PRÓLOGO
Todo había sucedido muchos años atrás, en Inglaterra; una historia sobre un niño de mente brillante y un corazón noble. Lleno de méritos por sus actos de bondad, generosidad y humildad, y entre otras cualidades que despertaban unánime simpatía y agrado por él. Muchos que llegaban a conocerlo, lo señalaban como una persona con ángel, con un carisma especial: lleno de gracia y encanto. Pocos son los niños que llegan a existir en la tierra de tal forma que llegan a ser extraordinarios como Dominick Harper Doyle.
Dominick resultó ser una maravillosa persona, más de lo que su madre podría esperar de un hijo. Pero algunas personas cristianas y de buena fe... esperaban mucho más para el pequeño... un prodigio proveniente del cielo, pues pensaban que tarde o temprano el niño podría hacer grandes cosas por gracia divina. Por ejemplo, una asombrosa curación a quien más lo necesitara. Sin embargo, la observación de ellos era de total exageración, al creer que un muchachito como él, con tanta generosidad y hechos santos de conducta, podría ser digno de tal privilegio y bendición.
Y no solo su inteligencia y forma de ser del pequeño era de admirarse, también no dejaba de asombrar (aquellos que llegaban a conocerlo) sobre el físico que adornaba extrañamente a Dominick Harper. Pocas personas sin escrúpulos lo contaban entre las personas misteriosas, fenómenos de circo; pero realmente el físico del niño no era para nada grotesco, estaba lejos de serlo. Porque no a todos les parecía igual, sino todo lo contrario: encantador.
Muchos veían que él siempre mantenía una dulce expresión marcada en su rostro, ya que sus delgados labios se rasgaban hacia arriba, justo en las comisuras, y eso lo hacía parecer como si estuviera constantemente sonriéndole a todo el mundo, e incluso podía decirse que de un modo entrañable. Aunque no se le notaba cuando se le encontraba demasiado triste, pues en tal condición, su mal gesto pesaba como el plomo, y desfiguraba aquella permanente sonrisa que alentaba a muchos.
A pesar de todo, Dominick era realmente hermoso, con ese rostro redondeado que le daba un aire inocente. Y tenía una nariz respingada con gracia; y sus ojos resultaban ser tan brillantes, de color verde grisáceo, el mismo color de los penetrantes ojos de su padre.
Su cabello, resultaba ser de un castaño claro que, bajo los rayos del sol, brillaba como un chelín recién acuñado. No obstante, en el jovencito había tres cosas peculiares en su aspecto, aunque esto no lo hacía menos encantador, a pesar de que algunos pocos dijeran sobre él: «¡Vaya rareza!».
El caso es que Dominick de apenas nueve años, no parecía realmente tener esa edad, aparentaba mucho menos. Y resultaba ser más pequeño que otros niños de su edad; quien lo viera por primera vez no le resultaría para nada un enano, estaba muy lejos de parecerlo. Tal condición física fue el resultado a su nacimiento prematuro y que había afectado su normal crecimiento, pero que milagrosamente había logrado sobrevivir. Su madre cuando lo vio por primera vez le pareció tan pequeñito e indefenso que ese día lo tomó en sus brazos y lo amó con todo su corazón, porque el fruto de su vientre se había aferrado a la maravillosa vida.
Otra cosa extraña y poco usual es que Dominick tenía el cuello el doble de largo de lo normal. Y lo otro, era que conservaba de manera maravillosa, unas mejillas rojizas que solo los niños más pequeños podían tener de forma temporal, aunque él las tenía extrañamente resaltadas y permanentes, y que eran tan rojas como las manzanas de finales de otoño. Algunos pocos, sobre todo los niños sin educación lo llamaban entre risas burlonas: el niño rojizo.
Pero las desgracias en la vida no faltarían para un niño inclinado en lo bueno y temeroso de Dios. Tenía una fe tan firme y lleno de esperanza sobre un mundo mejor basada en la sagrada escritura: la Biblia. Sin embargo, a pesar de todo infortunio, Dominick Harper era como un haz de luz en medio de aquel mundo gris en el que solía vivir día tras día.
Sin embargo, los infortunios por venir... también le abrirían nuevos caminos dichosos por delante; sorpresas agradables a su vida y aventuras inesperadas. Así que, durante su infancia, su camino hacia la luz sería más brillante entre la oscuridad; y él ciertamente no tendría temor.
Pero primero he de contarles esta historia desde el principio, varios años atrás a su privilegiado nacimiento; sobre la difícil vida que tuvo que enfrentar su madre irlandesa, de nombre Erinn Doyle, y que la llevaría a emigrar finalmente a Inglaterra para salvar su vida y encontrar un futuro mejor.
Editado: 05.12.2022