Domadores | #1 |

Capítulo 57. Despedida (fin)

El internado comenzó a quedarse desierto después de todas las detenciones. Nate corrió a abrazar a Nicky, no podía creer que casi la hubiese perdido. No hubo palabras, tan solo se fundieron en un cálido abrazo.

Nicole le miró sonriente la conexión del cuello.

—Lo has conseguido —dijo acariciando con sus dedos suavemente el dibujo.

Él cerró los ojos y disfrutó del leve contacto.

—¿Acaso lo dudabas? —bromeó provocando la risa de esta.

—Pero ¿cómo ha sido? ¡Tienes que contarme! —le dijo impaciente.

—Un chico debe tener sus secretos —bromeó entre risas.

Nicole golpeó su brazo.

—Bueno, pues me debes un paseo por las montañas.

El joven asintió con una enorme sonrisa. Ya se imaginaba a lomos del grifo junto a Nicky sobrevolando las montañas...

—Por cierto, creo que le debes una disculpa a alguien —lo regañó.

Él arqueó una ceja, las disculpas no eran lo suyo, pero en el fondo sabía que tenía razón. Caminaron hasta donde estaban María y Bruno, pero no querían interrumpir, así que les dejaron un poco de espacio.

—Yo... María, no sé qué decir... Es mi hermana y pensé que tú...

Bruno no sabía muy bien cómo disculparse, había dudado de ella en un momento clave, pero debía entenderlo...

María lo besó. No tenía nada que decir, ella también había metido la pata con él, estaban en paz. De hecho estaba tan feliz de estar junto a él que todo le daba igual.

—¿Estos dos desde cuándo tienen algo? —le preguntó Nicky a Nate al ver el beso.

Sabía que se traían algún rollo, pero jamás se imaginó que su hermano se atreviese a hacerlo público. La verdad es que alegraba por él, María era una buena chica.

—Uff, es una larga historia —le respondió Nate encogiéndose de hombros.

En realidad ese tema le daba bastante igual al joven, y no quería hablar de relaciones con Nicky porque sabía que acabarían discutiendo.

Tosió interrumpiendo el beso, tampoco se iba a quedar toda la vida contemplando la escena.

—Creo que te debo una disculpa. No solo me has salvado la vida, sino que también has salvado a las personas más importantes de mi vida —reconoció—. Lo lamento, de verdad, te he juzgado mal —dijo colocando su mano en el hombro de la joven.

María estaba emocionada. Nathaniel estaba siendo amable con ella, de hecho, ¡estaba tocándola! Se abalanzó sobre él y lo abrazó fuerte.

—No te preocupes —dijo sonriendo.

—¡Nicky! —gritó este.

¡Qué manía con abrazarlo! Nicole comenzó a reírse.

—Te ha salvado. Creo que se ha ganado el derecho a abrazarte —dijo entre risas.

—Suficiente, suficiente —le dijo tratando de separarla.

María se despegó y se colocó de nuevo junto a Bruno. Sin duda a partir de ese día las cosas serían muy diferentes.

Nicole miró a Claudia que estaba sola con la mirada perdida. Estaba demasiado afectada por lo de Bea.

—Perdón, voy a hablar con ella —dijo despidiéndose.

—¡María, cariño! —se escuchó el chillo de una señora de unos cuarenta años.

Era rubia, bajita, y de complexión media. Sus vaqueros estaban desgastados y su blusa tenía una pequeña mancha de tomate en el cuello. Se abalanzó sobre la joven.

—¿Mamá? ¿Qué haces aquí? —preguntó extrañada.

—En cuanto Adrianna me ha avisado de lo ocurrido he venido volando —aseguró preocupada.

María la miró confusa; ¿volando, volando? ¿o era una expresión? Su madre nunca le había hablado de los grupos, ¿a cuál pertenecería ella? ¿Sería también una Ignis?

—Oh, cariño, cuánto lo siento, no debí permitir que entrases aquí. De verdad que lo siento mi niña. Qué mal lo has tenido que pasar... —dijo angustiada mientras la cogía de las mejillas.

María trató de apartarla un poco, estaba pasando una vergüenza terrible. ¿Cómo podía tratarla así delante de Bruno y Nathaniel? Ambos estaban casi por los suelos de la risa.

—¿Dana?

Todos se giraron y vieron a Javier Jaquinot que la miraba confuso. Hacía muchísimos años que no se veían.

—¿Os conocéis? —preguntó María.

—Estudiamos juntos —respondió su madre tratando de zanjar el tema—. Bueno, recoge tus cosas que nos vamos.

—Mamá, pero yo no me quiero ir.

—Todos deben abandonar el internado —interrumpió Javier sin dejar de mirar a Dana—. Ha quedado destrozado por la pelea y llevará un tiempo volver a ponerlo en funcionamiento. Además, antes de reabrirlo hay que investigar unas cuantas cosas —explicó.

—Venga, ve a hacer la maleta —insistió.



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En el texto hay: internado, romance, magia

Editado: 09.09.2018

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