Donde nacen los lirios

Capítulo 18: Mentiras y verdades.

Capítulo 18: Mentiras y verdades.

Esa mañana de miércoles Megan se levantó muy temprano. Las formas de su cuarto se hallaban cubiertas por una profunda obscuridad. Miró su reloj, eran las 5: 15 am. Aun no amanecía pero ya no podía permanecer ni un segundo más en la cama, su cuerpo se hallaba sudoroso y las sábanas se le pegaban a la piel. Prendió la lámpara con una mueca.

El mal humor la invadía. No había podido pegar el ojo en toda la noche. Había estado dando vueltas sin parar. El rostro de Keythan se materializaba en sus pensamientos sin que pudiese deshacerse de él de alguna manera, y tampoco es que lo quisiera, pero los nervios la carcomían por dentro.

Puffy, acostado en su cama, -su sitio favorito- descansaba plácidamente. Le había arrebatado la almohada desde que llegó a su nuevo hogar y comprendió que el lugar más calientito y cómodo para descansar era ese.

Megan salió de la cama y fue al baño. Se miró en el espejo del baño y notó con horror que tenía unas enormes ojeras. Parecía un mapache. No, peor aún. Un zombi. Se frotó la cara. Se sentía atolondrada y ansiosa. La noche de insomnio le había pasado factura y su cabello corto era un rebelde desastre que tendría que domar.

Se dio un baño y después, mientras esperaba a que su cabello perdiera el exceso de humedad, buscó que ropa ponerse, pero no estaba segura sobre ningún conjunto, incluso habiendo vaciado su armario. Soltó un gruñido y se tiró en la cama, frustrada. Ese día era especial –por muchas razones - y quería verse perfecta. Algo a lo que antes nunca dio tanta importancia. Era una tontería pero su estrés se disparaba con solo con pensar que vería a Keythan en circunstancias diferentes y que de alguna forma las cartas estaban sobre la mesa. Su cuerpo estaba colmado de emoción, ansiedad y una especie de adrenalina que le recorría las venas. Había también incertidumbre en ella y el nerviosismo de no saber cómo actuar ni qué decir cuando volviesen a verse.

Cuando salió de la casa, repentinamente una suave llovizna comenzó a caer. Era tan ligera que se asemejaba a gotas de rocío matutino.

✿✽✿

—Hola—Megan entró al consultorio y cuando Keythan se volteó hacia ella su corazón tembló de gusto. Había estado aguardando pacientemente por ese momento. Las clases le habían parecido eternas, las explicaciones de los profesores murmullos lejanos y las caras conocidas simples borrones.

—Hola—Respondió él.

No hicieron falta más palabras para llenar el aire.

Ella lo miró y él a ella.

Sus miradas lo decían todo. Lo mucho que deseaban verse y estar juntos. Todas las horas que habían pasado anhelándolo en silencio.

—¿Quieres estudiar o jugar un videojuego?

Sin ponerse de acuerdo ambos sonrieron al mismo tiempo, en complicidad. Megan se sentó en el sofá y eligió la segunda opción.

—¿Black Ops 4?

—No. The last of Us—Apuntó hacia la pantalla. Junto al aparato, en la repisa, reposaban los discos.

Todo fue como antes, agradable, natural. Como si jamás hubiese existido la discordia o lejanía. Sus risas llenaron la sala y Megan no se preocupó más por nada. No hablaron de sus sentimientos, ni hizo falta. Ruidos de disparos y improperios de parte de ambos invadieron la estancia.

Era más emocionante que otras veces porque era la primera vez que quedaba claro entre ellos que eran más que amigos, que sus sentimientos rebasaban la simple complicidad, y que existía un cariño muy especial y fuerte entre ellos, que se gustaban, pero no eran novios. Eran algo más. Algo que las palabras no alcanzaban a abarcar o describir. Eran todo y al mismo tiempo eran nada.

—Oh, por cierto, no vi a tu hermana hoy, durante el receso...—Comentó Megan mientras la partida cargaba.

Keythan se frotó el mentón pensativamente. Sarah había salido muy temprano, y según las palabras de Noah, se negó rotundamente a viajar con él, además de que parecía tener mucha prisa por marcharse.

—¿Está enferma?

—Uhm, no.

La partida comenzó y no hablaron más del tema. Cuando terminó la hora Megan se levantó y tomó sus cosas. Se despidió y se dirigió a la puerta.

—Oye...Meg.

La voz de él la detuvo.

—¿Sí?—Giró el rostro.

Keythan caminó hacia ella y mientras lo hacia la observó, primero a los ojos y después, como si no pudiese evitarlo, bajó lentamente. Luego subió de nuevo. No dijo nada sobre su apariencia, pero Megan sintió un cálido y estremecedor cosquilleo en su pecho. Él la había admirado como si fuese su obra de arte favorita.

Cuando él estuvo enfrente ella contuvo el aliento y se preparó mentalmente. Estaba segura que él iba a besarla, pero contrario a lo que imaginó, Keythan le dio un beso en la mejilla, casi rozando sus labios. Como una promesa, un preámbulo, una tortura.

No lo entendió ni tuvo tiempo de analizarlo, sintió los brazos de Keythan rodeando su cintura con premura y energía. Su gesto le sorprendió y su corazón latió rápido. Eso, - las bruscas reacciones de su corazón, -se habían vuelto tan usuales cuando estaba con él. Hundió su cabeza en el hombro masculino y aspiró su aroma.



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En el texto hay: adolescente, romance, drama

Editado: 19.03.2019

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