su mano para que le gritaran tal cosa.
Tan sólo tomo un objeto para defenderse y termino en el hospital y su padre en la tumba.
Cerró sus ojos y decidió dormir una siesta.
וו×
—Suelta eso... —exclamo alguien apuntándolo con un cuchillo y él tan sólo levantó más lo que traía en sus manos.