Donde Coincidimos

Capítulo | 33

P.O.V: Nebraska Grey

Luego del increíble día que tuvimos ayer, hoy nos toca volver a la realidad. Me despido de mi familia y luego subo a mi auto. Edward y Justin se fueron ayer por la noche porque cierta persona les llamó por un motivo en particular, no sé nada del tema, pero el mayor estaba totalmente ofuscado.

Conduzco a mi trabajo con calma y esperando que el día no sea tan pesado, no quiero trabajar mucho. Llego con mucho tiempo de sobra y eso sólo significa que el día va a mi favor. Entro al edificio y saludo a todo aquel con el que me encuentre, aunque llegar a mi piso es un caso, el elevador se tarda un mundo y necesita mantenimiento.

—Hola Doctora Grey —saludo en recepción y pido mi agenda de hoy.

—¿Hay dos en sobrecupo?

—Sí.

—¿Por qué tanto?

—Son citas, personas que quieren charlar con usted de los casos que ha tomado en juzgados.

—Está bien —ya me siento más aliviada—. Creí que eran pacientes.

Niega sonriendo y justo llega el mensajero con el correo para todos. Me entrega los míos de inmediato y como se le es costumbre, comienza a repartir el chisme. Sonrío y me alejo llevando mis cosas a mi oficina/consultorio, me siento en mi silla y comienzo a revisar la correspondencia antes de que lleguen pacientes.

—Hola, Nebraska —levanto la vista y me encuentro con mi jefe en la puerta.

—Hola.

—¿Feliz? ¿Qué tal tu fin de semana?

—Muy bien, gracias. ¿Que lo trae por aquí? —se sienta en mi sofá de atención y revisa mi mesita de centro.

—Tenemos casos, otra vez.

—¿Cuántos? —cuestiono mientras me levanto a buscar el archivo de mi primer paciente de hoy.

—Unos seis.

—Son demasiados.

—Lo sé y viene uno marcado especialmente para ti —asiento, ese fue el que acepté—. Pero, ¿No quieres tomar otro?

—Usted sabe que sólo me dedico a uno hasta que lo cierro. Además si tomo otro tendría que dejar pacientes y no puedo —asiente entendiendo cómo siempre.

—Te lo traeré luego y quiero que examines los otros para tener una segunda opinión.

—¿Respecto a?

—Los profesionales a los cuales les puedo dar cada caso —asiento de acuerdo—. Por cierto, me enteré que tienes novio nuevo.

—Pues sí.

—Me alegro por tí ¿Cuanto llevan?

—Un mes y algo más, ni yo estoy segura —sonríe y asiente viéndome.

—Te ves bien, te hace bien.

—Lo sé —musito sonriendo y llega la chica de recepción.

—Doctora Grey, su primer paciente llegó ¿Lo dejo pasar o necesita tiempo?

—Deja que pase —asiente y mi jefe se va haciendo una reverencia antes de marcharse.

Me acomodo y voy con mi lápiz y croquera hasta mi sofá. Enciendo las velas que le gustan y espero a que llegue.

—Hola, Doctora Grey.

—Hola, cierra la puerta y toma asiento —señalo esperando que todo esté bien.

Mi paciente rápido comienza a charlar, el arte de escuchar es fascinante, porque no es sólo escuchar, es ver su problema desde el mismo punto de vista, empatizar pero también ser objetivo, en escuchar está la magia, pero con tanto de ayer me voy del mundo donde me encuentro y es muy poco profesional, pero es que a veces uno se embriaga de felicidad.

—No quiero ser la tercera en discordia, quiero que él decida, pero siento que lo estoy haciendo y llorando al mismo tiempo porque sé que él no la va a dejar.

—¿Sabes? Esto no te lo voy a decir cómo tu psicóloga, te lo diré cómo amiga —toma un pañuelo y se seca las lágrimas, se sienta para verme.

—Está bien, dime.

—Si el te amara cómo lo dice, entonces la dejaría sin dudarlo e iria a buscarte. No mendigues amor porque no lo vale, amate a ti misma y alguien va a llegar a tu vida, alguien mucho mejor y no una persona que juró ante la ley amar y no respetó, no esperes que ahora te haga lo mismo, el que tiene problemas es él y él debería llorarlos, no tú —asiente pero llora mucho más que antes.

—Gracias, necesitaba escucharlo de una persona que no fueran mis amigas o mi familia.

—Es que estoy segura que ellos te dieron alas para que lo intentaras con él y ahora que te ven llorar no se hacer cargo —asiente y abro los brazos para abrazarla.

Suena la alarma al final de la sesión y me despido de ella esperando a que venga un paciente, pero en eso llega mi jefe y me entrega la careta del caso que debo tomar porque los abogados de ambas partes han llegado. Me siento en mi escritorio y suspiro mientras veo el mensaje de Mont invitándome a almorzar con ella, acepto y me dedico a revisar, debo hacerlo rápido para no retrasarme con mis casos.

Abro la carpeta y reviso el juez, importancia del caso, señales de alerta, abogados y por último:

Nombre del paciente: Haysel Moore

Nombre del demandante: Haysel Moore

Nombre del demandado: Edward Lewis 

Nombre del niño: Justin Lewis.

Se me va el aire, algo se quiebra y no estaba preparada para esto, jamás creí que podría ser yo, miles de veces pensamos y buscamos quienes podían tomar un caso así, hasta el último momento para ser yo. Y antes de que lleguen los abogados corro hacia la oficina de mi jefe y llamo a la puerta esperando que atienda.

—Aska ¿Qué pasa? ¿Estás bien?

Lanzo la carpeta sobre el escritorio y me siento tratando de controlar la histeria, tratando de no llorar más y poder respirar bien.

—Aska, me estás preocupando —me pasa un vaso de agua que supongo tiene azúcar.

—No puedo —susurro con las lágrimas siendo un río caudaloso, hace mucho que no lloraba.

—¿Qué cosa? ¿Llevar el caso? —asiento tragando el nudo en la garganta—. Aska te comprometiste, ya no se puede, tendrías que ir a hablar con el juez para rechazarlo, pero sólo te esperaban a ti.

—Es que no puedo —insisto entre sollozos.

—¿Por qué no puedes? —se ve preocupado e incluso inquieto.




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