—El bar cerró, está siendo investigado, las cintas amarillas lo cubren por completo, siempre hay una patrulla fuera de él cuidando que ningún curioso se pierda y quiera hacerla de detective mientras el cuerpo de Lexy sigue ahí, en la morgue, esperando a que alguien encuentre al culpable ¿sabes cuánto he pensado en eso? Si hubiera ido al bar inmediatamente, tal vez ella estaría viva o las dos muertas… y no me da miedo pensar en eso, no tengo miedo de perder la vida, incluso he pensado que eso es lo que necesito, que tal vez por eso suelo arriesgarme tanto, como si de forma inconsciente buscara morir, que algo me pase, no soy suficientemente valiente para suicidarme, no… no va conmigo hacer eso, no es que tenga el valor de tomar el arma que me dejaste y apuntarla en mi cabeza y jalar el gatillo, no quiero ser así de cobarde, quiero morir en la línea del deber, irme y que la gente piense que me sacrifiqué por algo bueno, tal vez servir de ejemplo, así como lo hiciste tu— acaricio con ternura la lápida del capitán Emerich y de nuevo las lágrimas se asoman por mis ojos— es gracioso, tal vez debería de estar diciendo todo esto en la tumba de mis padres, pero… ambos fueron incinerados y sus cenizas terminaron en el mar, no es como que tenga ganas de viajar y hablar con el inmenso mar, así que te tocó a ti ser mi paño de lágrimas… y ¿sabes qué es más gracioso? Que pudiendo haberme abierto contigo cuando estabas vivo, cuando todavía tenía la posibilidad de que me abrazaras, me dieras un puto consejo, cuando podía recibir una maldita palabra de aliento tuya, no lo hice, no dije nada, no hablaba, por más que buscabas que yo pudiera soltarme, liberarme de mis cadenas, usarte como el catalizador de mis penas, no lo hice… me lo guardé, lo clavé en el fondo de mi corazón, me alejé de ti de manera personal, solo estaba concentrada en llevar a cabo el trabajo, encontrar al imbécil de Burak y sus hombres, encontrar a Aiden, capturarlo, no había tiempo de sentimentalismos… y ahora que lo necesito, ahora que no puedo seguir arrastrando este dolor, ahora que todo se ha roto y no puedo más con mi alma, no tengo a nadie que me dé una mano, no tengo a nadie que me escuche y me consuele… no te tengo para que me veas con ternura, me des una palmada en la cabeza y me digas que todo estará bien— me levanto de su tumba y trato de respirar, cortar todo mi llanto y encontrar el poco control que me queda. —Ya no pude ir a Praga… iba a ir con Lexy, pensé en ti y en tu consejo y creí que sería lo mejor, olvidarme de todo y huir con alguien que aparentemente me quería y me apoyaba… incluso… ella no quería que desistiera, no quería que huyera, con el poco tiempo que llevábamos viviendo juntas sabía que no era así, sabía que no era una mujer que pudiera tirar la toalla y darle la espalda a sus problemas… aun así, hice todo para salir de esto, para huir, para alejarme de todo, ahora tengo dos opciones… irme sola y seguir con mi luto lejos de aquí, llorar no solo por ella sino también por mí o quedarme y buscar a su asesino y acabar con él.
—¿Qué escogerás?— La voz suena en el panteón, busco con la mirada entre las lápidas, pero soy la única aquí, volteo hacia los árboles esperando ver a alguien escondido detrás de ellos viéndome furtivamente, pero no alcanzo a ver nada —¿Te irás? ¿Huirás o te quedarás a pelear como la agente que conocí?
—No lo sé… tengo miedo.
—¿Miedo? Es lógico, es una respuesta natural hacia lo desconocido, pero… me sorprende que admitas tenerlo, hace un año no lo tenías, hace un año incluso buscabas empaparte en él, demostrar que no era capaz de envenenar tu corazón ¿Qué ocurrió?
—Lo que tú juraste que pasaría, eso ocurrió…
—Ah… claro… el rechazo, la humillación, la desconfianza… tu alma mater y todos los que te aplaudían tus hazañas ahora te señalan con el dedo, la última persona que se interpuso entre los abucheos y tú está muerta, descansando a tus pies, sin el poder de seguir sirviendo como ese muro entre tú y el rechazo.
—Tenías razón, de nada sirvió todo lo que hice… de nada sirvió que me entregara en cuerpo y alma…
—Rechazaste una vida normal, rechazaste tener una familia e hijos, todo por servir, todo por seguir no solo tu cruzada personal sino por darle gusto a esos que solo te daban una palmada en la cabeza y te decían: “sigue adelante”, ahora son los mismos que te recomiendan que huyas, que corras lo más lejos… ¿conoces la historia de blanca nieves? Supongo que sí… huyó hacia el bosque y aun así la desgracia la alcanzó.
—Entonces huir no es una opción— me limpio las mejillas, recojo cada lágrima y la limpio de mi rostro.
—Eso parece…
—Pero quedarme no parece ser otra muy buena ¿Qué se supone que haré? ¿Seguir jugando a ser la agente estrella para que alguien más llegue y vuelva a meterme el pie?
—¿Querías a Lexy? ¿Le tenías afecto? No hablo de amor, claramente no la amabas, pero llenaba un vacío dentro de ti, cumplía su función de no hacerte sentir tan sola… creo que eso es suficiente para guardarle una clase de cariño.
—La quería y si… tal vez no la amaba como pareja, tal vez no consideraba que fuera el amor de mi vida, pero me ayudó bastante, fue un salva vidas en este mar de dolor y estrés… ¿por qué?
—Supongo que si ese es el caso, algo dentro de ti te dice que quieres encontrar al culpable de todo esto, no tanto por la primera víctima, a esa le llorará su familia, pero en caso de la cantinera… ¿ella que tenía? Claro estaba tan sola como tú, de esa empatía surgió su relación, ¿me equivoco? a veces la desgracia busca compañía— recuerdo a Lexy platicándome su pequeño drama personal, como quedó abandonada por sus padres por el simple hecho de ser diferente y vuelvo a sentir una punzada de dolor —la amante marchita, dolida hasta el alma, buscando la redención, esperando encontrar al asesino de su amor para poder curar su corazón.
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Editado: 19.05.2021