Odio las fiestas de la alta sociedad, siempre debemos de entablar conversación con personas que solo conozco por las revistas, al igual que ellos a mí.
La gente se acerca a saludar a mi familia y no deja de decir lo asombrados que están al verme, que he crecido y que ya soy toda una mujer.
Papá se mantiene indiferente de los comentarios, mientras que mi madre, les sonríe a todos y me presume, su comportamiento de esta noche es fuera de lo normal, pues en las fiestas ella solo es cortes, se limita a hablar con los demás y papá es el sociable. No sé qué les está pasando, pero se me hace muy raro verlos con esa actitud.
—Necesito algo fuerte, me siento agobiada— Gillian interrumpe mis pensamientos, sentándose junto a mí.
—Una dama no busca un momento para beber— trato de imitar a nuestra madre, Gillian ríe y se bebe su copa de un solo trago.
—Eres una mala influencia hermanita— sonríe chocando nuestros hombros. Todos los que nos conocen saben lo “rebelde” que puedo ser, pero la más rebelde de las hermanas Méndez, es mi hermana mayor Gillian, ella no oculta quien es, siempre ha demostrado su verdadera personalidad, como se siente, y que es lo que piensa.
Admiro mucho a mi hermana, cuando era pequeña quería ser como ella, una parte de mi esperaba tener la misma fortaleza que ella, esperaba ser temeraria y ruda, pero al final termine siendo yo, una chica que no puede hablar, por miedo a lo que podrían decir sus padres.
—Oye ¿Qué hay con ese chico que te acompaño? Es apuesto.
Observo a mi hermana con una cara de espanto muy evidente. Niego rápidamente, antes de que se le ocurra insinuar algo más, y el universo la escuche.
—No hay nada, solo es un chico x que conocí en una situación x y no nos volveremos a ver. — mentiría si digo que la convencí con mi argumento, solo logré que se ría en mi cara.
—¿Quién soy yo para juzgarte hermanita? Aquí huele a amor— le da un trago a la nueva copa que no se dé donde salió—Solo recuerda mis palabras, las situaciones “x” se pueden convertir en el “Había una vez” de una chica. — mi corazón se acelera sin razón alguna, no quiero hacer caso a las palabras de mi hermana, pero para los hermanos menores resulta imposible olvidar lo que sus hermanos mayores les dicen, sobre todo en mi caso, en mis cortos años de existencia Gillian siempre ha tenido razón en todo lo que me ha dicho, jamás se ha equivocado en algo, ella es muy observadora, a veces hasta casi bruja.
La voz de la experiencia, supongo.
***
Tras haber bailado unas cuantas piezas con mi padre y algunos amigos de la familia me dirijo al baño antes que alguien mas quiera bailar conmigo, no me mal entiendan, me gusta bailar, si, pero las canciones lentas no son lo mío.
Camino al baño me encuentro con mi rubia favorita, que se acerca sonriente al verme.
—Creo que me enamore…es todo un caballero—esto es raro, Diana enamorada es como ver un cerdito son alas y con cuerno de unicornio.
—¿Estás ebria? — pregunto acercándome para poder oler el mínimo rastro de alcohol, pero no hay nada solo el olor del perfume que le preste, porque si mi amiga ama mi colección de perfumes que apenas utilizo.
—¿Por qué debo de estar ebria para enamorarme? — se defiende cruzando los brazos sobre su pecho — lo nuestro es un amor prohibido, no se lo digas a nadie. —me apunta con el dedo, amenazante.
¿A quién se lo diría? Es mi única amiga, pero eso ella ya lo sabe.
La miro extrañada antes de que se voltee y desaparezca entre las personas que caminan a lo largo del pasillo.
No se que les pasa a todos hoy que andan actuando de una forma extraña, primero mis padres y ahora mi mejor amiga. Diana puede ser muy enamoradiza cuando se lo propone, pero su fase de enamoramiento pasa a las dos horas, así que supongo que no debo de preocuparme del todo, aunque eso no quita que sea extraño, sus gustos con los chicos son distintos, y no creo que frecuenten estos eventos, y eso si es algo que debo admitir me preocupa.
Finalmente llego al baño más lejano al salón del baile, cierro la puerta tras de mi y le coloco el pestillo.
Me paro frente el lavamanos y abro la llave, dejo que el agua corra por un rato simplemente por relajación, se que no ayudo al planeta así, pero el sonido del agua corriendo me resulta relajante, meto mis manos dejando que el agua las moje, a estas horas de la madrugada ya no me importa nada, así que llevo mis manos mojadas a mi rostro, haciendo que un poco del maquillaje se corra.
Una punzada en mi pie derecho hace que me incline, para literalmente arrancar mis zapatos — o mas bien aparato de tortura— de mis pies.
Ya descalza, me subo en el muro del lavamanos, descanso mi espalda sobre el espejo y meto mis adoloridos pies en el lavamanos que ahora esta lleno de agua, mis pies abollados agradecen mi acción tras una sensación de alivio. Saco mi móvil del entre mis pechos, no he revisado mis notificaciones desde el rato de la presentación, no hay nada interesante hasta que abro Instagram y veo que tengo varios mensajes de algunos de mis compañeros de clases.
Reviso el primero, y veo que es una historia compartida del perfil de Charlotte, en el que salgo yo justo en el momento en que tropiezo, pero es editado, haciéndome ver como si Sean me empujara, después de eso salen un montón de emoticones y se repite una y otra vez la caída, al final del video sale un mensaje: La doctora torpeza. No se ustedes, pero quiero sanar y no morir en el intento.