Dos mundos diferentes, un amor en común ©

1. De vuelta al pasado.

 


LUCIANA

5 años después.  

Han pasado cinco años desde que todo empezó, podía escuchar los gritos eufóricos de los fanáticos, inclusive dentro del camerino. Sentía que en cualquier momento lloraría, era un cúmulo de sentimientos que creí perdidos con el paso del tiempo y la experiencia adquirida. Pero tres años fuera de un escenario hicieron estragos en mí. El show de hoy no solo significaba mi regreso al mundo artístico, también era mi vuelta a la vida, una vida por la que me esforcé y que me dio mucho más de lo que pedí, pero que me quitó otro tanto. No hagan oídos sordos cuando les digan que todo en exceso es malo. Los seres humanos, sin importar la fuerza de nuestra voluntad, los claros principios y valores o siquiera la tan común moral, estamos exentos de las tentaciones, de los errores, de convertirnos en aquello que repudiamos o simplemente de recaer en aquel pozo sin fondo del que en algún momento nos costó tanto salir.

Esa es nuestra naturaleza, pretender ser fuertes a tal punto que creemos ser inmunes a todo, que las debilidades son un mito y que todo aquello que pueda hacernos flaquear es inexistente. Una vez más exponemos el mundo de las apariencias contra el de la esencia. Siempre debemos colisionar fuerte con la realidad para volver a nuestro estado inicial, algunos podrían llamarle madurar, pero es un proceso tan amplio, que creo que una sola palabra no sería suficiente para abarcar todo lo que implica. Aprendí eso hace un tiempo.

Dirijo mi mirada hacia el hombre que me ha acompañado durante esta travesía y el corresponde con una gran sonrisa de orgullo. Me siento feliz, he actuado de forma correcta sin evadir las equivocaciones del pasado. Lo hice bien y la sonrisa de mi padre es la prueba de ello.

A su lado derecho se encuentran mis tres amores. Mi esposo y mis dos pequeños hijos, uno entre sus brazos y el otro firmemente agarrado a su pierna como si su vida dependiera de ello.

Reí ante la imagen, son mayores motivos de felicidad.

A diferencia de mi padre, Benjamín no estaba sonriendo, no. Él llora, en sus ojos se ve reflejada la gratitud. Estaba tan agradecido por todo como yo por tenerlo en mi vida.

Fue inevitable que una lágrima no resbalara por mi rostro.

—Te amo. —le aseguré.

—Y yo a ti. —declaró mostrando esa hermosa sonrisa que tan enamorada me tiene.

Este hombre tan valeroso que se ha arriesgado más de una vez en mi hombre, es el sueño no solo de cualquier chica si no de cualquier persona. Todos merecemos a alguien así en nuestra vida, todos merecemos a un Benjamín.

Realmente es reconfortante saber que siempre estará allí.

Alguien llama a la puerta de mi camerino.

—¿Se puede? —pregunta desde el otro lado una voz que reconocería donde fuera.

—Adelante —indique.

—La tripulación está aquí. —escucho decir a mi padre en referencia a mi grupo de amigos.

—Falta uno. —agregué inmediatamente al notar que entre mis cinco compañeros de vida no se encontraba el moreno peliblanco que resaltaba por su alocada personalidad.

—¡Llegó por quién lloraba! —el estruendo que hizo la puerta de mi camerino al ser abierta de forma tan brutal logró sobresaltar a mis hijos.

—¿Ves lo que has logrado? —reí por la histeria de mi esposo ante el incidente y empecé a arrullar al más pequeño de mis bebés mientras su padre se encargaba del otro.

—Lo siento, Lucy. No sabía que estaban aquí los pequeños... —sonreí negando divertida.

—Tranquilo, hay cosas que nunca cambian. —Kathy se aproximó a Anthony para propinarle un gran zape murmurando un "idiota" todo reímos ante la escena. —Si, en definitiva, nunca cambian.

Llamaron a la puerta una vez más, Samuel y yo intercambiamos miradas cómplices, había llegado​ el momento.

 

[...]
 


El gran estallido de aplausos fue impresionante. Samuel había sido el artista encargado de abrir mi concierto. Lo amaba por detalles como esos, ni siquiera dudó en aceptar cuando le pregunte aun teniendo una agenda tan apretada.

Vi descender a mi amigo del escenario dando por terminado su show.

Era mi turno.

Podía sentir la adrenalina fluyendo en mi sistema.

Samuel se posicionó frente a mí y beso mi frente.

—Te desearía suerte, pero no la necesitas. —sonreí.

—Gracias por todo.

—Gracias a ti, estoy contigo lo sabes, ¿verdad? —asentí —Todos lo estamos. –dicho esto me tomó de los hombros y giró mi cuerpo hacia atrás, y allí estaban. Todas y cada una de las personas que significaban algo en mi vida, apoyándome como a de lugar.

—Damas y caballeros, después de mucho tiempo sin pisar un escenario tenemos el gran honor de presentarles en su show de regreso, a la gran ¡Luciana Bennett! —me preparé mentalmente para esto, un nuevo ciclo estaba por comenzar, uno donde ya no importaba nada que no valiera la alegría.

Besé a mi esposo, besé a mi padre, lloré a mi hermana, abracé a mis amigos y mime a mis pequeños.



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En el texto hay: drogas, amor, amistad

Editado: 11.03.2019

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