Han pasado tres semanas desde la ultima vez que hablamos con Charlotte, las cosas no salieron del todo bien entre nosotras, no hubo necesidad de realizar ninguna intervención o plan, como habíamos acordado con Diana, resulto ser que lo de drogarnos no era la única jugada por su parte, hace unos cuantos días Diana y yo estábamos en la cafetería de la plaza esperándola, pero ella no apareció ni nos aviso que no lo haría, al salir la vimos con su grupo de amigos, parecía estar pasándola muy bien, así que no intervenimos hasta que escuchamos nuestros nombres acompañados de las palabras “proyecto” “aburridas” “amargadas” e “ingenuas”. Estaba más que claro que Charlotte no era nuestra amiga, para ella solo habíamos sido uno de sus tantos proyectos de bienestar comunitario, sabíamos sobre esta actividad suya, pero no creíamos ser uno de ellos. Otra cosa que estaba claro era que Diana no se quedaría sin hacer nada, y es eso lo que nos lleva a este punto de nuestras vidas.
Estamos en el auto de los padres de Diana, pero soy yo quien conduce, llevamos los vestidos que Charlotte había encargado para el baile de beneficencia, era costumbre suya probarse la cantidad necesaria de vestidos antes de encontrar el perfecto, por supuesto que nosotras al ser sus examigas íbamos a saber donde encontrar los dichosos vestidos. La rubia se encuentra en la parte de atrás con su actual mejor amigo, un balde de barro, un chucharon y unas tijeras.
Me estaciono en medio de la carretera, y bajo para ayudar a Diana con su plan de venganza, si hay algo que deben de saber es sobre el lado oscuro de mi amiga, aparentemente se ve como una chica tranquila y angelical, pero la palabra clave en todo esto es aparentemente, siempre he sabido que cuando se enoja debo de darle su espacio porque luego la explosión me puede alcanzar, pero esta vez es distinto, ya que no solo ella está enojada, yo también lo estoy y mucho. Esto va mucho más allá de un enojo, Charlotte nos utilizó, para ella éramos sus objetos de entretenimiento, fuimos muy estúpidas al pensar que éramos mejores amigas, y si para ella no valíamos nada, para nosotras ella tampoco lo haría. Dicen que la venganza es un plato que se come frio, no lo entendía, pero ahora lo hago, y creo que lo estoy disfrutando.
—Veremos que tal te quedan los nuevos diseños de Diana y Nicole, las mas grandes diseñadoras de toda Europa— mofo la rubia antes tirar los vestidos en el césped y comenzar a cortar cada parte de ellos despedazándolos, por mi parte con el cucharon tomo algo de barro y comienzo a salpicar en ellos. ¿Qué? Se lo que piensan ¿Un cucharon? Pues sí, no me pienso ensuciar las manos, ¿Saben lo difícil que es quitar el barro de entre las uñas? Es muy difícil y no se los recomiendo.
—Estos vestidos me recuerdan a Pequeñas mentirosas, cuando se llenan de barro y las arrestan. ¿Crees que nos arresten por esto? —pregunte entrando en razón, si nos arrestan mis padres sin duda me mantendrán castigada por el resto de mis días, seré una Rapunzel, si su príncipe claro.
—Si no saben quién lo hizo, no. Ya deja de hacer tanto drama y apúrate, tenemos que devolverlos.
Mi amiga tenía razón, para Charlotte seriamos las ultimas personas en arruinar sus vestidos, pues como ella misma dijo, somos ingenuas y demasiado mojigatas como para robar sus vestidos, arruinarlos y luego regresarlos. Guardamos las prendas en sus respectivos bolsos y los subimos al auto. Esta vez quien conducía era Diana, quien antes se había quejado de mi forma de conducir, y bueno lo admito, no soy la mejor conduciendo, tanto mis padres como mi hermana, se rindieron al enseñarme.
Estacionamos el auto en frente del establecimiento, Diana y yo bajamos de el y tomamos los vestidos, no crean que estamos solas en esto, tenemos una cómplice, una vieja conocida que nos debía un favor de hace muchos años, y le pedimos que dejara abierta la puerta trasera del piso de Charlotte, claro no dijimos nada, no queríamos involucrarla en esto y mucho menos que se enterara de nuestras intenciones.
Le dijimos que era para que los chicos que Charlotte llevaba a casa pudieran salir sin ser vistos por sus padres o alguien de sus conocidos y por supuesto que esto había sido idea de la susodicha, antes de que pasara todo ella nos había comentado sobre esto y bueno ¿Por qué no usarlo a nuestro favor?
Con las prendas subimos hasta el piso en que la familia Martínez vivía, e hicimos lo que teníamos que hacer, colocamos los vestidos tal y como los encontramos, para luego irnos. Camine hasta la salida tras unos segundos me sentí sola, así que voltee mi cabeza en busca de mi rubia que se supone debía estar tras de mí, pero no estaba. Las alarmas en mi cabeza se encendieron, y la idea de que "Sin nombre" — como la habíamos llamado— la encontrara me lleno de pánico, así que regrese sigilosamente con la esperanza de encontrar a mi amiga. Para nuestra suerte nada malo había pasado, Diana estaba de pie junto al mesón de la cocina anotando algo en lo que parecía ser un post-it.
—¿Qué haces? Debemos irnos antes de que alguien nos vea— llame su atención a lo que ella sonrió, con esas sonrisas que dan miedo, algo más planeaba y honestamente eso me aterraba.
—Antes tengo que hacer algo— alego sacudiendo la pequeña hoja amarilla que tenia unas letras escritas en el, las cuales no alcance a ver hasta que me puse enfrente de los vestidos con la nota pegada sobre ellos.
"Un pequeño presente, disfrútalo PERRA"
Las palabras no me sorprenden, me alivian, creí que haría otra cosa que podría hacer q nos metiéramos en problemas.
Salimos del edificio, caminando a una velocidad considerable, vamos de regreso a casa. Mis padres están en unos de sus congresos en Italia y mi hermana mayor se esta quedando en casa de su novio, así que no me preocupa entrar a mi casa tranquilamente.