¿dónde Te Encuentro?

Retrospectiva

Una semana antes.

Domingo por la tarde.

1° entrenamiento

Alice.

Despierto por el horrible sonido de unos martillos golpeando las paredes de abajo. ¿Quién mierda se pone a hacer refracciones un domingo? Doy media vuelta quedando boca abajo y coloco una almohada sobre mi cabeza para ver si así puedo seguir durmiendo.

Espero un segundo.

Dos.

Tres.

Al diablo.

Arrojo la almohada a un costado con fuerza y la oigo golpear el vidrio de la puerta del balcón, el cual tiembla un poco por el golpe y luego para. Gruño de fastidio al no poder conciliar el sueño, pero es domingo por la mañana y quiero dormir y aprovechar la última semana de vacaciones que me queda. También hay veces que no son los mejores días y ando malhumorada desde que empieza el día hasta que acaba, al levantarme de la cama me doy cuenta que, definitivamente es uno de esos días.

Quito las sábanas y agradezco que el colchón no se haya manchado y que solo sea el cobertor el que tenga una gran mancha roja. Odio esto. Lo tiro en una esquina del baño, lo limpiare más tarde. Antes de entrar a ducharme arrojo mis shorts de pijama con mis bragas junto a la sábana.

¿En serio el cuerpo no puede encontrar otra manera de avisarme que no estoy albergando una vida dentro? Lo que quiero es, ¡soy jodidamente virgen! ¡No hace falta que me avises todos los meses que no estoy embarazada!

Al salir del baño con todo lo necesario en mi cuerpo bajo las escaleras para ver quién es el responsable de no dejarme dormir.

-¿No puedes hacer más ruido? Creo que la vecina no se ha enterado de que estas destrozando toda la casa-me quejo cuando veo a Tyler armando una nueva estantería que habrá comprado mamá. Él voltea y me observa con una ceja arqueada.

-Buenos días a ti también, gruñona-vuelve a lo que estaba haciendo-. Mamá te dejó el almuerzo en el microondas, si es que no te molesta almorzar a las dos de la tarde.

Voy a la cocina y al momento justo de cruzar el umbral escucho esa voz que tanto me irrita y esperaba nunca jamás volverla a oir.

-¡Tanto tiempo, primito!

Tiene. Que. Ser. Una. Broma.

Una maldita broma.

Sophie entra con aires de grandeza en la habitación en la cual me encuentro, me mira de pies a cabeza con una mueca en su rostro, probablemente por el hecho de que este en pijama-y que el pijama solo sea una remera extra grande y unos shorts-. Me sonríe de manera altiva y camina hasta quedar frente a mi, pone ambas manos sobre la mesa antes de sentarse en la silla que tiene a lado. Juguetea con su cabello castaño oscuro lleno de cosméticos. De pronto, el hambre que tenía desapareció.

-Tu cabello se ve horrible esta mañana-menciona al verme detenidamente.

No podía pasar un minuto sin abrir su maldita boca.

Sophie, sophie, sophie.

Sophie es la hija de un primo lejano que tiene mamá, y dejenme decirles que es la chica más insoportable que jamás conocí, es egocéntrica, falsa y mentirosa desde siempre. Nos odiamos desde que somos unas niñas y después de todo este tiempo aún no se que tiene contra mi, ya que ella misma creo una rivalidad entre ambas en su cabeza.

Y justo tenía que aparecer hoy.

En los días en los que apenas y me soporto a mi misma.

Aunque me siento con ganas de devolvérsela.

-Tú estas horrible todos los días y nadie lo menciona-me levanto con mi plato y lo dejo en la encimera.

Salgo de la cocina encontrandome con mi madre frente las escaleras -supongo que a punto de ir a descansar por el uniforme que lleva-. Al verme una sonrisa de boca cerrada se forma en su rostro y extiende sus brazos al aire, acepto su invitación, cuando llego a ella le susurro

-¿Dónde se supone que dormirá la inesperada visita de hoy?-me separa con cuidado y sus ojos desprenden una compresión que se que traera malas noticias para mi y antes de darme si quiera tiempo a decir la respuesta en voz alta la molesta voz de Sophie ya taladra mis oídos de nuevo.

-Tía Alaisa, no recuerdo donde queda la habitación de Alice para llevar mis maletas.

Estoy a punto de decirle que se vaya al diablo y que deje sus maletas justo en la sala porque definitivamente no dejaré que ese maquillaje andante duerma en mí cama y yo en el piso, y mucho menos pienso compartir cama con ella, antes de que pueda soltar todo eso, mi caballeroso hermano se ofrece a llevarlas hasta mi cuarto. Y lo sigo, definitivamente no voy a dejar que esto pase.

Al llegar a mi habitación Tyler deja las maletas a un lado de mi cama y yo cierro la puerta a la vez que me apoyo en la misma, evitando la entrada y salida.

-¿Y ahora qué te sucede?-inquiere con una ceja arqueada.

-Sales de mi habitación con los bolsos o no sales.

Coloca los brazos en jarra y se queda observandome durante un largo tiempo, sostengo su mirada, no quiero a esa chica aquí y él lo sabe perfectamente.

-Saldré-sonrío cuando escucho esas palabras-pero sin las maletas.

-¿Por qué no puede dormir en la habitación extra? ¿A caso hay polvo y no puede soportar un poco de suciedad?

-Sabes que esa habitación esta prácticamente abandonada ya que nadie la usa desde hace años-intenta explicarse, pero no sirve de nada.

-Por mi y puede dormir en el sótano, o si tanto no le gusta la suciedad puede limpiar ese cuarto.

-Alice-hay cierta advertencia que no pasa desapercibida en su voz-, no tengo ni la menor idea de que te ocurre, y también se que no la soportas pero por lo menos trata de aguantar esto una semana y-

-¡Una semana! No, no, no y no. Definitivamente no. No quiero que esa-respiro profundamente antes de decir una palabra que se que no le gustará en lo más mínimo para referirse a la hija del mejor tío que tenemos antes-se quede una semana en mí cuarto, usando mis cosas y toquetendo todo lo que tengo.

-Si tanto te molesta quédate en mi habitación y ya.



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En el texto hay: hermanos, aventura, magia

Editado: 28.04.2020

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