**La Tertulia en la Casona de La Antigua**
En una noche fresca de verano, la casona de la familia de Calixto e Isabel en la Antigua Guatemala está iluminada por la suave luz de las lámparas de aceite. Es una de esas noches en que el aire está cargado de expectativas, pues Calixto e Isabel han organizado una tertulia, un evento que reúne a lo más selecto de la sociedad de la época.
La sala principal de la casa, decorada con muebles tallados a mano y tapices de colores cálidos, está arreglada para la ocasión. Unas sillas de madera oscura, con cojines de terciopelo rojo, se disponen en círculo, mientras una mesa central exhibe una variedad de bocadillos finos: empanaditas de carne, buñuelos espolvoreados con azúcar, y tazas de chocolate y café humeante. A un lado, un piano de cola, traído especialmente de Europa, espera ser tocado, rodeado de partituras cuidadosamente dispuestas.
Las puertas de madera tallada se abren para recibir a los invitados, quienes llegan en carruajes elegantes, ataviados con sus mejores galas. Los caballeros visten trajes oscuros, algunos con levita, y llevan en sus manos bastones con empuñaduras de plata.
**La Elegancia de Isabel y las Damas**
Las Damas, por su parte, lucen vestidos de seda y encaje, con peinados elaborados adornados con pequeños tocados o flores frescas. Isabel, por otro lado, es la anfitriona perfecta entre las damas. Con su elegancia natural, guía las conversaciones hacia temas más ligeros, como las últimas tendencias en moda traídas de Europa, los nuevos métodos de educación para los niños, y las novedades en los círculos sociales de la capital. Las damas, entre sorbos de té y bocados delicados, comparten anécdotas y reían con discreción, disfrutando de la atmósfera relajada y refinada.
En un momento de la noche, uno de los invitados se acerca al piano y comienza a tocar una melodía suave y envolvente. La música llena la sala, creando un ambiente aún más íntimo. Algunos de los presentes se acercan para cantar en coro, mientras otros se contentan con escuchar, dejando que las notas musicales acompañen sus pensamientos.
María y Santiago, los hijos de Calixto e Isabel, observan la tertulia desde una esquina. Aunque son demasiado jóvenes para participar activamente, ambos comprenden la importancia de estos eventos para su familia. María, con su vestido blanco y una trenza suelta sobre el hombro, mira a los invitados con curiosidad y un deseo de entender las complejidades del mundo adulto. Santiago, por su parte, escucha con atención las conversaciones de los hombres, intentando captar algo de la sabiduría de su padre.
La noche avanza, y la tertulia continua entre risas, debates y música. Al final, los invitados comienzan a despedirse, agradeciendo a Calixto e Isabel por la velada encantadora. Los carruajes vuelven a llenarse y, uno a uno, parten hacia la oscuridad de la noche, dejando la casa en un silencio que contrasta con la animada reunión de horas antes.
Cuando los últimos invitados se marchan, Calixto e Isabel se quedan en la sala, disfrutando del momento de tranquilidad después de la tertulia. Saben que estos eventos fortalecen las relaciones sociales y políticas, pero también disfrutan del simple placer de reunir a sus seres queridos y amigos cercanos. Mientras apagan las lámparas y se preparan para descansar, ambos comparten una mirada de satisfacción, sabiendo que han cumplido con su papel como anfitriones de una noche memorable en la Antigua.
María disfruta enormemente aquella semana en la que sus padres y su hermano Santiago están con ella en la Antigua. Por las mañanas, María asiste a sus clases en el convento, donde se esmera en cumplir con sus deberes. Por las tardes, se dedica a pasar el tiempo en compañía de sus padres y de Santiago. A su hermano, el tutor llega a visitarlo un día de la semana, y tras dejarle algunas tareas, Santiago se une a las actividades familiares.
Cada tarde, después de concluir con sus estudios, María y Santiago salen a recorrer las apacibles calles de la Antigua en compañía de su madre o de su padre; en algunas ocasiones, ambos padres los acompañan en sus paseos. Durante estas caminatas, María se siente dichosa de poder compartir éstos momentos con su familia. En una de esas tardes, mientras caminan por la Plaza Mayor, Santiago le dice con entusiasmo: –María, me encanta que nuestros padres estén con nosotros”. María, sonriendo, le responde: —A mí también, Santiago”.
En ocasiones, cuando no salen a pasear, María y Santiago se quedan jugando en la casa, disfrutando de la calidez familiar y la tranquilidad de aquella semana en la que el bullicio de la vida cotidiana parece haberse detenido para dar paso a momentos de felicidad y unión.
**Clausura de María**
María está por terminar sus estudios en el convento, y la emoción llena el ambiente. María, Ana, y sus amigas no pueden contener la alegría que sienten al saber que pronto se llevará a cabo la clausura. —María, ¿qué personajes nos tocarán este año?, pregunta una de las amigas con entusiasmo. María responde, –Espero sea una bonita obra. No pasa mucho tiempo antes de que la monja a cargo les anuncie que la obra elegida será una interpretación del trágico día en que murió doña Beatriz de la Cueva.
Cuando María llega a su casa, corre emocionada hacia su nana y le dice: —Nana, para mi clausura vamos a interpretar cuando muere doña Beatriz de la Cueva". La nana, con una sonrisa, le responde: —¡Qué bien, niña! ¿Sabe qué significa?. María, con una mezcla de ilusión y seriedad, contesta: —Aparte de la obra, que será increíble, significa que terminaré otro año y vendrán las vacaciones”.
Pasan unos días y la monja finalmente anuncia los personajes que cada una interpretará. —María, te tocará hacer el papel de doña Beatriz de la Cueva”. María no lo podía creer. Con una mezcla de asombro y nerviosismo, susurraba para sí misma: —Me toca doña Beatriz".
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Editado: 02.10.2024