Se escuchan gritos, gente corriendo, los locos se han apoderado del lugar y yo estoy sintiéndome segura en la celda del prisionero más peligroso que este psiquiátrico puede albergar, frente a él con las manos temblando mientras las últimas gotas de sangre caen por sus labios, tiene esa mirada animal, la boca entre abierta y aunque sé que no sería capaz de hacerme daño mi cuerpo se estremece, mi instinto de conservación me grita que huya de aquí, que busque escapar de él, que me esconda.
—Gracias— bajo la mirada y suspiro, no sé qué más decir, no sé qué más agregar.
Solo baja la mirada y pasa de largo a mi lado hacia el pequeño lavabo a lado del escritorio de metal, se quita la mitad superior de su overol y empieza a lavar su rostro así como sus manos, quitándose de encima toda la sangre que quedó de su víctima, cuando ya tiene la piel limpia se quita la playera sin mangas que tenía debajo del overol y se seca el rostro, me quedo absorta viendo como los músculos de la espalda se tensan y se relajan con forme él se mueve; tiene el torso bien marcado y unas líneas muy sutiles, cicatrices que atraviesan su piel y apenas son visibles con la calidad de luz que hay.
—Ponte cómoda, esto durará toda la noche— me dice señalando la cama mientras se sienta sobre el escritorio de metal, lo más alejado.
—¿Toda la noche?— Pregunto mientras camino y me siento en el borde del colchón, de nuevo gritos y llanto se escucha en el lugar, alguien corre por encima de nuestras cabezas y los rezos de Jacob se vuelven más silenciosos.
—Con suerte alguien te estará rescatando mañana temprano.
—Si tan solo pudiera llegar a mis cosas…
—¿Planeas salir de aquí y arriesgarte? Lamento decirte que ya deben de estar en manos de alguno de los locos de allá afuera, además, no creo que llegues a ellas, no entiendes cuántos locos libres hay en este lugar en este momento, no llegarías ni a mitad de camino, así te acompañara… a menos que desees que me convierta en bestia y vaya matando a todos a mi paso, esa es la única opción… es eso o esperar— entrecierra los ojos y parece que le emociona pensar en que yo le pueda hacer tal petición, pero claramente no lo haré.
—Aunque quisiera no podríamos, las puertas de tu celda no se van a abrir a menos que alguien lo haga desde los controles pasando la reja de seguridad— me recorro en la cama hasta que mi espalda se pega a la pared, a un lado de mi muslo están los folders con la información de las últimas dos víctimas, mi mano decide posarse en ellos y acaricio con el dedo el nombre de Celia.
—Si me lo pides podría quitarla, la fuerza de un wendigo es extraordinaria— separo mi mirada del folder y la levanto hacia él, entre cerrando los ojos.
—No es una opción.
—Bien… como tú quieras, puedes dormir, ten por seguro que no perturbaré tu sueño, además creo que lo necesitas, cada vez te ves más demacrada y ojerosa— no puedo evitar sonreír de lado, acepto que tiene razón, que cada vez estoy más consumida por el estrés y la soledad, pero no es que quiera hablar de eso.
Tomo los papeles a mi lado y los pongo sobre mis piernas, los empiezo a hojear uno por uno, la luz no me permite leer, pero si soy capaz de ver las fotos con la luz roja que entra por las rejas. Siento su mirada encima de mí, pero prefiero ignorarlo, prefiero imaginar que estoy sola en la habitación.
—Mató a los padres de Celia y después a ella, por saber demasiado; mató a la Dra. Rossi, ella solo sabía que tú no eras culpable, pero no conocía al asesino…
—No que tú sepas.
—Si lo hubiera conocido me lo hubiera dicho, no se lo hubiera guardado ¿no?— Levanto la mirada hacia él clavando mi duda en sus pupilas.
—Tal vez a ti te hubiera mentido, a mí no… jamás me dijo nada de conocer al autor de dichas muertes.
—¿Cómo es posible que la pudiste manipular de esa forma?— Lo veo intentando de contener mi reproche, él solo sonríe, no hace más que eso, sonreír de lado, de forma vanidosa.
—Ella accedió, no la manipulé…
—¿Simplemente lo aceptó? ¿Quiso ayudarte? ¿Con qué fin? ¿Qué obtendría?
—Nada… por lo menos no esperaba percibir alguna recompensa— cada vez me siento más confundida.
—Se arriesgó demasiado como para no esperar recibir algo a cambio.
—Llegamos al mismo punto Cárter… “lo que se hace por amor está más allá del bien y del mal” así de sencillo.
—Ella estaba enamorada de ti.
—Por lo menos eso creía.
—Y tú te aprovechaste de eso— lo veo fijamente mientras mi corazón se estruja. —Claro… el riesgo de enamorarse de alguien que no te corresponde. Es lo que le pasó a Goldverg y a Boulton… ellas se fijaron en ti, se enamoraron... y después las mataste.
—No fue difícil, ellas solo querían un poco de diversión con un desconocido que les inspiraba peligro, querían jugar con fuego pensando que no se iban a quemar.
—Ardieron en él... — regreso mi atención a las fotografías sobre mi regazo y suspiro pesadamente —…pero ellas… ellas no se enamoraron de nadie, la única que lo hizo fue Nadia Lindeman… las demás solo eran chicas muy queridas y que vieron demasiado.
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Editado: 19.05.2021