Doce Besos

Capítulo Uno

 

Observo el edificio, inmediatamente recuerdo la gran e impresionante biblioteca, repleta de libros en cada una de las estanterías, mi memoria trae consigo incluso el aroma de las páginas, o el reducido lugar justo al final donde tomabas asiento y disfrutabas tranquilamente de la lectura. Mientras mas lo pienso, mas difícil me resulta comprender como fue que decidieron transformarlo en este enorme edificio de mas de diez niveles, con grandes ventanales y diseño minimalista, el cual tengo justo enfrente y en el que estoy a punto de entrar.

Como es costumbre parte de la guardia personal del anfitrión nos recibe. Es notable que no requiere de ningún tipo de identificación, tan solo mirarme baja la vista y retrocede algunos pasos para permitirnos ingresar.

—Mira eso... Si que no escatimaron en su presupuesto. —escucho decir a Arlene mientras me da señales con la mirada para que observe a lo que se refiere.

Sigo la dirección de sus ojos y me encuentro con un amplio pasillo, las paredes de mármol blanco sólo logran que resalte mas la alfombra roja, ubicada en el medio. Continuamos la dirección en la que nos dirige para toparnos con una puerta de madera negra, las formas en su estructura indican que fue cuidadosamente tallada a mano, es hermosa, el tono oscuro natural no solo hace resaltar el mármol, se trata del justo balance entre blanco y negro.

—Y creía que su aniversario anterior fue ostentoso. Deberías inspirarte un poco en esto Nana ¿no crees?, sólo imaginate en una celebración asi, siendo la anfitriona, serías el centro de toda la noche, probablemente hablarían de ello todo un año.

—Ella no requiere de este tipo de shows. — contestaba Dan por mí, situación que agradecía pues no estaba de humor para una discusión sobre lo innecesario que me resultaba con Arlene, que siempre disfrutaba de este tipo de eventos.

—Pero no le vendría nada mal, mira que llevar mas de un siglo sin evento alguno para socializar. Que aburrido. —hacia una especie de puchero con su boca.

—Nadie te ha atado a mí. Cuando desees puedes irte. —le decía justo antes de dar un paso al interior del recinto, lo que le impidió contestar.

No era sorpresa que en cuanto la puerta se abrió el resto de invitados giraron en nuestra dirección, estaba familiarizada con las miradas de curiosidad, pero siempre sería un problema el estatus en el que ahora me encontraba, cuando nunca deseé tener vínculo con la burocracia.

Para mi sorpresa en una de las mesas del lado derecho del salón, se hallaban un par de personas singulares, se trataba de una mujer, de estatura media, morena, y cabello largo que sobrepasaba sus hombros, me daba la espalda por lo que no lograba identificarla, por su complexión podía adivinar que ejercitaba a menudo, me lo decian sus brazos ligeramente marcados y expuestos debido al corte del vestido que portaba. A su lado, el hombre de traje gris oscuro y corbata vino, me observó rápidamente y en cuanto nuestra mirada se encontró la desvío como si observarme quemara, se notaban los años en las escasas canas que portaba, pero debido a su buen aspecto lucia mucho mas joven.

—Ya es hora. —escuchaba a Arlene en cuanto la luz del lugar disminuyó para enfocar la parte delantera.

—¿Es en serio?, quieren hacer pasar esto como una presentación.

Era evidente que cada vez nuestra realidad tomaba un tinte a comedia, como fue que dejamos de permanecer en las sombras, de ser esa parte oculta a esto tan ridículo.

—Oh vamos Nan, diviertete un poco. En algún momento debes aceptar que las cosas cambian y que los años no serán lo mismo.

Arlene tenía una manera singular de pensar sobre nuestro estatus. La idea de ser "superior" al resto de personas, se mantenía fija en ella.
Algo que jamás sabría, era que yo no había pedido ser esto, ver y saber las cosas que hasta ahora han trascendido, pero tampoco tenía el valor para dejar de serlo.

—Buenas noches a todos, es un honor tenerlos con nosotros, esperemos estén disfrutando de la velada. —Antony Loughty era el clásico porta voz desde que se le otorgó lugar en la Casa Principal, era un hombre alto, cabello castaño y esa mirada perturbante que sólo algunos poseían, pero en su caso ocultaba muy bien bajo esa fachada de buen súbdito. —Como saben todo esto no sería posible sin Leonard Relish. —terminaba por fin, para extender el brazo hacía la parte trasera, de donde emergía una gran figura.

Sus pasos eran elegantes y su complexion le ayudaba a lucir impecable en ese traje negro, tomaba lugar en la parte media de aquel improvisado show. Observaba el salón y a cada individuo ahí. Entonces, nuestra mirada se encontraba y la retenía de tal manera que un pequeño atisbo de incomodidad surgió en mí.

—Es un verdadero placer tenerlos hoy aquí, gracias por sus obsequios. —su mirada iba y venía entre algunos de los invitados, pero siempre regresaba a mi. —Con respecto a la revelación de hoy, temo que surgieron inconvenientes, pero que no les quede duda que ya trabajamos sobre el tema.

En unas cuantas palabras terminaba su discurso, el resto asentía satisfecho y los hombres a cada extremo de él comenzaban a movilizarse. 
Le veía voltear y dirigirles algunas palabras mientras estrechaban manos. Y en cuanto se deshacía de ellos, sus pasos tomaban mi dirección.

"Oh no, aquí vamos"

—Uff, cuanta resolución. —Arlene y sus comentarios faltos de discreción. —Mira que debemos tener buena relación, no lo arruines. —me dirigía en apenas un susurro.

Todavía no alcanzaba los cinco metros de distancia, cuando sentía a Dan a mi lado derecho tensarse ante su aproximación.

—Esta bien. —le decía rozando rápidamente su mano.

El toque parecía relajarlo, pero quizá no lo suficiente.

—Que honor el tenerla hoy aquí. —comenzaba su discurso.

—Que tal Sr. Relish. —contestaba con voz neutra.

—Me han comentado que es complicado encontrarla en estos días, y mas en eventos de este tipo. —sus ojos tenían algo, esa misma sensación que da la mirada de los felinos, astuto y misterioso.



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En el texto hay: vampiros, romance

Editado: 23.11.2019

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