Donde las bestias se ocultan (la isla #1)

El lago

Todas estas ramas secas serán suficientes para poder improvisar un par de camas. Crastou, nunca creí que encontrar ramas fuera tan difícil. No me alejé mucho de la casa para no estar lejos de Nicole, al parecer todo continua en orden.

Durante mi búsqueda encontré cosas aún más extrañas que las hojas que se transformaban en mariposas, como plantas que no había visto jamás en ningún lugar, ni siquiera en Internet, y algunos animales raros, como por ejemplo la mezcla de un guacamayo con un búho. A simple vista no se notaba, pero me di cuenta cuando giró la cabeza en 360°.

En el camino de regreso recuerdo que Rodrigo había insinuado querer dormir con mi hermana, por lo que me enfurezco levemente. Si llevo suficientes ramas perfectamente podre hacer dos camas. Si, podré. Tengo que poder, sería bastante incomodo que duerman juntos en una misma cama.

Finalmente logro llegar a la boca del volcán, agotado. No quise tomar el ascensor porque queria aprovechar de admirar la belleza de la isla. Me asomo por la puerta para comprobar que todo esté en orden, pero veo algo que termina enfureciéndome aún más: Rodrigo y Nicole abrazados.

–¿Interrumpo algo? –digo con la intención de incomodarlos, lanzando el montón de ramas al suelo, con fuerza. Se separan al instante y me miran asustados, seguramente no me escucharon entrar. –Creí que solo era un beso, ¿son novios ahora o qué?

–Logan, escúchame… –dice Nicole con un tono de voz suave, intentando tranquilizarme.

–No, escúchame tú a mí –respondo a la defensiva, interrumpiéndola–. Desde que llegamos a esta casa me has estado ignorando gracias a ese idiota al cual estabas abrazando hace un momento. ¿Qué onda? Tú no eras así, solías ser más desconfiada, más precavida, ¿Qué te dijo él para que cambiaras de un momento a otro? ¿Te amenazó, acaso? Al principio dijo que pensó que la policía nos había enviado para espiarlo, lo que significa que lo están buscando, o sea que algo malo debió haber hecho –me dirijo a Rodrigo con el ceño fruncido y elevando cada vez más el tono de voz–. ¿Qué estas escondiendo, desgraciado? ¡Habla de una vez por todas, idiota! ¿¡Qué es tan grave como para que te anden buscando!? ¿¡Eh!?

Rodrigo le hace señas a mi hermana para que se vaya a sentar en la hamaca, y ella va sin dudar. ¿Qué crastou pretende? ¿Por qué le hizo caso? Ni siquiera a mí me obedece tan rápido, ¿qué le habrá hecho? Sea lo que sea lo pagará, y muy caro.

–Oye niño, cálmate, ¿está bien? Justamente de eso queríamos hablarte Nicole y yo. Quiero explicarte todo, incluyendo el motivo de esta voz que tengo, pero quiero que me asegures que escucharas cada palabra que te diga y que no pronunciarás una palabra hasta que termine, ¿de acuerdo?

Giro los ojos. No quiero escuchar nada de lo que él tenga que decir, y además no me agrada para nada que me diga niño, al fin y al cabo ya tengo dieciocho años y cumplí la mayoría de edad.

Nicole llama mi atención desde la hamaca y me hace señas para que guarde silencio y lo escuche, así que supongo que no tengo opción, tendré que hacerlo por ella. A pesar de no querer escuchar sus explicaciones, tengo curiosidad de saber qué le hizo tener una voz tan insoportable y ridícula. Es un pequeño debate entre mi mente y mi corazón. Mi mente no quiere saber, es orgullosa, pero mi corazón se deja guiar por sus impulsos y me hace querer saber. Tengo curiosidad de saber el modo en el que mentirá, y qué excusas usará, así que le doy una respuesta afirmativa.

–De acuerdo, pero conste que solo lo haré por Nicole.

Rodrigo me explicó todo de principio a fin, desde el robo a su abuela hasta su cambio de voz. Intentó hablar lo más suave que pudo, pero con esa voz chillona no se puede hacer mucho. Después de todo no hizo nada malo, solo quiso ayudar a su abuela. Lo que más me llamó la atención fue la mención del anciano, ¿así que presta ayuda a fugados de la ley? A pesar de todo, creo que no fue buena idea haberse fugado, ya que pudo haber arreglado las cosas de otra forma y haberse evitado más problemas de los que ya tiene.

Mantuve todos estos pensamientos en secreto, y solo comenté el tema de su timbre de voz, ya que era lo que más me intrigaba.

–Así que comiste algo que ya había vencido –digo desconfiado–, y por eso tienes esa voz, según lo que me dijiste.

–Así es. Y, ¿sabes? A mí también me molesta, lamento mucho que tengan que escucharla –dice esta vez dirigiéndose también a Nicole. Ella se pone de pie y camina hacia nosotros con una pequeña sonrisa diciendo:



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En el texto hay: criaturas, aventura, sorpresas

Editado: 19.01.2019

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