P.O.V: Nebraska Grey
Entro a mi departamento con el olor de Edward formando un aura a mi alrededor. Escucho a mamá y papá discutir en la cocina, el último le reclama porque no debería llamarme como si fuera una niña pequeña y que si estoy soltera puedo hacer lo que quiera.
—Hola —saludo a ambos y les dejo el sushi restante en la barra.
—¿Qué tal te fue?
—Muy bien —señalo frunciendo el ceño porque papá trata de sonar bien, aunque en realidad siento que su apoyo hacia mi es falso y lo disfraza—. Me voy a duchar.
—Hija, te divorciaste hace muy poco y te rompieron el corazón, no hagas locuras que te puedan dañar más.
—Mamá, mi corazón lo reparé porque dos idiotas no se van a llevar mi vida. Pero gracias por tu preocupación —giro para irme a mi habitación tal y como tenía pensado.
Me quito la chamarra y la dejo sobre mi cama junto con mi celular, paso directo al baño para poder bañarme, claramente mañana tendré que ver primero el outfit y asegurarme que sea acorde al gimnasio. Salgo envuelta en la toalla y encuentro a mamá acostada sobre mi cama, doy un brinco y luego hago cómo si no estuviera ahí.
—Ya sé que me viste —menciona sin ganas—. ¿De quién es?
—De un amigo, mamá.
—Tu no tienes amigos, tu único amigo es nuestro Josh.
—Josh es un idiota —aseguro con mi pijama ya listo.
—Josh es el amor de tu vida, debes volver con él —avanzo al baño fingiendo que no escuché eso.
—Mamá, no volveré con él —musito cuando la veo seguirme—. Jamás me voy a exponer con una mala persona.
—Pero si Josh es perfecto —el nudo en mi garganta es enorme y las lágrimas ya caen solas, pero cómo siempre, no dejo que las vea.
—Ve y cásate con él, si tanto te gusta —digo ya fastidiada.
—No entiendo qué te pasa, de seguro es esa estúpida que ahora tienes cómo amiga.
—Mamá, Montana es mucho mejor amiga que Jani y eso que ella me conocía de pequeña —señalo saliendo luego de desmaquillarme.
Afortunadamente mi celular suena y tomo la llamada antes de escuchar cualquier comentario que venga de ella.
—Dime.
—Hola, perdón por molestar.
—Tranquilo, tu no molestas cómo otra persona —miro a mamá que se dedica a revisar mis perfumes—. ¿Pasa algo?
—Sí, en la chaqueta que llevaste ¿Hay unas llaves?
—Deja ya reviso —hago lo que dije y efectivamente hay unas llaves—. Aquí están.
—Maldición. Oye, mañana ¿A que hora sales del trabajo?
—A la misma de siempre.
—Que graciosa. Es que esas son de la oficina y de mi casillero en el gimnasio.
—Entonces te propongo que las pases a buscar al centro.
—¿Qué? —por el tono sugerente de su voz noto su doble sentido.
—No malpienses, idiota —suelto una risita divertida y avergonzada, lo escucho reir tambien—. Al centro psicológico donde trabajo.
—Me das la dirección.
—Mmh.
—Eso era, perdón por molestar.
—Descuida, buenas noches.
—Buenas noches, que sueñes con angelitos y conmigo a tu ladito.
Sonrío y corto la llamada, mamá me mira con una ceja alzada como generalmente hace para cuestionar, no le presto atención y guardo la chaqueta en mi closet, mañana iré con ella a pesar de que no vaya a combinar con el vestido. Mamá me sigue y la ignoro hasta que se canse, porque si hay algo que le gusta a mamá es tener la atención de la persona a la que le estará hablando.
—Hija, es por tu bien.
—Mamá, mi bien no es con personas que me den la espalda, que me apuñalen por detrás. Y tu Josh al que tanto amas, me lo hizo y no sólo una vez. Me casé con él y me pidió el divorcio descaradamente, yo no tropiezo con la misma piedra dos veces. Ahora sale de mi habitación, por favor, quiero dormir.
Cierro la puerta apenas sale, me acuesto y le escribo a Mont que mañana si iré al gimnasio, su respuesta es una foto de la espalda de quien supongo es su novio, acostado en su cama y un emoji, ese de la luna con la cara perversa junto con un “Así acabarán”.
Niego con la cabeza y decido dormir.
***
Despierto antes de que suene la alarma, demasiado transpirada y decido que hoy cambiaré sábanas. Me voy a la ducha evitando el espejo porque no quiero ver la ansiedad de mi cuerpo deseando que suceda lo mismo del sueño, dejo que el agua helada relaje mis músculos que queman. Muerdo mi labio porque pongo en duda el ir a la promesa de conocerlo más.
—Maldición —gruño frustrada.
Salgo del agua congelada, mi cabello me maldice por someterlo a esto pero era necesario. Seco mi cabello con el secador luego de aplicar protector de calor, me peino haciendo un rodete como siempre, mi anterior flequillo ahora más largo enmarca mi rostro. Me maquillo pensando en los aretes que usaré hoy.
Salgo del baño y en la cama encuentro a mamá, está vestida y con un desayuno listo para mi, lo cual agradezco porque por lo general cuando tengo días cómo hoy paso a un Starbucks y listo. Muerdo mi labio mientras me pongo el vestido, es de estampado floral bastante bohemio, corto con cinturón en la cintura, escote asimétrico de un solo hombro, la falda es a capas muy bonito. Me calzo unas sandalias de tacón fino con una tira tobillera, es de color crema ya que las flores son de ese color mientras que el vestido es de un color verde musgo ligero.
—No llevas brasier.
—Lo sé mamá.
—El doctor dijo que debías usar el ortopédico por tres meses.
—Ya fue.
—Tu complicación, Nebraska —advierte y yo trato de ignorarla, ella también me incitó a hacerla cuando le conté que Josh había opinado lo de la cirugía.
Termino de ponerme la chaqueta y busco mi bolso, mamá frunce el ceño y arruga la naríz con disgusto al ver con qué voy. Obviamente me importa muy poco y decido salir tan pronto cómo pueda, papá sigue acostado por lo que tendré que utilizar transporte público. Me despido de mamá y me marcho.