Dr. Dron Cronicas de un Atentado

Capítulo 4 Los Fondos:

  Mis finanzas ya se habían estabilizado, ya era el dos mil diecisiete, a un recibía eventuales pagos por parte de la organización, sin embargo desviaba la atención de la procedencia de ese dinero, pues esto era como el alimento del pez que está encerrado en la pecera, aquel alimento que me encorreaba a un día que estaba por venir, pero en realidad, sin percibirlo yo ya había conformado en la célula, con la seguridad de quien va echar un pulso a todo un estado, siendo mi propio numero de ilusionismo, con mi traje de médico intensivista, que podría asemejarse dentro de un comid, al inverosímil e indefenso Clard Kend pero que ya va siendo hora de que me lo quite, y asuma quien soy de verdad, pues todo ya estaba a punto de iluminarse para mi, yo era aquel hombre en la sombra que había percibido constantemente tales cantidades de dinero, por que cuán difícil es el camino y más esfuerzo empleas en recorrerlo, más crees que a aquello que encuentras se asemejan a ti,  es cierto, la operación comenzaba a gestarse desde las bases,  las piedras angulares de la operación eran, la organización  y la logística, ambas debían de ir de la mano, y a esa lógica debía de ponerme primero a la expectativa de la bandeja de mi correo, ese día mostraba la entrada de un email,  al abrirlo solo decía,  —“Joseph, es inicio de la cosecha, es  prudencial que visites las Ramblas en Barcelona  frente a la plaza Colón, deberás acudir solo hoy a las tres y treinta de la tarde, allí deberás de esperar instrucciones, Richard establecerá contacto contigo de ahora en adelante, saludos, El Talibán”—  Esto me causó incógnita, y a ese correo traía a colación aquellas palabras que me había dicho el talibán cuando me reuní en su modesta oficina, “Vendrá más dinero”, fue lo que me dijo,  algo tendría que suceder, yo había recibido sin demoras una mensualidad módica, a la espera de esta reunión, esto me pone algo ansioso y por que no decirlo, el nerviosismo se apoderaba de mi, pero aún así, no sabia el propósito de todo esto en lo cual solo habría una sola forma de averiguarlo.

 

   Llego la tarde y el frío era algo inclemente, nos encontrábamos en la entrada al invierno y yo ya me encontraba caminando por la Rambla, tan solo faltan diez minutos del tiempo pautado para la reunión, y a un me encuentro a un par de cuadras de la plaza Colon, apresuré  mi paso sorteando entre tantos turistas extranjeros que visitan hoy la rambla, sin embargo logré llegar a tiempo en el lugar que me habían indicado, me quedo de pie expectante a la mínima posibilidad de vislumbrar aquel personaje que se hace llamar Richard, sin embargo no tenía ni la más mínima idea de quien ni como era el, me mantuve de pie por alrededor de veinte minutos y comenzaba a desesperarme, tomé mi móvil del bolsillo de mi Jersey y abrí mi correo electrónico con la mínima interrogante de si es realmente este el sitio y la hora prevista, pero estaba en lo correcto, debía de estar en aquel lugar, sin embargo por mi mente pasaba una pregunta, ¿Cómo me reconocería Richard, si nunca nos habíamos hablado?, a pesar de la baja temperatura, mantuve mi posición hermético y expectante, de pie observando los alrededores de  la plaza, tal vez algún vehículo se detendría y me haría señas para que le aborde, tantos pensamientos pasaron por mi mente, y en ese instante mi teléfono sonó, era la alerta de un mensaje de texto de un numero restringido, abrí la bandeja de mensajes, —Joseph, soy Richard, por favor dirígete al café  La Broca en la rambla, toma asiento en la terraza y espera instrucciones,  — guardé de nuevo mi móvil en el bolsillo de mi Jersey,  ajusté la Palestina azul que llevaba en mi cuello y emprendí camino al café, observo que la terraza se encuentra sola, al llegar a las puertas del café soy abordado por un camarero, el cual me da la bienvenida, invitándome a entrar al establecimiento, tal vez con la intención de guarecerme del frío, o con la sutileza de que me sienta a gusto dentro del cálido clima del establecimiento, sin embargo debo de cumplir las instrucciones, negándome a entrar, y tomando asiento en una de las mesas de la terraza, me dirijo al camarero  solicitándole un mocachino, una pareja ingresa y toma asiento a un par de mesas de donde me encuentro, por un momento intercambiamos miradas como tratando de identificarnos, pero siendo interrumpidos por otro camarero quien los aborda solicitándole su pedido, tome mi móvil, intenté marcar al numero que me envió el mensaje, y sin embargo fue inútil pues el número se encuentran restringido, fue solo el tiempo que duré en tomar mi moca chino, cuando entró otro mensaje de texto, —Joseph, ponte en marcha, debes de dirigirte a plaza Cataluña, ahí deberás de durar diez minutos en la plaza y trascurrido el tiempo entra a la estación del metro, y lo tomaras para llegar a la estación central, donde esperaras instrucciones,— comencé a sentirme como en un juego de James Bond, pagué el moca, y bajo la mirada de aquella pareja emprendí mi camino, al lugar establecido, no tarde mucho en llegar a la plaza por su cercanía al café, al llegar a la fuente observé mi reloj de pulsera, son las cuatro y siete minutos de la tarde, debía de esperar hasta las cuatro y diecisiete, comencé a observar a mi alrededor, buscando no se que cosa pues no tenía ni la menor idea de quien esperar, de seguro alguien me debería de estar observando, en un refilón, observé a la distancia a aquella pareja que se encontraba en aquel café, ¿sería aquel hombre de barba rojiza y de cuerpo robusto que se encontraba en compañía de aquella simpática joven delgada, la persona que esperaba?, lo observé detenidamente desde la distancia, sin que este me prestara la mínima atención, mientras este transitaba distraídamente por la  plaza, transcurrieron los diez minutos y ya  debía de entrar en la estación, abordar el metro y  dirigirme a la estación central, dentro del vagón transitaban mis pensamientos sobre qué me deparaba esta reunión, pero al unísono,  sonó la voz de quien anuncia a través de los parlantes del vagón sobre la pronta llegada a la estación central, me puse de pie y me acerqué a la puerta, al detenerse el vagón y abrirse las puertas frente a mi, salí a la estación y recibí un tercer mensaje, “Toma el Renfe (Tren),  con rumbo a Vall's de Nuria”,  el anuncio en las pantallas debajo de los relojes de aguja, indicaban que el tren que se dirige a Vall's de Nuria, arribaría a la estación en quince minutos, me di de prisa para adquirir el billete en la taquilla, y a la llegada del tren abordé un vagón que estaba parcialmente vacío, mi viaje emprendió y tras estación tras estación fue ingresando gente al vagón que tomaban los asientos vacíos, en la estación  Montmeló, el tren hizo su parada habitual, un hombre alto y acuerpado, vestido con un traje elegante color oscuro y corbata delgada negra quien tras unas Raibang modelo aviador  cubrían sus ojos, ingresó al vagón y tomó asiento a dos puestos de mi asiento, (los puestos en el tren están interpuestos uno frente al otro, siendo pares a los que puedes conversar observando al asiento que está enfrente),  yo le observé fijamente, pero al igual sentía que el me observaba a través de sus gafas, en un momento el giró su rostro a observar por la ventanilla, pude percatarme que esta persona llevaba en su oído una especie de manos libres de esos acordonado en resortes como los que usan los de la secreta (Policía Secreta), ¿acaso será este el tal Richard con el que debo reunirme?, esperaba cualquier movimiento de esta persona, cualquier gesto que pudiera vislumbrar la mínima posibilidad de que sea Richard, la voz volvió a anunciarse en los intercomunicadores del vagón, informando la llegada a la próxima estación, el tren se detiene y las puertas se abren, entre los que salen y entran del vagón se abre paso una mujer con aspecto muy elegante que ingresa al vagón, el tongoneó marcaba la figura esculpida entre aquella falda azul oscura de vestir, y un brasear beis tapado con un chaquetin oscuro que hace juego con aquellos tacones de diseñador Cristián Louboutin, distinguidos por su típica suelas Rojas, mi mirada se dirigió hacia ella fugazmente por breve instante, mientras que ella se aproxima por el pasillo del vagón, algunos hombres disimulan al observar aquella silueta, el tono de cerrar puertas suena en los intercomunicadores mientras que el tren emprende su marcha, aquella señorita de muy buena pinta, toma asiento frente a mi, mi mirada se dirige a la ventanilla del vagón, tratando de evadir mi atención de su silueta,  me pongo a contemplar  el exterior, aquellos campos que se divisan por lo ancho a las laderas de la vía ferria, mostraban donde en meses atrás se encontraba el trigo sembrado, sorpresivamente una sutil voz  antecedió dirigiéndose a mi en lo cual giré mi mirada para percatarme que era   abordado por aquella señorita, —¿Joseph?, — quede sorprendido por aquel comentario, pues esperaba algún hombre que entablara conversación, sin embargo mi sorpresa es interrumpida, — ¡de prisa!, no tenemos mucho tiempo, permíteme tu dedo índice derecho, que necesito  escanearlo — impulsivamente y sin pensarlo extendí mi mano derecha aproximándole mi dedo  índice, en silencio, ella tomó con su mano derecha y posó mi dedo sobre una pequeña pantalla táctil que lleva en su mano izquierda, comenzó a escanear mi huella dactilar, en lo cual comenzaron a pasar interrogantes dentro de mi, no entendí  cual era su intención, ¿quizás esto sea para verificar mi identidad?, decidí abordarla —disculpa pero, ¿para que es esto?,— ella respondió, —tomaremos tu huella para aperturar varias cuentas en of shore, (cuentas en paraísos fiscales),— esto me sorprendió, ¿será a caso una operación de lavado de dinero?, sin embargo continué dejándome llevar por la expectativa de aquello que estaba aconteciendo, en un instante la pantalla mostró un color verde alrededor de mi huella, indicando en un mensaje, “Escaneo Exitoso", —establecerán comunicación  contigo, mantente alerta y espera nuevas instrucciones, — estas  fueron las únicas palabras que estableció aquella atractiva mujer, la voz prominente del conductor del tren anunciaba el arribo a la próxima estación, aquella simpática dama se puso de pie y avanzó a la salida más cercana, simultáneamente aquel enigmático hombre de traje se dirigió a la  salida  junto a ella, y al detenerse el tren y aperturarse las puertas del vagón, salieron del vagón dejándome con la intriga, sería esto como una película de espionaje, aquella emisión de adrenalina que circulaba por mi cuerpo volvía a su curso normal.




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