Unos largos años después
Una risa estridente, ruidosa, molesta y horrible destruye mi sentido del oído, Padre de la misericordia que sonido más feo
-puja- le dicen
La loca que aprieta mis manos se ríe con más fuerza haciéndome blanquear los ojos
-concéntrese señora Jacobs, este niño usted se abrió para meterlo, así que abrasé para sacarlo –
Vuelve a explotar de la risa
-los nervios me hacen reír- se defiende
Me agacho y la miro a los ojos, secando su sudor y besándola en la frente
-Jessica, tú puedes, permítenos ver por lo que llevamos esperando 40 semanas-
Ella sabe lo mucho que me ha afectado el que no pude conocer a Ney, el que no pudiera detallar su rostro, ella sabe la ilusión que tengo de ver el fruto de mi arduo y satisfactorio trabajo.
Asiente, respira profundo y puja marcándosele las venas en el cuello y en la cara, quedándose roja por la falta de oxígeno.
Hace ejercicio de respiración y escuchamos otra vez la misma orden
-puja-
Repite y el sonido de unos gritos tímido, me hacen soltarla, me acerco despacio con el corazón a mil, siento que alguien pone una mano en mi hombro y se me resbala una lagrima traviesa
Me acerco, sigo todos los movimientos que hacen las enfermeras y la doctora con mi hijo en sus manos, no lo logré ver bien, se me comprime el estómago nervioso y hago intento de seguir a la enfermera que se lo lleva en los brazos
-Espere en la habitación, su esposa y su hijo están en excelentes condiciones- me dice otra doctora mientras termina de sacar no sé qué de entre las piernas de Jessica.
Me acerco a mi esposa, le beso la frente
-te amo- me dice
Tengo la respuesta en la punta de la lengua, porque es lo que siento por ella, pero sé que desde que estamos juntos un “te quiero mucho”, no es lo que quiere escuchar como respuesta a los constantes te amo que me da
-y yo- le digo dirigiéndome a la puerta para realizar los trámites de la habitación
**
-¿por qué tardan tanto?-
Es la decimonovena vez que le pregunto a mi esposa
-llevamos más de 40 minutos esperando, iré a ver qué pasa-
Mi acción queda frenada cuando entra una enfermera arrastrando una cunita con un gorrito, medias y guateras azules que no dejan de moverse acompañado de unos gritos
-pero que pulmones- comenta Jessica a mi lado
La enfermera lo carga y se lo pasa a Jessica
-es hermoso, pero es un llorón y alborotador, puso a todos los demás bebes a llorar desde que llegó-
Jessica lo arrulla, intenta amamantarlo, pero el muy bribón no sé deja consentir
Estaba muriendo por verlo, por conocerlo, pero las palmas sudadas y la descoordinación de cerebro, piernas me tiene paralizados en el mismo lugar.
-ven, acércate- me dice Jess, -los abuelos no tardan en llegar y debes aprovechar el momento-
Niego con la cabeza
-ven, es igualito a ti, solo que rubio y con unos ojos… - lo escudriña cuidadosamente -¿verdes?, verdes, tan intenso como una esmeralda-
Ney me llega a la mente
-¿rubio y con ojos verdes?-
La cuestiono pensando que es una broma, por lo mucho que le he descrito como imaginaba que era Ney
-sí, supongo que rubio por algún pariente lejano y el color de sus ojos cambiará con el paso de los años-
Me acero, los gritos no han cesado, lo capto en mi campo de visión y ¡oh que cosa más hermosa!, no tiene el gorrito en la cabeza y ciertamente tiene una mata de pelo rubio, las lágrimas vuelven de nuevo y lo llamo
-hombrecito-
El sonido de mi voz lo pone alerta y se calma, desviando la cabeza lentamente al sonido de mi voz, moviendo los ojos, entrecerrándolo y abriéndolo, dejándome ver sus hermosos ojos verdes
-hombrecito- repito -eres hermoso, tal como te diseñé-
El sonido de mi voz lo mantiene atento a mí, lo tomo en mis brazos y le beso, doy paseítos por la habitación con él, mientras Jessica sonríe llena de amor por los hombres de su vida
Agradezco mentalmente a Carmen por el regalo que me dio, no lo sé, pero algo me dice que este bebe es la viva imagen de su hermano mayor, mi pequeño hombrecito, mi Ney
Entran mis padres, con un peluche gigante en sus manos
-después de 3 nietas, por fin el esperado varón, a ver esa cochita- se acerca mi madre
-¿rubio?- lo levanta mi madre como si fuera Rafiki con Simba, alternando la mirada entre mi cabello y el de Jess
-Los genes- comenta Jessica – mi tía abuela Janina era rubia, pero de ojos azules, los rasgos físicos pueden manifestarse en un tercera y hasta en una cuarta generación-