Eran las seis de la mañana. El sol todavía no había salido cuando Alexa ya estaba poniendo la segunda jarra de café.
En la cafetería solo estaba el habitual Ed, sentando en la vieja barra, casi enfrente de la cafetera, al lado de los servilleteros. El hombre odiaba estar en casa con su mujer, así que estaba allí, intentando entablar conversación con la nueva camarera, Alexa. Ella estaba cansada. Había entrado a trabajar a las cuatro de la mañana porque, como era nueva, siempre le asignaban los peores turnos. Apenas llevaba un mes en la ciudad.
Mudarse cada poco no era extraño en ella, no pasaba más de seis meses en el mismo lugar. Era una joven guapa, de 24 años, delgada, de ojos azules claro con mirada triste, con una larga cabellera rubia que siempre llevaba recogida para mayor comodidad. Vivía en un modesto apartamento al final de la calle. Desde que tenía uso de razón había vivido en orfanatos o casas de acogida. Si algo había aprendido de esa situación era a arreglarse sin ayuda.
Mientras le servía la cuarta taza de café a Ed, el tintineo de la puerta hizo que se girase.
Un nuevo cliente entró encapuchado y cargado con una gran cesta. Se dirigió al fondo de la cafetería.
—— ¿Sabe qué va a tomar? ——dijo Alexa al acercarse.
El cliente señaló lo primero que había en la carta.
—— ¿Lo quiere grande o mediano?... Mediano entonces ——dijo Alexa al no obtener ninguna respuesta.
La cafetería estaba tranquila. Ed, medio dormido con la cabeza dentro de su taza de café, y el cliente nuevo, callado mirando a la joven camarera. Cuando Alexa se acercó a servirle, este apartó la vista.
—— Aquí tienes.
Cuando Alexa ya se retiraba, el cliente la agarró del brazo. Ella se asustó, pero con un solo cruce de miradas se sintió más aliviada. Tardó unos segundos, pero la reconoció.
—— Nala, ¿eres tú? ——preguntó sorprendida.
—— Sí ——contestó en voz muy bajita.
—— Pero ¿qué haces aquí?
Nala no respondió. Alexa le dio unos segundos y se sentó enfrente de ella.
Tras un tiempo en silencio…
—— Alexa, necesito que cuides de algo por mí ——dijo al fin Nala.
—— ¿De algo? ¿en qué andas metida? No será ilegal…
—— Alexa, es algo muy importante, algo de vida o muerte.
—— Nala, no quiero ir a la cárcel ——respondió con desconfianza la joven camarera.
Ambas cruzaron miradas. Alexa vio lo asustada que estaba su amiga. Nunca había visto esa expresión de miedo en su rostro, ni siquiera cuando eran pequeñas y tenían que enfrentarse al cuarto oscuro.
Estuvieron un momento en silencio, hasta que Nala le dijo:
—— Tranquila, no irás a la cárcel, no a la que te imaginas.
Alexa la miró desconcertada. No le gustó nada la respuesta que le había dado.
—— Nala, yo realmente…
Antes de que pudiera seguir, Nala se levantó.
—— Voy al baño ——se dirigió a la puerta que tenía detrás.
Alexa comprobó que Ed seguía durmiendo en su sitio.
Habían pasado diez minutos y Nala no había vuelto. Alexa se preocupó y fue a ver qué pasaba.
—— ¿Estás bien, Nala? ——preguntó mientras tocaba la puerta del cuarto de baño.
Tras no obtener respuesta, abrió la puerta. Buscó por todo el baño, pero Nala no estaba. No podía explicarse cómo se había marchado si el baño no tenía ninguna salida, ni siquiera una ventana.
Volvió a la mesa y comprobó que sus cosas, su gran cesta, seguían allí.
—— Con permiso ——dijo mientras se disponía a revisar la cesta.
Al destaparla se encontró con un bebé dormido y una carta dirigida a ella.
Alexa:
Disculpa por hacer esto de esta manera, pero es muy importante que sea todo en secreto.
Corre, miente y sobrevive.
Te estoy confiando a este niño para que lo protejas, lo cuides y lo ames como no lo hicieron con nosotras.
No mires atrás, olvídate de mí, olvídate de tu nombre, olvídate de nuestro pasado.
Coge el dinero y la documentación, y márchate al terminar de leer esta carta. Vete a un lugar desconocido, discreto, donde nadie os pueda encontrar.
Te lo estoy diciendo, os costara la vida a ambos si no lo haces, pero llegado el momento, él tendrá que renacer. Es su destino.
Nala.
Alexa miró al bebe. Respiró hondo, cogió el ticket del pedido, le dio la vuelta y escribió:
Renuncio.
Cogió la cesta y salió por la puerta. El ruido del tintineo despertó a Ed, que no entendía qué había pasado.
Editado: 02.05.2021