Prólogo

Si la vida ha de poner un sobrenombre a mi persona, sería Nick. Esto se debe a que no tengo un sobrenombre que combine conmigo, o por lo menos así pienso. 

Tres días, tres noches han pasado desde que mi madre y mi padre se divorciaron. En parte es bueno, ya que soy hijo único, por lo que tengo varios beneficios, como dinero extra y cariño por parte de los dos. Además, así no tengo que escuchar cada día sus discusiones en la sala de mi cuarto, tuvieron que pasar 17 años para poder descansar de esa mala experiencia. 

Si se preguntan, sí, fue por una infidelidad por parte de uno de mis progenitores. Mi padre no pensó dos veces antes de engañar a mi madre con una señora del mercado, sé que suena ridículo, pero pasó. 

Aún no se a detalle como fueron los hechos, pero de algo estoy seguro. No me importa en lo más mínimo, porque tengo problemas con la cosa llamada vida. 

Tengo asuntos pendientes conmigo mismo, por lo que no puedo distraerme. Debo encontrar trabajo, debo ingresar a la universidad, pero sobretodo, debo salir de esta depresión que me carcome en lo más recóndito de mi corazón. 

Muchos dirán que es por una chica, tal vez por el divorcio, pero nadie sabe la verdad, tengo un secreto. 

Me gustaría decirlo, pero me carcome la conciencia decirlo. Quiero decir varias cosas, pero nunca me atrevo, sobretodo esto. 

La vida de un ser humano es más compleja de lo que uno piensa, pero la resumen en labores diarias que repiten una y otra vez, manteniendo un ecosistema que se rije por el dinero. Esto lleva a cometer varias locuras, sobretodo a ingenuos como yo, que no saben el peligro que conlleva ciertos trabajos. 

Me pregunto que pensará la vida de mí, que soy un idiota, o que soy ingenuo, porque siempre me meto en problemas como ayer. 

Mi hermana salía a sus clases de primaria, todo estaba bien, hasta que mi madre me ordenó llevarla a su escuela. Aunque molesto porque me estaba arruinando el plan que tenía con una chica, decidí como siempre callar boca y obedecer. 

En el camino, una amiga y yo nos encontramos después de tiempo. De hecho eramos como hermanos, ya que vivíaa dos calles de mi casa, lo cuál hacía que vayamos juntos a casi todos lados. 

Incluso nos llamaban los novios, porque parábamos siempre juntos, y eso era lo malo, ya que me llegó a gustar. Pero no iba a arruinar nuestra amistad, porque de hacerlo me iba a quedar solo. Nadie me hablaba en la secundaria, ya que era el chico nuevo de la ciudad. No es de extrañarse, mi madre nos trajo aquí hace poco tiempo, tres años para ser exactos. Por eso en esa época eramos los nuevos del colegio y primaria. Esto conlleva a que no tengamos ningún amigo desde el inicio, yo tuve suerte de que Viviana era extrovertida y amaba las conversaciones. 

Aunque se haya ido por seis meses a la capital para estudiar la carrera que siempre quiso, pareciera que no hubiera pasado el tiempo. Mi idea era conversar poco tiempo, pero habían pasado 20 minutos, por lo que estaba muy retrasado en el tiempo para llevar a mi Nicol a su escuela. 

Corre, corre, le exclamaba a cada paso que dábamos. Hasta que por fin llegamos a la primaria Méndez, estaba igual que cuando yo cursaba. Como ironía volvía a llegar tarde, pero ya estaba acostumbrado, así que esto iba a estar fácil de arreglar. 

Al llegar al salón, la profesora regaló a mi hermana. Pero ahí intervine, diciéndole que mi madre tuvo un inconveniente y tuvo que decirme a mi para llevarla a última hora. Esto ya es una rutina para mí, poner excusas para llegar tarde, pero qué se le puede hacer, así soy yo. 

La verdad voy a extrañar esos días dónde mi único problema era llegar temprano a clases, esa es una vida normal para un chico de mi edad. 

En fin, debo volver a clases, ya se me hizo tarde. Y yo aquí, sentado reflexionando sobre la vida, y perdiendome en mis pensamientos. Ojalá algún día cambie esta situación, pero de algo estoy seguro, de esta no me salvo.