Drácula quiere una novia

Capítulo -3-

Áurea guiaba a Mía en dirección contraría a su habitación, llevándole por el pasillo y… para su sorpresa la habitación en donde el conde le esperaba estaba relativamente cerca de la suya, más de lo que alguna vez se lo hubiera esperado. La puerta fue golpeada dos veces por la sirvienta, antes de escuchar un suave “Pase” que viene del interior, giró la perilla de la puerta apartándose en el proceso, realizando una reverencia para el conde que estaba en el interior de dicha recamara y paso seguido moverse con aquella velocidad inhumana.

Mía, lenta e insegura ingresó al lugar, con una mano sobre su pecho apretando fuertemente allí, como si el corazón se le fuera a salir en cualquier instante y debiera hacer presión para evitarlo, vio la habitación, naturalmente esta parece ser tres veces más grande que la propia, con cuadros, muebles, una cama incluso más grande, una chimenea que proporciona una agradable fogata la cual es la única cosa que le proporciona luz al lugar y un sofá en el que el conde se encuentra reclinado sosteniendo un libro con una de sus manos, el cual ojea atentamente.

La joven cerró tras de sí cuando ingresó completamente, y a decir verdad los largos dedos que sostienen el lomo de aquel escrito llamaron su atención. Aunque, el estar así de centrada en algo hizo que diera un pequeño brinco cuando Drácula cerró con fuerza la obra en su mano emitiendo un característico sonido seco.

—El sonido de tu corazón al acelerarse es muy gratificante, —y el sonido de su voz es dulce, seductor, emitido casi en un susurro que golpea en Mía debilitando su voluntad, no solo eso, es tan suave que encantaría ángeles, con ese rostro tan pulcro, ojos brillantes, hermosos ojos dorados y brillantes que solo la ven a ella haciéndola sentir como el único ser en ese pequeño mundo para dos—Ven—ahora mueve su mano en un ademan, pero la expresión de su rostro cambió en el mismo instante alejando esta como si se retractara de su gesto, cruzando los brazos para hacer ello más claro—Mejor… quiero que te sientes sobre mí. —Esa sonrisa que hizo fue la más arrogante que la joven había visto en sus 18 años de vida.

Supo que lo estaba disfrutando por la cara de horror que está segura de tener en ese momento y la de satisfacción que él adquirió en su lugar.

Tuvo que avanzar, no conforme con ir lento e inseguro se veía cautelosa cual ratón acorralado y asustado delante de un gato. Eso era verdaderamente humillante, el tener que sentarse a horcajadas de él por voluntad propia como si realmente deseara hacerlo, ¿Si no se apresura la mataría? ¿Qué se sentía ser mordida? Ahhh, estaba realmente inquita, se suponía que había resignado su existencia, pero…

Dejó de pensar en el momento que llegó al conde, apoyando sus rodillas a cada lado de él, sosteniéndose del respaldar a los lados de su cabeza para no caerse, e inevitablemente quedando frente a frente de él.

—No camines como si fueras a la horca, si quisiera matarte ya lo hubiera hecho.

Otra sonrisa innecesariamente condescendiente.

Él levantó su mano, a lo que ella como reflejo se alejó cerrando los ojos fuertemente, su miedo no podía ser disimulado.

—Shhh… —susurró contra su oreja—Si te mueves te dolerá mucho más, la primera vez no es muy grata que digamos.

“Se refiere a las mordidas ¿Cierto?” pensó más inquieta aún.

Pasó entonces una de sus manos por detrás de la cintura femenina, pegando el cuerpo delgado a su pecho, y en gesto delicado movió el cabello castaño dejando al descubierto su cuello.

—Mira hacia allí, —señaló una esquina de la habitación con el único propósito de tener mejor acceso a su cuello, cuando esto fue así deslizo la nariz por el contorno derecho, extasiado con aquel embriagador aroma—Tu aroma es magnífico, como si hubiera nacido para que beba tu sangre.

Ella quiso gritar que no era un objeto, pero se vio a sí misma abriendo los ojos… creía que ya había superado esas ideas tontas que 3390 había motivado durante años.

Le fue imposible el no gritar de dolor, casi en un llanto cuando inesperadamente los colmillos penetraron su piel, lo abrazó, porque el sentir como su sangre abandona el torrente para desviarse y llegar hasta la boca que absorbe cada gota deleitándose le produce temblores el cual está más allá de ella controlar.

—¡Ey! 97— le vio entonces, a 3390, llamándola por los dos últimos dígitos de su número, tal y como solían hacer entre ellos— ¿Qué es lo que lees? —Observó el libro la contra portada roja del texto.

—Una historia de amor —Respondió a su querido amigo — ¿Sabías que antes los humanos se casaban, 90? —Dejó su lectura sólo para hacer esa pregunta.

—¿Qué es eso? —Estaba confundido.

—Pues, en el libro dice que es una promesa de estar juntos toda la vida, pero sólo se hacia entre dos personas que se amaran mucho. —Explicó.



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En el texto hay: vampiros, demonios, humanos

Editado: 03.08.2018

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