Permanezco sentada en la sala de espera con mis papeles en el regazo, espero hasta que Glozz me invita pasar a su cubículo. Me recibe con una amplia sonrisa y me invita a sentarme en el escritorio frente a él; le entrego todos los papeles que me encargó y los revisa uno a uno, tanto los míos como los de Lexy, parece sorprendido al descubrir que mi pareja es mujer, pero aun así no me dice nada, simplemente sigue metiendo datos en la computadora, me hace unas cuantas preguntas y al final me deja ir, me despide con la misma sonrisa en los labios.
Salgo algo desanimada, camino por los pasillos sin intensión de ver a nadie, simplemente quiero caminar sin que nadie me reconozca ni me quiera sacar plática, no tengo intensiones de hablar de lo que ocurre. De pronto alguien se planta frente a mi obligándome a levantar la mirada, de nuevo el detective Novak con su cara de pocos amigos se queda estático frente a mí haciendo de ese silencio incómodo algo más grande.
—¿Otra vez tú?— Le pregunto sin importarme mucho si descubre mi malestar.
—¿Podemos hablar? Te invito a comer— no parece muy emocionado por tener que convivir conmigo, parece que hace un esfuerzo sobre humano.
—¿Qué necesita detective Novak? Sea breve por favor— masajeo mis sienes.
—Supongo que anoche no fui convincente, en verdad me gustaría volver a intentarlo.
—Ya lo decidí, ya llevé mis papeles… no hay más que hacer, agradezco su interés, pero mañana me voy de aquí, me alejo de todo y tal vez para no volver, así que… suerte en su caso— paso a su lado y sigo de frente, se queda dándome la espalda, claramente molesto, pero no pienso cambiar mis planes por él.
Camino hasta alejarme lo suficiente no solo de él sino también del edificio, le doy un último vistazo y me siento nostálgica, pero creo que es lo mejor, iniciar desde cero, poder olvidarme de todo lo que me atormenta. Voy directo hacia el bar donde trabaja Lexy, tengo ganas de platicar con ella y aprovechando beber un par de tragos.
Me detengo ante la avenida antes de llegar al bar y espero a que el semáforo detenga los autos, por un momento me siento seducida por voltear hacia mi derecha, como si algo me llamara, cuando termino de voltear la sangre se me hiela y abro mis ojos lo suficiente para identificarlo. Aiden está a unos cuantos metros, con ese traje pulcro y elegante, sus guantes de piel y esa mirada felina; una sonrisa se dibuja en su rostro en cuanto mis ojos se detienen en el, volteo en todas direcciones viendo si alguien más ve lo mismo que yo, pero pareciera que nadie le pone atención. De pronto decide caminar hacia el callejón que tiene detrás y no puedo detener mis pies, empiezo a correr hacia él, me asomo por el callejón y está vacío ¿habrá sido una alucinación? Tal vez no era él, mi cerebro me está jugando una mala broma. Camino por el callejón internándome un poco más, viendo todo a mí alrededor, buscando alguna señal de que estuvo aquí.
Escucho como el cielo empieza a tronar, se nubla todo, no tarda en llover, por un momento me quedo estática, tratando de poner mi mente en orden, doy media vuelta de nuevo viendo hacia la avenida, dispuesta a regresar sobre mis pasos.
—¿Qué te ha pasado, Cárter? ¿Quién te ha robado tu esencia?— Su voz me genera escalofríos, tengo miedo de voltear y que solo sea una broma más de mi mente —¿Refugiarte en los brazos de esa mujer te trae paz?— Volteo y lo veo a mitad del callejón, sus ojos se veo oscurecidos, están en la sombra, pero relumbra ese tono rojo, como si se tratase de un animal.
—¿No has leído las noticias? Pasé de ser una heroína a una escoria— mi comentario le hace sonreír.
—Eso significa que te has dado por vencida, dejarás de buscarme, dejarás de perseguirme a mí y a Burak…
—No tengo opción— lo veo caminar lentamente hacia mí y siento que mis piernas se quieren doblar. Se para a centímetros y sus ojos examinan mi rostro, deteniéndose por momentos en mis labios.
—No crees que sea real… si fuera así ya estarías queriendo arrestarme.
—¿Eres real?— Levanto mi rostro y siento como su mano enguantada me acaricia suavemente hasta colocarse en mi mentón. Se inclina hacia delante y mi corazón se detiene, mis rodillas tiemblan mientras sus labios se posan en los míos.
Algo se enciende dentro de mí, mi corazón se acelera y sus labios me embriagan, me acerco a él, pongo mis manos en su pecho y me abrazo a su cuello atrayéndolo aún más a mí mientras me roba el aliento; el beso se vuelve más violento, más ansioso, muerde mis labios y su saliva se confunde con la mía, me toma de la cintura y me pone contra la pared, sus manos buscan el borde de mi playera y siento como se meten debajo de ella, acariciando mi espalda, jugando con el broche de mi brasier. De pronto su índice recorre mi columna vertebral y provoca que me arquee y eche la cabeza hacia atrás, como si mi cuerpo no tuviera inconveniente en entregársele; su boca se posa en mi cuello y pequeños mordiscos alteran mi sistema nervioso, descargas eléctricas se apoderan de mí en cuanto siento sus dientes jugando con mi piel.
—Puedes intentar esconderte… puedes irte hasta el fin del mundo… pero te encontraré… siempre lo haré— dice en mi oído para después morderlo suavemente, cierro mis ojos con fuerza y me muerdo los labios, no quiero que se detenga, pero tampoco que continúe.
De repente su cuerpo desaparece, ya no lo siento presionando el mío contra la pared, abro los ojos lentamente y me encuentro sola en el callejón con la respiración agitada, veo hacia todos lados y me siento confundida, él estuvo aquí, lo sé, estoy completamente segura, mi cuerpo no se alteró de esa forma solo por una ilusión, claramente estaba aquí, claramente era él. Tallo mis ojos con necesidad, intentando sacudirme todas las sensaciones que me hizo sentir mientras mi cabeza quiere confundirme, convencerme de que todo fue una ilusión.
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Editado: 19.05.2021