DrÍadas - Guardianas de los Bosques

ENFRENTAMIENTO.

Queríamos pedir que no dejaran a nadie acercarse a ese bosque con fines horribles, queríamos que el alcalde supiera que la escuela Omega estaba recaudando dinero para comprar el Bosque Conde Darío y que nadie más intentara destruirlo, pero, ¿sería fácil convencer al alcalde de todo eso, nos escucharía tan siquiera?, esas y muchas preguntas más daban vueltas en mi cabeza, casi no pude dormir en la noche, pensando en lo que sucedería, era tanta responsabilidad para unos jóvenes, y claro un elfo y una dríada, que ni siquiera sabían que existían, tampoco sabían cuantas criaturas maravillosas destruirían junto con el bosque, el asunto estaba color de hormiga, sin mencionar a la gente esa peligrosa de la constructora, no los empleados, como el señor que nos atendió en la constructora, o mi papá, ellos sólo cumplen con su trabajo para alimentar a sus familias, me refiero a los dueños o a los causantes de hacer polvo, todo lo que esta a su paso para el “desarrollo”, que más bien es para agrandar su propia riqueza a costa de la ruina de otros.

  • Cristal, ¡ya es hora! – me decía Xiana tomando sus cosas del salón y buscando a Elena - ¡vamos!
  • Bien, vamos, - dije sujetándome de ellas, antes mi única mejor amiga era Elena, ahora ya tenía otra mejor amiga Xiana, así que me llevaba de maravilla con las dos –
  • Heliodán nos está esperando, - dijo Xiana volteándome a ver, ¿y a mi, qué? –
  • Oh, ¡vamos! Cristal, no te hagas la desentendida, - me dijo como adivinando mi pregunta – te estas muriendo de ganas por verlo ¿o no? –  dijo sonriendo –
  • Jajaja, que chistosa que eres Xiana, nos apuramos – contesté muy nerviosa y evadiendo su pregunta, ella y Elena disfrutaban de mi cara roja –
  • Y tú, Elena ¿Cómo vas? – le preguntó Xiana a Elena –
  • ¿Cómo va de qué? – pregunté con mucha curiosidad, y eso que por lo general no soy curiosa solo cuando… ¡bueno! Lo acepto, si soy muy pero muy curiosa –
  • ¡Pues con el chico que le gusta! – me respondió Xiana con toda naturalidad, claro que a Elena se le prendió la cara de un rojo intenso –
  • ¡El chico que le gusta! ¿qué chico? ¿cuando pasó?, ¡Elena cuéntame! ¿quién te gusta? – pregunté saltando, riéndome, en fin era un desastre de emociones, y es lo más lógico, déjenme les explico, Elena es la chica más reservada, recatada, culta y desinteresada de los hombres que he conocido, para decirles que no la he visto con ni un solo novio en la vida que he compartido con ella desde los 3 años en el jardín de infancia –
  • ¡Qué! No, que va, nada de eso Cristal, Xiana solo se confundió – dijo no nerviosa, ¡estaba hecha un manojo de nervios incontrolables! Y en serio, ¡me moría de ganas porque me dijera al menos su nombre –
  • ¿Xiana, tu sabes como se llama? – le dije a Xiana ya que Elena no reaccionó a mis múltiples preguntas –
  • Sí, - me dijo sonriendo –
  • ¡Dime quien es! – le dije casi exigiéndoselo –
  • No, - me respondió –
  • ¡Qué!, no es justo – dije mas desanimada que aquella vez que reprobé matemáticas, bueno, siempre lo hago, pero igual todas las veces me deprimo mucho –
  • Cristal, es Elena quien te lo tiene que decir, pero créeme algo – dijo Xiana muy misteriosa – cuando lo sepas, te va a dar un gusto increíble –
  • ¡Noooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo, no, no!, - grité muy desesperada, esa respuesta solo picó mi curiosidad más, ¡que ingrata!, le gusta verme sufrir –
  • ¿Qué te pasa Cristal? – dijo Heliodán muy alarmado por mi grito y acudiendo enseguida a mi lado –
  • Es Xiana, - le dije casi llorando –
  • ¿Qué te hizo? – dijo Heliodán viendo muy enojado a Xiana, ¿sería capaz de hacerle algo? –
  • No me quiere decir que chico le gusta a Elena, - dije como niña caprichosa abrazándolo –
  • Ahh es solo eso, que susto me diste bella Cristal – dijo Heliodán dándome un beso en la mejilla, ¡que digo! Un besote en media mejilla media boca, oh cielos, ¡Qué nerviosa me puse!, jamás nadie se me había acercado así,  tan cariñosamente y que no me soltaba de sus brazos donde había ido a refugiar mis caprichos –
  • Y dicen que no se gustan, - dijo en tono divertido Xiana –
  • ¡Nunca he dicho que no me gusta!, - repliqué separándome un poco de Heliodán para corregir a Xiana-
  • ¡Entonces si te gusta! Lo acabas de admitir, - dijo Xiana otra vez –
  • ¡Qué! No es eso lo que quise… Ahh, ¡Xiana como me le das vuelta a la tortilla rápido, ya te diste cuenta! – dije más nerviosa, alejándome un poquito más de Heliodán que se estaba riendo, ¿y a este qué? ¿De que se estaba riendo?-
  • Y a ti también Heliodán, ¿Por qué no te le declaras a Cristal? – atacó otra vez Xiana, y Elena, pues, ella disfrutando de la vida, a costillas de nosotros –
  • ¡Qué! ¿Cómo? – dijo muy sorprendido, hasta que lo atacaban a él también – no le des vuelta a la tortilla otra vez – dijo Heliodán volteándome a ver sonriendo por usar la misma expresión que usé yo, ¿Qué, acaso no era buena?-
  • Esta bien, los dejo en paz, después de todo se va a terminar – dijo Xiana casi inconscientemente –
  • ¿Cómo que se va a terminar? -  pregunté un  poco asustada –
  • No es nada Cristal, - dijo Heliodán – vámonos ya.
  • Si vamos, - dijo Elena – ¡Hola Axel! – exclamó casi de inmediato muy contenta –
  • Hola, no se iban sin mí, ¿verdad? - dijo mi hermano en tono gracioso –
  • ¡No claro que no, bienvenido al club!, - dijo Xiana muy sonriente, a pesar de lo duro que nos esperaba, disfrutábamos mucho nuestra amistad -



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En el texto hay: misterio, lealtad, amor verdadero

Editado: 09.03.2018

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