Dosmundos

CAPÍTULO II

Abrí los ojos después de entrar al agujero, Axl estaba al lado mío sujeto de mi mano.

Me llena de alivio, el ver, que no nos ha pasado nada. Digo... estamos enteritos, y no mutilados.

Recorro el lugar con la mirada, tratando de ubicar donde nos encontramos... Pero no había nada conocido ante mis ojos. —voto un suspiro cansino– Saco el celular que tenía en el bolsillo trasero de mi pantalón, para ver si podía llamar a alguien; pero que. creen —Sin señal– Así que simplemente me limito a usarla de linterna, apuntando a todo mi alrededor.

Estamos parados en un amplio pastizal con árboles; de los cuales destacaba uno enorme. Justo alado de nosotros. Este es muy llamativo, y no precisamente por su intimidante tamaño; eran sus hojas, el sonido de ellas contra el viento; y su color... era extrañamente de un rojo-anaranjado. Y hubiera creído que quizás la temporada de otoño había llegado, de no ser por que los demás arboles estaban perfectamente verdes.

Definitivamente a estas alturas. Van a dejar de sorprenderme muchas cosas.

Despego los ojos del árbol para enfocarme en mi mejor amigo. Y hablarle.

–¿Y ahora, qué carajos vamos a hacer?

Que fina...

No responde.

–Primero. ¿Dónde estamos? – continúo con confusión.

– Definitivamente, muy... lejos de casa.

–Oh. No me había dado cuenta. Genio.

Axl me fulmina con la mirada, pero lo ignoro.

Voy directamente hacia el enorme árbol, y empiezo a escalarlo.

–¿Qué haces? – pregunta en voz ronca.

¿Es enserio esa pregunta? – pienso; mientras pongo los ojos en blanco, aunque no pueda verme.

–¿No me vez?, estoy doblando los platos– suelto la ironía.

–Baja ya. Léa. —ordena– Te podrías lastimar –dice esta vez sonando más preocupado.

–No me voy a caer Axl –hablo para tranquilizarlo. Mientras me impulso con los brazos para subirme a una rama– puede que no haga hecho esto después de cinco años. Pero después de todo es mi instinto animal saliendo a flote, Je, Je.

Escucho la risa disimulada de Axl a mi espalada y no tardo en imitar el gesto. Llego a donde creo que es lo suficientemente alto para visualizar mejor el panorama y tratar de ubicarme.

La oscuridad no me ayuda mucho, pero persisto. Me giro hacia donde me faltaba revisar y... Bingo.

A unos pocos kilómetros de distancia; logro ver un conjunto de luces, no muy llamativas, pero eso solo significa una cosa..., hay personas allí. Que quizás nos ayuden con saber dónde estamos.

Bajo del árbol con mucha agilidad; para acercarme hacia Axl, quién empieza discutir sobre mi casi mortal caída del árbol – sí, no mucha agilidad del todo. Casi me mato, si no hubiera sido porque al final logre agarrarme de una rama, estaría en estaría momentos viendo la luz. —o la oscuridad Je, Je.

–Sí. Ya sé. Lo tengo claro –digo en un fallido intento para calmarlo.

–No. creo que no lo tienes claro –dice enojado– Pudiste haber muerto.

Dios... que exageración.

–Pero estoy viva.

–Per...

– ¡YA Axl, córtala! – advierto exasperada. Suspiro de alivio al notar que se ha callado, para que pueda hablar – Hay lo parece un pueblo, a unos... cinco kilómetros de aquí. Por allá – digo girando hacia mi derecha, señalando al frente con la mano.

– Oh. Por qué no lo dijiste antes. –dice despreocupado, caminando hacia nuestro destino.

Te mataría si no fueras mi amigo.

–Ah. Perdón. Es que estaba ocupada lidiando con un estúpido. Ya sabes, últimamente abundan mucho –digo encogiéndome de hombros. 

Camino por delante de él, sintiendo el peso de su venenosa mirada sobre mí.

Ambos caminamos en absoluto silencio, alumbrando el sendero con la luz de nuestros celulares; la noche se tornaba en un opaco azul marino, y la brisa gélida del bosque era escalofriante; que, si no fuera por las estrellas que resplandecían fervientemente, en la expansión del cielo; esta se vería envuelta en una completa y abrumadora oscuridad.

El viento frígido no juega a favor de mi vestimenta; deje mi abrigo en casa, y solo llevo unos vaqueros sueltos rasgados, una sudadera corta; y unas zapatillas deportivas, que es lo único de lo que no me arrepiento –el frio cala cada parte de mi piel expuesta– A diferencia de Axl, quien lleva una cazadora encima de un conjunto blanco (sudadera con capucha, un jogger de franela), y unas jordans para rematar su perfecto outfitel parece estar el calor, sin descartar que el clima es similar al de nuestro pueblo, y ha de estar acostumbrado.

Camino ignorando el temblor de mi cuerpo, ensimismada en mis pensamientos; mientras me comía la cabeza cuestionándome; mis padres, ¿se habrán percatado que no estoy en casa?, o seguirán pensando que aún estoy limpiando el sótano; mis hermanos, quienes se quedaron en la ciudad por asuntos pendientes, ¿habrán llegado ya a casa?; ¿Cuánto tiempo nos tomará llegar a casa?, y lo más importante... ¿Dónde cojones estamos?¿Y qué mierda con el sótano?

–Mira, Léa – habla el castaño captando mi atención.

Axl señala algo lejano en el cielo, varías luces que se asemejaban a llamas de fuego, se movían de un lado para otro en conjuntos.

–Meteoritos. –dice preocupado – son meteoritos Léa. Tenemos que alejarnos.

Su comentario me hacer reír.

–Meteoritos... –repito con burla – Axl... si fueran meteoritos, no estarían volando como pajaritos –digo con obviedad.

– Ah. ¿Entonces, que son, si no meteoritos? –pregunta, llevándose una mano a la frente para visualizar a lo lejos del cielo.

Imito sus movimientos, dirigiendo mi vista hacía el tumulto flameante que se aproximaba aceleradamente, haciéndose más visible. Y... una. Mierda. 

Esto tiene que ser una broma.




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