Dos Vidas ,un Camino

Parte 27

CAPITULO 27: Melissa

Estos locos se han puesto en complot en mi contra. No quiero ir, pero Paula tiene razón: ¿por qué debo cambiar mi estilo de vida? Él es quien está comprometido. Además, entre nosotros nunca hubo nada...ese "nunca hubo nada" me lo repito cada vez que me atacan los recuerdos de aquel beso.

—De acuerdo —digo finalmente, solo para que dejen de insistir.

—¡Sí! —exclaman los tres al unísono.

Paula, Lucas y Paúl se quedan toda la tarde conmigo. Pedimos pizza, lo cual causó una pelea porque no nos decidíamos entre la margarita, la de pepperoni y la de prosciutto. Terminamos pidiendo las tres.

Luego de comer juntos, todos comimos de las tres pizzas, Paúl y Lucas se fueron a sus casas, y Paula se quedó conmigo. Decidió que, para no perder tiempo, mejor se arreglaba aquí. Paúl iría a buscar a Lucas, y nos encontraríamos en el Redmoon.

—¿Cómo te has sentido estos días? —me pregunta Paula, mientras me ayuda a elegir un outfit.

—Ahí, ¿qué te puedo decir? Cada encuentro con él es una tortura. Me he limitado a hablar con él solo de trabajo —es la única relación que tenemos: empleado y empleador—. Evito salir de la oficina solo para no encontrármelo.

—Sí, me he dado cuenta. Ni siquiera has querido comer en la sala de descanso.

—Ya es bastante con verlos todos los días en la mañana cuando llegamos a la oficina —he tenido tan mala suerte evitándolos que casi todos los días me los encuentro, ya sea en la recepción, en el estacionamiento o esperando el ascensor.

—¡Uy! Esa mujercita no la soporto. ¿Tú puedes creer que hace unos días me dijo que le trajera un jugo verde? ¡Ni que yo fuera su asistente! ¡Dios me libre! —se persigna y pone cara de terror, lo que me hace reír—. Esta eres tú —me da un abrazo, el cual le correspondo.

Luego de eso, cada una empieza a alistarse. Me decido por un top color plata y unos jeans negros a la cintura; que, vale decir, me favorecen mucho. Hoy decido trabajar un poco más en mi maquillaje, ya que no he podido descansar mucho. Entre no poder dormir y llevar a cabo mi trabajo en la oficina, tengo unas ojeras terribles. Después de casi una hora, estamos listas y dispuestas a irnos.

Ya en el Redmoon, nos encontramos en la fila con Lucas y Paúl. Luego de unos minutos, logramos entrar. El lugar no está abarrotado, creo que porque todavía es temprano.

—Gracias a mis esfuerzos , y miren que tuve que trabajar duro estas últimas semanas, hoy nos vamos a la zona VIP —dice Paúl, muy contento.

—¿Estás loco? No puedes gastar tanto. Mejor guarda ese dinero —le digo, preocupada de que luego se vea afectado económicamente.

—No les estoy preguntando. Es algo que quiero hacer, más por curiosidad que por otra cosa —sonríe.

—¿Curiosidad de qué? —le pregunto, intrigada.

—No importa por qué lo haga. Yo no voy a contradecir a mi hermanito bello y adorado —se acerca Paula a su hermano mientras le hace mimos, que a él parecen extrañarle—. Si él quiere gastar su dinero con nosotros, ¿quién soy yo para impedírselo? —cambia su tono—. Además, por fin puedo aprovechar algo de este tacaño —le da en el hombro, y nos reímos del cambio tan brusco en el actuar de Paula.

—No se diga más. Si él invita, yo acepto —dice Lucas, sonriendo.

Subimos y nos acomodamos cerca de la baranda de cristal, desde donde se puede ver todo el lugar. Lucas y Paúl van a pedir las bebidas, y Paula y yo nos quedamos en la mesa mientras conversamos. De repente, ella se queda callada.

—¿Qué pasa, Pau? —pregunto, notando su expresión seria.

—No quiero arruinarte la noche, pero creo que viene entrando Alex y compañía —me dice, mirando hacia la entrada.

Volteo a ver y, en efecto, es Alex... pero no viene solo. Está con el señor Swan, los amigos de Alex y, claro, no podía faltar su prometida.

—¿Y esas caras? —Lucas se da cuenta de mi gesto acercandose con las bebidas.

—Nada —le resto importancia, aunque por dentro me siento incómoda.

Paula les hace señas para que vean hacia la planta de abajo, y ambos voltean a verme.

—Si quieres, nos vamos —sugiere Paúl, preocupado.

—No, ¿cómo se te ocurre? Después de lo que acabas de gastar —le digo, intentando sonar firme.

—Eso no es nada. Además, vinimos a distraernos, y sé que no vas a estar cómoda con ellos aquí.

—Tú lo has dicho: vinimos a distraernos, y eso es lo que vamos a hacer —digo, tratando de convencerme más a mí que a ellos.

—De acuerdo, como quieras —dice Paúl, sonriendo.

—Ok, pero primero debo ir un momento al tocador.

—¿Voy contigo? —pregunta Paula, a la cual le hago señas con la cabeza que no. Necesito unos minutos a solas para tranquilizarme.

¿Cómo es posible que con tan solo verlo me descoloque tanto? Sigo mi camino al baño, me miro al espejo tratando de calmarme, y cuando creo haber recuperado mi compostura, me dirijo a la salida. Y ahí está él, como si hubiera estado esperando a que yo saliera...




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.