Donde nacen los lirios

Capítulo 25: Dejarse llevar (Parte 2)

 

—Ya sé a dónde quieres llegar— Una bombilla imaginaria se encendió en su mente.

—Sofía me dijo que te vio esta mañana, ibas con una chica en tu auto.

—Sí, es verdad—Asintió levantándose de su asiento y estirando los brazos sobre su cabeza. No le había dado importancia al tema, después de todo no tenía nada que ocultar, así que descartó que Juliette le armara un teatro por eso.

—¿Era Megan?—Quiso cerciorarse con mirada agudizada y fija.

—Sí—Le informó como si fuese la cosa más insignificante del mundo.

Juliette se sintió enferma con solo escuchar su afirmación. Megan. La maldijo mil veces. Ella era la culpable de todo, de tenerla con el corazón en un puño desde que recibió la llamada de Sofía.

Se giró y lo miró de frente. Keythan estaba de pie, recostado contra la pared junto al ventanal, con una postura despreocupada.

—Ok, déjame entender, ¿llevabas a Megan en tu auto a las 5 de la mañana?—Arqueó sus delgadas y finas cejas, adoptando una expresión escéptica—¿De qué privilegios goza?

Keythan la contempló risueño y divertido. Incluso enfurruñada Juliette era muy sexy, fruncía sus carnosos labios pintados con un intenso labial rojo en una mueca que robaba toda su atención.

—¿Por qué pones así tu boca, acaso quieres que te bese?—Dijo luciendo los parpados bajos y una sonrisa ladeada.

—No—Le dio la espalda. Keythan deslizó la mirada en su silueta. El cabello en suaves ondas se desparramaba como oro fundido sobre sus hombros desnudos. Juliette era bella y lo sabía. Se sacaba partido y si quería estimularlo lo lograba dándole pequeños indicios de su piel tersa al descubierto.

—No te pongas digna—Se rio con humor—ni te hagas ideas raras. Solo le di un aventón, ¿Contenta? ¿Es lo que querías saber, preciosa?—Se acercó a ella para acariciar sus hombros y besarla—¿Porque no mejor te pones cariñosa conmigo? Te ves demasiado hermosa ¿Te arreglaste para mí?—Pregunto con voz ronca, trazando una línea en la curva de su hombro y cuello con un dedo.

Juliette rechazó su cálido contacto, aunque moría de ganas porque la tocara, y se apartó.

—¿Ahora resulta que tienes un complejo de súper héroe?

—Vamos, tranquilízate— La tomó por la cintura y la atrajo hacia sí. No tenía mente para nada más que no fuera su cuerpo, sus curvas, no podía dejar de observarla. La sangre descendía y las punzadas de la excitación no le dejaban pensar. ¿A caso sabía cómo lo ponía? Seguro que sí.

—No me digas que me tranquilice—Una vez más se deshizo de su agarre.

Keythan soltó un suspiro de frustración percatándose de que estar con Juliette no pintaba como la velada relajante y ardiente que fantaseaba. Se arrepintió de no haber salido con los chicos al menos así no estaría tan inflamado de deseo y Juliette aprovechando para hacerle sus desplantes. ¿Para qué se arreglaba así si lo iba a rechazar? Le volvía loco.

—No me gusta nada esto. Seguro que no tarda en ofrecérsete—Los labios de Juliette trazaron una línea rígida.

—¿Por qué dices eso?—Dijo decidiendo usar toda su paciencia—Me gustas, te quiero, estoy contigo, ¿qué más te hace falta para estar segura?

—Porque puedes tener las intenciones más nobles pero la lujuria puede terminar siendo más fuerte, además yo sé qué clase de amigos tienes, con lo desvergonzados que son ellos acabaran arrastrándote a ser igual que ellos—Había esperado las horas pensando en las mejores palabras para enfrentarlo con serenidad pero al final su tensión y su recelo eran terribles y se desbordaban de su ser sin control.

—Cálmate Juliette, no te imagines cosas y a mis amigos no los metas en esto—Frunció el ceño y un destello de molestia brilló en sus obscuros ojos—Ellos no tienen nada que ver en lo que yo haga o deje de hacer. ¿Qué te pasa?

—Es que no entiendo por qué tienes que llevarla en tu auto si solo eres su tutor, ¿o acaso hay algo entre ustedes dos?—Lo observó atenta, examinando cada una de sus expresiones faciales. Su envidiable dominio, ¿qué había detrás?

—No y me molesta que lo insinúes— Keythan, dándose cuenta de que aquello iba para largo, se pasó los dedos por el cabello, disgustado por la inminente discusión que se desataba justo cuando lo único que quería era pasar un rato placentero y agradable con ella.

—No me cabe en la cabeza. Dime, ¿ella te parece más bonita que yo?—Hizo un pequeño puchero con sus labios, sensual e infantil al mismo tiempo. Ella ya tenía su propia respuesta pero quería escuchar qué pensaba él. Se consideraba a sí misma mil veces mejor que una simple chiquilla de cabello obscuro y ojos claros, fríos como el hielo. No sería competencia, después de todo era consciente de como mujeres y hombres por igual quedaban deslumbrados ante su presencia. No por nada conseguía contratos en agencias de modelaje.



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En el texto hay: adolescente, romance, drama

Editado: 19.03.2019

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