Dramas Paralelos

Amigos por Casualidad

Lunes, 22 de Abril.

 

Comenzó la semana y tuvimos inglés. Entré al aula y me senté en el banco del medio como siempre. Acomodé mis cosas sobre la mesa y apoyé mis brazos cruzados sobre mi carpeta cerrada. Me quedé mirando hacia la puerta, expectante. Deseando que llegara el momento en que mi amiga cruzara por esa puerta. Miré el reloj de mi teléfono, eran casi las dos de la tarde.

 

¡Mierda! ¿Justo hoy tenía que faltar?

¿Por qué hoy? ¿No podía elegir otro día?

 

- Señorita Linares —alguien me llamó sacándome de mis pensamientos. Parpadeé para volver a la realidad y miré a la persona que me llamaba. ¿Ya había llegado la profesora? ¿En qué momento llegó? ¿Tan perdida en mis preocupaciones estaba como para no darme cuenta?— ¡Señorita Linares! —me volvió a nombrar, esta vez un poco más indignada.

- ¿Si? —hablé distraída.

- ¿Usted acaso no me escuchó cuando la llamaba? —exigió conteniendo la rabia.

- Disculpe, solo estaba... —intenté excusarme. Pero no me permitió terminar.

- Le recuerdo que usted viene al colegio a prestar atención. No a mirar por la ventana. —me retó enojada. La miré con fastidio. Ella suspiró acomodando un mechón de su pelo lacio negro detrás de su oreja— Y ya que por lo visto está sentada sola... Junte sus cosas y venga a sentarse acá adelante con Bruno, que también está solo. Es una tarea de a dos. —ordenó señalando la silla al lado del chico morocho con su índice. En silencio agarré mi cartuchera y la puse encima de la carpeta, luego procedí a colgarme la mochila en uno de mis hombros, me puse de pie y caminé hacia el otro banco.

El chico muy amable me miró con sus ojos oscuros ligeramente achinados y le devolví el saludo. Comenzó a explicarme lo que debíamos hacer. Debo admitir que era muy bueno en el idioma, ya que yo era un desastre adelante suyo. Terminamos las dos primeras actividades de la fotocopia.

- Un tanto... estructurada la clase, ¿No? —comentó de repente comprendiendo la expresión de mi cara.

- ¡Uff! ¡Insufrible! Diría yo. —protesté rodando mis ojos. Suspirando con cansancio.

- Soy Bruno. Vos sos... Mía Linares, ¿No? —dijo entrecerrando los ojos y mostrando una sonrisa traviesa. Sonreí ante su expresión y bajé la mirada.

- Sí, bueno... Soy nueva, como ya todos se habrán dado cuenta. —comenté lo obvio.

- ¿Qué tal te caen? —preguntó refiriéndose a nuestros compañeros.

- Por ahora me caen genial todos. Parecen muy copados. No tengo drama con nadie. —admití— ¿Por?

- No... Por... Por nada... —continuó escribiendo. Me acomodé en mi lugar para comenzar a copiar lo que la profesora estaba copiando en el pizarrón.

- ¿Escuchás Evanescence? —hablé sin mirarlo.

- Conozco, pero... soy más por el estilo tipo... MetallicaIron Maiden... —explicó.

- Mirá vos... Mi mamá y mis tíos son muy por ese estilo. Yo por ahora prefiero... no tanto ruido —opiné.

- No vuelvas a decir eso. —dejó de escribir para mirarme espantado.

- ¿Que? Si es puro ruido eso. —repetí despreocupada.

- Te aviso que estás a punto de ganarte a un enemigo por decir eso. ¡Estás insultando a la buena música! —amenazó fingiendo estar ofendido— Es mejor que te arrepientas ahora mismo. —entrecerró sus ojos con malicia.

- ¿Arrepentirme? ¡Eso jamás! —negué haciendo un gesto exagerado con mis manos.

- Ah, sos una chica mala —levantó una ceja— Eso me agrada.

- Por supuesto. Yo rendirme... ¡Nunca! Antes prefiero morir. —agité mi puño a modo de protesta bromeando. Él soltó una carcajada ante la seriedad de mi expresión.

- No sé por qué, pero presiento que va a ser divertido tenerte como compañera. ¡Esas ocurrencias! —rió con entusiasmo.

- Si... bueno, muchas gracias. Ya sé que soy la mejor chiflada de la historia. —hice un gesto con mis hombros.

- ¡Todos estamos un poco locos acá! —afirmó rodando los ojos.

- Si, pero creéme que yo estoy peor. —solté una risita y volví a escribir— Okey, ¿Qué es lo que hay que poner acá? —dije señalando un casillero en blanco en la hoja con mi lápiz. Él procedió a explicarme nuevamente. Al terminar el día de clases, intercambiamos números para enviarnos mensajes de texto.

 

Poco a poco lo fui conociendo. Me di cuenta de que él era un chico introvertido. Solía vestir de negro, usaba cadenas que colgaban discretamente de su pantalón y Metallica era su banda favorita. Su sueño era ser baterista en alguna banda hardcore. Realmente era muy bueno tocando la batería. Nos hicimos buenos amigos, al punto de contarnos casi todo. Yo sabía cómo estaba compuesta su familia, cómo era su relación con sus padres, con sus hermanas menores, quiénes eran sus amigos... todo. Y él sabía cómo eran mis padres, mis hermanos, mis abuelos, incluso mi pasado en aquella horrible escuela. La confianza fue mutua desde el primer día. Era un buen muchacho.




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