Domadores | #1 |

Capítulo 56. Las cosas no siempre son lo que parecen

María miró a Nicole, ahora era su turno. Ella ya no podía hacer mucho más por tratar de ayudarla.

Nicole comprendió enseguida lo que le estaba pidiendo la chica.

—Y esa es la razón por la que no tienes amigos. ¿Es que no te has dado cuenta de que no encajas aquí? Vas por los pasillos como un perrito abandonado rogando que alguien te mire y te lleve a casa, pero cuándo lo hace buscas un dueño mejor. Eres patética —provocó Nicky acercándose a ella.

—¿Y a quién le importa lo que tú digas? ¡Solo eres una marioneta de tu hermano! ¡No puedes ni respirar sin que él te de permiso! —le respondió la joven Ignis.

Nicole se abalanzó sobre ella y comenzaron a forcejear. Todos contemplaban la escena contrariados. ¿Desde cuándo María tenía tanto carácter?

—¡Que alguien las separe! —ordenó Gael.

No tenía tiempo que perder con dramas de adolescentes. Dos repudiados se acercaron a tratar de mediar en la pelea, pero aprovechando que avanzaban con la guardia baja Nicole les lanzó una descarga que provocó que cayesen al suelo y comenzasen a convulsionar.

—Ponte detrás de mí —le ordenó a María.

Ella ya había hecho su parte, ahora era su turno. Miró a Claudia quien se escurrió y se colocó junto a ellas. Ahora tenían una oportunidad de luchar de forma más igualada.

Gael estaba furioso, no podía creer que dos niñatas se la hubiesen jugado... Se giró colérico hacia sus hombres.

—¡Sois unos idiotas! ¿Cómo habéis permitido esto? —les preguntó como si no hubiese sido culpa suya.

Ninguno se atrevió a responder, conocían de sobra su mal humor y su impulsividad y no querían servir de tentempié para el estirge.

Todos se pusieron en posición de ataque. Había llegado el momento. El grifo se lanzó ferozmente a por el estirge. Nathaniel tenía demasiadas ganas de verlo muerto, nadie amenazaba a Nicky y seguía vivo para contarlo.

El profesor creó una barrera de agua para separar a María, Nicole y Claudia de los repudiados y que así ellas pudiesen avanzar hasta juntarse con ellos.

Bruno abrazó a su hermana aliviado, por un segundo había llegado a creer que la perdía.

—No hay tiempo para eso —le advirtió esta.

Quería mucho a su hermano, pero no creía que en medio de una batalla fuese el momento idóneo para demostrárselo.

Ráfagas de aire, bolas de fuego y proyectiles de agua volaban por el internado. No había tiempo de pararse a pensar una estrategia o algo impactaría en ti de lleno. Las criaturas de los repudiados eran mucho más numerosas que las suyas, y el grifo y el rinoceronte estaban agotados de hacerles frente. No aguantarían mucho más ese ritmo. Necesitaban refuerzos.

La salamandra de uno de los repudiados se acercó velozmente hacia Nathaniel y Bruno y les lanzó una enorme llamarada que les pilló por sorpresa. María que estaba a pocos centímetros de ellos no lo dudó ni un segundo y se puso delante para parar el fuego. Se suponía que era ignífuga, ¿no?

Cuando el fuego comenzó a rozar su cuerpo todas las partes de ella, y lo que llevaba puesto, que entraban en contacto con este comenzaron a transformarse también en llamas. La salamandra intensificó su llamarada para cubrirla entera.

María comenzó a chillar desesperada. Podía ser que no le dejase heridas, pero el contacto con el fuego le provocaba el mismo dolor que al resto. Los jóvenes la miraron incrédulos. Ya no había rastro de María, tan solo era una gran llama.

La salamandra paró de atacar y la joven volvió a su estado natural. Nate y Bruno la seguían contemplando, acababa de salvarles la vida, le debían una gran disculpa. Sobre todo Nate.

Los repudiados la observaron perplejos, ¿era una Ignis? No, no podía ser, se habían extinguido. Ya no quedaba ninguno, tan solo eran personajes de las leyendas que se les contaban a los niños antes de ir a dormir...

Repentinamente todo el recinto comenzó a temblar. Fuertes sacudidas provocaron que todos los allí presentes cayesen al suelo. ¿Qué estaba pasando?

Miraron al techo tratando de comprender qué ocurría, pero para su sorpresa el techo estaba siendo arrancado por el dragón de la directora. Óscar se puso en pie rápido, sin el techo su kraken podía acceder ahí con sus tentáculos y atacar.

Todos los repudiados comenzaron a huir, el kraken no les daba respiro, cada segundo aparecía uno de sus largos tentáculos y se llevaba a uno de ellos.

Los chicos respiraron aliviados. Se habían salvado. Estaban agotados de la pelea, pero por fin todo se había acabado.

Bea echó a correr desesperada junto al resto de los repudiados. Ella era una traidora y si la cogían sabía lo que le ocurriría.

Clo la agarró del brazo.

—Suéltame —le suplicó—. Sabes lo que me harán si me pillan...

Claudia cerró los ojos y la soltó, sin embargo cuando Bea trató de huir se chocó con una pared de aire. Miró a la joven Domadora desesperada, ¿por qué le hacía eso?



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En el texto hay: internado, romance, magia

Editado: 09.09.2018

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