6 de Noviembre, 2025.
Hola, cariño. Llevamos mucho tiempo sin hablarnos.
Me han dicho que quieren apoyarme por tu partida, pues ahora te has alejado de mi vida sin compasión alguna, y las personas saben que te amo y sufro. Quieren apoyarme.
Pero no pueden ayudarme.
Solo tú puedes hacerlo, solo tu amor, solo tu sonrisa puede sanar toda herida.
..... No sé qué hacer para que me perdones y regreses.....
Corazón, a partir de ahora te recordaré cuánto nos amamos, te recordaré como todo comenzó Josla. Te recordaré lo mucho que te amé, que nos amamos, que te amo. Espero aceptes mis cartas.
Sabes que prefiero enviar mensajes de texto. Sabes que prefiero hacer llamadas telefónicas o vernos en persona.
Pero sé cuánto amas enviar cartas, ya que dices es tu manera de demostrar lo especial que es una persona para ti. Así que, a partir de ahora. Acostúmbrate a revisar tu buzón más seguido, sé que te encontrarás con una carta en más de una ocasión.
A partir de mañana, recibirás todos mis recuerdos, explorarás mi mente. Y mi corazón lleno de sentimientos.
Con amor, Tu Leen, tu monstruo, tu Gatito.
7 de Noviembre, 2025.
Recuerdo Claramente ese día. Era Once de Noviembre, dos mil veinte.
Recuerdo claramente el frío que hacía por el invierno que había llegado, adelantado. Las personas, todas abrigadas, tratando de calentar a su cuerpo mientras caminaban por las calles de Aspen, Colorado. El viento caía sin cesar, caía de forma lenta y fresca pero no se detenía.
Yo mantenía mis manos dentro de mi suéter pues recién había regalado mis guantes a un niño que no tenía unos, al igual, que mi amigo le regaló su abrigo.
— Es extraño ver nevar en colorado, ¿No? — dijo con burla y sarcasmo Bassett. Yo sonreí y no respondí. Ambos nos adentramos en una pequeña cafetería muy hogareña. Una hermosa cabaña. El lugar era muy lindo, pero no recuerdo su nombre, nunca fui bueno recordando nombres.
Bassett y yo tomamos asiento en una mesa a unos metros de la entrada. Disfrutamos de la calefacción y pedimos unos chocolates calientes con malvaviscos a la linda mesera que al parecer, Bassett quería invitar a salir. Lo sé por la forma en que la miraba.
— Es linda, ¿No crees? — le pregunté a Bassett quien no dejaba de ver a aquella chica. Él sonrió y asintió— No creo que con solo hacerle contacto visual logres que se casen.
— Eso no te incumbe — me respondió con burla. Yo sonreí ampliamente y me encogí de hombros.
— Es solo un consejo, amigo — él asintió. Yo pasee mi mirada por todo el lugar, y entonces, mis ojos se detuvieron en una hermosa chica de piel oscura y sonrisa perfecta quien reía junto a lo que creí, sus amigas.
Su cabello era rizado, marrón. Era corto pero aún así era precioso. Sus ojos, brillaban, su risa era contagiosa.
Era atrapante.
— Sus chocolates calientes — dijo la mesera. Yo mantuve mi mirada en aquella chica, quien pareció percatarse de mi mirada.
Sus ojos se encontraron con los míos, me sonrió y luego volvió a dirigir su atención a sus amigas. Quise acercarme, me decía que debía acatar mis propios consejos, pero, entonces, la chica desapareció en cuanto me voltee para responder a una pregunta que me había hecho mi amigo.
Y es que, por Dios, cuando nuestras miradas se cruzaron mi corazón comenzó a palpitar con fuerza, cada vello de mi piel se erizó, cada parte de mí enloqueció con aquel simple acto.
Y eso solo ocurre, cuando nuestras miradas se cruzan.
Me desesperé, me entristecí al no verte. Pero me dije a mí mismo que te volvería a encontrar, así que, lo dejé así. Y seguí mi día.
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Editado: 02.10.2021