Ya ha llegado el día más esperado por todos en nuestra comunidad, mi padre lleva una hora esperando en el sofá con su traje negro ya puesto, tiene paciencia, sabe perfectamente como son mi madre y Gillian en los eventos siempre se cambian los accesorios, maquillaje hasta sus peinados a pesar de ya haber elegido uno hace unas semanas.
Yo por lo contrario ya estoy lista o eso es lo que creo al verme frente al espejo. Mis labios están pintados de un color rojo que resalta a la perfección con mi piel, las sombras que me coloco mi maquillista no es un color tan llamativo justo como me gusta. No soy una fan de la moda y eso de estar arreglada, prefiero lo sencillo y nada llamativo, pero como dijo mi madre, el fin de este evento es llamar la atención.
— Ya no puedo más... moriré de aburrimiento, papá diles algo— miro a mi padre a modo de súplica, pero no hace nada mas que encogerse de hombros y alzar su taza de te mientras lee uno de los artículos científicos de la mesa junto a él.
Tomo el móvil de mi pequeña cartera para ver la hora, pero la notificación de mi reciente adicción, hace que me olvide de lo demás y me concentre solo en su respuesta.
@jugador001: ¿Estas libre para una partida?
@jugador001: veo que no, yo ya me tengo que ir, tengo el asunto con mis tíos.
¿Cómo es que no había visto su mensaje? Hace media hora que me escribió, he estado viendo mi móvil cada cinco minutos por la ansiedad que me genera todo este asunto del evento y la atención que mi madre tiene sobre mí.
@SwettNicole: Lo siento, tengo cosas que hacer.
@SwettNicole: Tal vez luego.
Presiono el botón de enviar, justo después de eso mi madre y hermana descienden por las escaleras como princesas, con una delicadeza majestuosa.
Papá les dedica una sonrisa, antes de acercarse a tomar la muñeca de mi madre y depositar un beso en su dorso, para después hacer lo mismo con mi hermana. Luego camina hacia mí, con un gesto me pide enganchar mi brazo al suyo, como todo un caballero, nuevamente hace lo mismo con mi hermana y camina con ambas hijas al auto, mientras que mi madre nos sigue.
***
Mentiría si dijera que el camino al baile no fue una eterna tortura, aun tengo la voz de mi madre enumerando las reglas y como debo de comportarme, rondando en mi cabeza. Solo quiero que digan mi nombre, presentarme y acabar con todo este tormento de una buena vez.
Al menos la comida no está mal
Asegura la voz de mi conciencia, después de probar unos postres de la pequeña mesa junto a mí. No me juzguen, de cierta forma lo que me termino de convencer de venir fue la idea de que los mejores cocineros estarían aquí esta noche, regla numero uno de la vida: Nunca desperdicies buena comida. Estoy segura de que, si yo no venía, las anémicas come lechuga desperdiciarían las deliciosas tartaletas de camarón y los exquisitos postres que han servido hoy.
Me dejo llevar por el dulce sabor de las frutas bañadas en fino chocolate amargo, con los ojos cerrados saboreo la mezcla de los sabores, pero antes de que pueda terminar el deleite una mano me arrebata la fruta, mis ojos se abren indignados por tal acto ofensivo, pero veo a mi madre con una gran mirada de reproche.
—¿Qué te crees? — pregunta entre dientes, mirando a su alrededor.
—Solo disfruto de la mesa de bocadillos, ¿algún problema?
Mi madre rápidamente me aparta de ahí y me lleva a otro extremo del salón, como si de una emergencia se tratara.
—¿Qué te pasa? ¿Estas loca? ¿Qué pensaran de ti si te ven devorando la mesa de bocadillos? Dirán que no te damos de comer y que eres una muerta de hambre...Dios, Nicole lo primero que te dije es que no nos avergonzaras y es lo primero que haces, solo compórtate— ordena antes de marcharse sacudiendo su larga melena rubia.
¿Qué me comporte? Lo estaba haciendo, no tiene nada de malo que me sirva de los bocadillos y si así lo fuera, entonces ¿Por qué rayos nos dijeron que disfrutemos de los bocadillos?
Ya casi eran las nueve de la noche, lo hora de la presentación y Diana no llegaba, se supone que llegaría temprano para estar juntas en todo esto y para ver a la demonio, mejor conocida como nuestra ex-amiga Charlotte, que como si la hubiera invocado apareció en la entrada acompañada de dos chicos super apuestos, uno era alto y de cabello oscuro como la noche, parecía algo incomodo, mientras el otro acompañante estaba detrás de ellos observando todo a su alrededor, por alguna razón algo en él se me hacía vagamente familiar.
Al parecer el problema con los vestidos fue solucionado, pero desde mi punto de vista los otros vestidos— los que arruinamos— se me hacían mas bonitos y mas del estilo de la demonio.
Una mano toca mi hombro haciéndome girar, se trata de mi loca amiga Diana, quien llevaba puesto un vestido negro ajustado y su maquillaje también negro con algunas piedras decorativas.
—¿Tu madre te dejo venir así? — pregunto con mi muy notorio tono de sorpresa.
—Y si no lo hubiera hecho me daría igual—asegura ella acomodándose el cabello a su costado— es mi presentación, no la de ella, ya tuvo la suya en la era de los dinosaurios que me deje tranquila a mí. Hoy nos presentamos a la sociedad y quiero que me conozcan como soy, además solo porque soy rubia no significa que me tenga que vestir de rosa o tonos pasteles, el negro me resalta mejor.
Juntas caminamos tras bambalinas y gracias a la luz, ella me detalla mucho mejor.
—A ti parece que te vomito una podadora.
—Hey, no te metas con mi vestido, a mi me gusta y pelee por el, es un avance.
—Lindo... ¿Sabes? Si merecuerda a ti, ya sabes cuando te pones en plan rosa y cursi, pero me agradasmas cuando quieres matar a todos.
Paso de ella, ignorando su insulto-alago que es algo muy común en Diana. A lo lejos diviso a la señorita Muñoz, que es la encargada de las presentaciones, ella me observa con su mano hace una señal para que nos acerquemos.