Dos Balas Para Claire

CAPÍTULO 3 — EL CAMAFEO

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1

 

No hubo forma de que la señora Linney detuviera a Tom para que no acuda a la oficina del sheriff cuando estuvo casi recuperado. Aún tenía vendajes en el brazo y en el hombro, pero no quiso posponer la visita. De todos modos lo acompañó, ya que se encontraban cerca y su hijo no tenía excusas para impedírselo. Al llegar, vieron como la oficina aún mostraba signos de destrucción por el ataque, pero estaba limpia y un peón se encontraba reparando el techo.

Morrow había movido su escritorio cerca de la puerta y allí los atendió.

—Sheriff, me pongo a su disposición para lo que necesite. Estoy dispuesto a darle todos los detalles de lo que ocurrió la otra noche, con el ataque y liberación de la banda de McKenzie.

—Señor. Linney, ¿sabe que está acusado de complicidad? Un sólo hombre, que según testigos en realidad se trató de una mujer de contextura menuda, lo redujo y liberó a la banda gracias a la llave que usted mismo le dio. Le recuerdo que Duncan Bennet fue depuesto por negligencia, pero no se encontraba en el lugar. En cambio, usted no sólo no ofreció resistencia, sino que colaboró con el único asaltante que estuvo involucrado en el hecho.

—El sheriff Bennet me ordenó no ofrecer resistencia si me veía en condición desigual.

— ¿Condición desigual? Chico, te estoy diciendo que sabemos que una niña se llevó a la banda completa, ¿y me hablas de que estabas en inferioridad de condiciones?

Tom agachó la cabeza. Es que… la explosión hizo todo más difícil. Y luego el sujeto me apuntó todo el tiempo.

—Sheriff Morrow, culpe a mi hijo de cobardía, si quiere, pero no de complicidad. ¡No tiene asidero!

—Madre, por favor no te metas. Debo hacerme responsable de mis actos. En ese momento era un funcionario y fallé.

—Créanme que lo lamento, pero tengo órdenes muy claras del gobernador de llegar al fondo de la verdad en este asunto. —Morrow hizo una pausa y cambió el tono condescendiente por uno más oficial—. Señor Thomas Linney, queda usted arrestado por complicidad en el asalto armado que terminó con la fuga de la pandilla McKenzie, ¿tiene algo más para decir?

—Soy inocente, señor. Los vecinos vieron como quedé herido y el sheriff Bennet… perdón, el ex sheriff…

—Justamente, Linney, la autoridad de Duncan Bennet ya no tiene competencia aquí. En unos días será juzgado y se decidirá su suerte.

—Por Dios, sheriff, ¿qué pasa si lo encuentran culpable? —dijo desesperada la señora Linney.

—Será colgado, no hay nada que pueda evitar eso. Lo siento. Les daré unos momentos para despedirse, luego deberá retirarse, señora.

Morrow se retiró apenas unos metros, manteniéndose de pie y mirando fijo hacia otro extremo. No era posible que no escuchase la conversación.

Betty Linney se llevó las manos a la cara y rompió en llanto. Tom la abrazó y acarició con su mano sana.

—Madre, no te preocupes, probaré mi inocencia. —Betty lo miró a los ojos, desesperanzada.

—No entiendes, hijo, estos hombres te colgarán sin importar que no seas culpable. Quieren escarmentar a Bennet. Él… hizo mucho por este pueblo, pero tocó a gente poderosa y en algún momento todos pagaríamos el precio. Estoy segura de que se trata de eso.

Tom tragó saliva, en parte pensaba lo mismo que su madre, aunque la sorprendió la valoración que tenía de Bennet, nunca antes la había escuchado hablar así del ex sheriff. Por otro lado, a él se le hacía difícil anticipar que intenciones tenía el nuevo jefe. El rostro de Morrow era demasiado pétreo como para dejar traslucir una expresión. Podía tratarse de alguien que solo impartía órdenes en la cadena de mando o un perfecto cínico.

—Muy bien, sheriff, lléveme a la celda.

Betty Linney abrazó por última vez a su hijo y se retiró sin saludar a Morrow. Sabía que debía localizar a Bennet cuanto antes para contarle de los planes con respecto a Tom y tratar de salvar su vida.

 

***

 

2

 

Ray Stone masticaba un pedazo de tabaco en un intento por parecer más adulto a sus diecinueve. Pecke Walton, en cambio, trataba de prestar atención a cada palabra que Duncan Bennet le decía a modo de instrucción previa al reclutamiento. Los había citado en el granero de la granja de Charlie Higgins y ya les había aclarado que no habría pago por ir tras la banda de McKenzie, incluso hasta que podían llegar a ser prófugos si lograban darles caza y el gobernador no había ofrecido recompensa por los delincuentes en fuga hasta ese momento. Pero existía la esperanza de lograr un indulto —Bennet esperaba que al menos le concedieran eso— y era todo lo que podía ofrecerles, al margen de la satisfacción de hacer lo correcto. La situación de Don Williams y Mark Sánchez era distinta, ellos necesitaban dinero para mantener a sus familias y por eso habían acudido a la primera convocatoria en la oficina del sheriff el mismo día en que se produjo su desplazamiento.

—De todos modos, estoy con usted, Bennet —dijo Williams con firmeza—, esa lacra no puede seguir suelta. Claire podría haber sido mi hija o mi hermana. Cabalgaré hasta donde pueda con ustedes y cuando necesite dinero, me retiraré.

Sánchez contuvo la risa a pesar del tono enérgico y serio de su amigo y compañero de andanzas. Don era negro y dudaba de que alguien le creyera el parentesco que acababa de anunciar a modo de ejemplo con la chica asesinada. O con su padre que también lucía una tez pálida propia de descendientes sajones. Él mismo era mexicano pero criado en la Texas actual, que era una verdadera mezcla de razas y culturas. Lo pensó mejor y se creyó más lo de que Claire podría ser la hermana de cualquiera de ellos.

—Lo mismo digo —agregó Sánchez—, mis hermanitos pequeños y mi madre no tienen que comer si no los ayudo llevando algo, pero quiero ir con ustedes.



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En el texto hay: mistica, personajes sobrenatulares, weird western

Editado: 30.07.2022

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