“El silencio a su alrededor era agobiante, como si toda vida se hubiese ido y las sombras buscaran llevarse la suya, si se atrevía a poner un pie fuera del camino que atravesaba aquel siniestro bosque, le había costado verlo, estaban entre los árboles, camuflándose en la oscuridad, inmensos postes de madera bañados en lo que parecía ser sangre, recorrían el sendero hasta perderse de vista, por momentos, leves gemidos de agónico dolor rompían el silencio, pero tan imperceptibles que eran fáciles de ignora.
La sangre corriendo por sus venas y el acelerado golpeteo de su corazón eran lo único de lo que tenía certeza, incluso sus pasos parecían enmudecer, se sentía flotar más que caminar por aquel oscuro sendero.
Sabía que debía salir de allí antes del anochecer, y ya llevaba bastante tiempo recorriendo el camino que en principio creyó que la llevaría a casa, pero le era imposible saber si aún brillaba la luz del sol, los árboles se cerraban sobre el cielo de tal manera, que no podía saber si la tenue luz que a duras penas lograba filtrarse a través de la maraña de hojas y ramas pertenecía al gran astro.
Al llegar a una bifurcación el terror se apoderó de su alma, más allá del hecho de que ahora tenía toda seguridad de no regresaría a casa, en medio de aquel cruce de caminos había un poste cubierto de sangre fresca, su sangre, y empalado en este, su cuerpo, con su ropa hecha girones, y su carne destrozada, sus brazos extendidos señalando ambos caminos, podía ver la punta de la estaca sobresalir de su cuello y la sangre aun brotando de su boca y sus heridas, y sus ojos… las cuencas estaban vacías llorando sangre…”
Examinar de manera minuciosa su reflejo en el espejo al levantarse y al irse a dormir era un hábito sin el que Iván no podía comenzar y terminar el día, debía revisar que no tuviera heridas que no había visto durante el día, y que no hubiera nuevas al despertar.
Comenzaba siempre revisando sus ojos, luego sus dientes, examinaba minuciosamente sus brazos, sus dedos… en la unión entre su hombro y su cuello encontró una marca circular considerablemente grande, el tejido estaba completamente cicatrizado y no había sangre, pero estaba allí, casi podía ver la estaca, siguiendo en diagonal la que creía era su trayectoria, encontró una marca aún mayor y en las mismas condiciones en el costado, justo por debajo de su cadera, antes de alarmar a Dmitri, pensó en la ausencia de sangre, si tuviese alguna hemorragia interna… Ilya ya lo sabría y lo tendría encima.
Despertar a Ilya era otro eslabón de sus hábitos matutinos, aun en vacaciones Dmitri no permitía que durmieran hasta tarde y como era costumbre Iván despertó a Ilya aventándole un vaso de agua fría, él tenía el sueño muy pesado, por lo que, apenas lograba llegar a cualquier parte medio despierto, si el compromiso era temprano en la mañana, Iván tenía la manía de cortar las palmas de sus manos bajo la excusa de “a situaciones desesperadas, medidas drásticas”, abusando del hecho de que ellos compartían una conexión sensorial.
Habían descubierto esto cuando los gemelos tenían un año, Dmitri les contó que ese día sus padres lo dejaron cuidandolos, no se suponía que fuera un trabajo difícil, considerando lo mucho que dormía Ilya y lo tranquilo que era Iván, pese a que estaban aprendiendo a caminar.
En un descuido por parte de Dmitri, Iván tropezó con sus propios pies cayendo de frente, pero fue Ilya quién termino llorando por el golpe, en la habitación donde estaba durmiendo, y si uno lloraba, el otro también, ambos tenían el mismo moretón en la frente y Con el tiempo descubrieron que Ilya era hipersensible.
En algún momento de la adolescencia, Iván tuvo que dejar la manía y buscar algún método ortodoxo que funcionara para despertar a Ilya, experimentó desde empujarlo fuera de la cama hasta levantarlo con agua caliente casi hirviendo, pero solo conseguía que Ilyia se acomodara aún más y siguiera durmiendo, en un último intento antes de descartar el agua por completo, probo con agua fría casi congelada, encontró que así, sí conseguía su cometido y la cantidad de agua dependía en gran medida que la urgencia que tuviera.
Aquella mañana en particular, comenzaban a trabajar luego de la semana que habían pedido libre, vacaciones breves que a Iván se le hicieron insufriblemente largas. Si alguien le decía al tío Igor que trabajaba en una cafetería e Ilya en una biblioteca, se burlaría de ellos hasta su muerte, aun si la idea hubiese sido suya, en lo personal, Iván odiaba y respetaba a su tío en partes iguales.
Salió de la habitación esquivando una almohada e ignorando el insulto de su hermano, limitándose a contestarle simplemente:
—Llegarás tarde.
— ¡¿TARDE?! ¡APENAS SON LAS 6:00!
En el tiempo que le tomo ir por su hermano y regresar, Dmitri había servido el desayuno, y el reloj colgado en la pared junto a la ventana marcaba las 5:30, él simplemente no se molestaría en corregirle la hora a Ilya si eso contribuía a que cumpliera su horario, ignorando el jugo de naranja, fue directamente por su taza y tomo un trago de su café frio, mientras esperaba, acostumbraban a comer juntos en la medida de lo posible si estaban en casa, hasta que no estuvieran los tres en la mesa nadie probaba bocado.
El reloj recién marco las 6:00 cuando Ilya finalmente apareció en la cocina con prisa, refunfuñando y mal vestido, y él, por su parte ya se había terminado su segunda taza de café.