Narrador:
La joven limpio sus lágrimas, se sentía muy sola en esa habitación de hospital, repetía una y otra vez lo arrepentida que estaba por haber reactivado nuevamente su perfil en aquella plataforma de escritura.
Cerro los ojos dejando salir un profundo suspiro, mientras los doctores comenzaron a correr a aquella habitación donde se encontraba. Pero creo que nos estamos adelantando un poco a esta historia, la historia de la señorita Valentina Greco comienza muchos meses atrás.
4 de septiembre.
Los gritos del señor Greco llegaron hasta el ático despertando a su única hija, el sonido de un cristal rompiéndose hizo que Valentina saltara de su cama para dirigirse a la planta baja. Sus pasos apresurados hicieron que terminara estampándose contra la pared que se encontraba en frente de las escaleras.
— ¡Por dios, Valentina! — su padre se acercó corriendo para desestamparla de la pared — Muy bien todavía sirves — sujeto el rostro de su hija — Ya te dije que no bajes tan rápido por las escaleras.
— Escu...Escuche un ruido — la joven se tomo la frente — Pensé que algo malo estaba sucediendo.
— No te… — el hombre giro hasta la mesa encontrando a un gato tricolor robándose el desayuno de su hija — ¡MALDITO GATO! — Valentina se quedó parada viendo como su gato salía corriendo con parte de su desayuno — Se supone que buscarías un hogar para ese gato.
— En eso estoy, Pa — caminaron hasta la mesa — Solo busco a la mejor familia para Saturno.
— No, no, no — el hombre señalo — Nada de nombres, Valentina, eso hara que te encariñes con el.
— Saturno no es un nombre — tomo el jugo que se encontraba delante de su hija.
— Busca un hogar para ese gato, el restaurante no puede tener a un gato gordo rondando por las mesas y robando comida a los clientes — señalo el padre a su hija — Sabes lo que sucedió la otra noche.
Las imágenes de aquella noche regresaron a los recuerdos de Valentina, volvió a ver como la mujer cayo de espaldas cuando el gato que encontró en la basura se trepó en su pierna para morderla en forma de juego. Bajo su rostro para reír pensando en lo travieso que se habia vuelto aquel pequeño gato que encontró al borde de la muerte.
— ¿Te estás riendo, Valentina? — la joven se cubrió la boca — Gracias a las travesuras de ese gato perdí mucho dinero esa noche.
— Te lo devolveré todo cuando consiga un trabajo — su padre se quitó el delantal para sentarse delante de su hija — Voy a encerrar a Satu….al gato en mi habitación, no volverá a molestar en el restaurante.
— Será mejor que desayunemos — el hombre cambio los platos, tomando el plato, casi vació de su hija — Necesito que me acompañes al mercado, tengo que hacer unas compras para esta noche.
— ¿Tiene que ser hoy? — se quedó viendo a su padre — Tengo unas entrevistas.
— Claro, pediré que Noah me acompañe — Valentina asintió al escuchar que el cocinero estaría en casa — Solo pediré que no faltes esta noche, necesito ayuda con las mesas.
— No te preocupes — se levantó para dejar un beso en la frente de su padre.
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Cada una de las entrevistas que tuvo Valentina aquella mañana terminaban con un “Nosotros te llamaremos”
Valentina estaba cansada de escuchar aquella frase, el ser muy joven era un impedimento para ella a la hora de conseguir algún puesto como asistente o secretaria, los jefes no veían en ella a una profesional formada sino a una novata, una casi niña que no había terminado de soltar su biberón que ya buscaba pertenecer al mundo de los adultos.
Termino regresando a casa rendida, pensando que tendría que trabajar como mesera en el restaurante de su padre hasta que alguien decidiera contratarla.
Con sus zapatos en la mano se detuvo a unos metros del restaurante de su padre, la puerta se abrió dejando ver al cocinero, alguien que ayudaba a su padre para tener las órdenes listas.
— ¿Que estás haciendo pequeña Valentina? — el cocinero se acercó a la joven sin siquiera sospechar el efecto que tenia en ella — Conozco muy bien esa cara ¿No tuviste suerte el dia de hoy?
— Al parecer soy muy joven — bajo la mirada — Me recomendaron que probara en algunas empresas pequeñas para conseguir un poco mas de experiencia.
— Creo que sería lo mejor — Noah levanto el mentón de Valentina — Pero eres Valentina, encontraras algo no te preocupes, los primeros meses siempre es difícil para alguien como tu.
— Es lo mismo que dijo mi padre — suspiro caminando a la entrada del restaurante.
— Porque no te cambias de atuendo — termino rodeando los hombros de Valentina con su brazo — Prepararé tu postre favorito, pero no le digas nada a tu padre.
— Gracias, pero no hace falta, Noah — las mejillas de la joven comenzaron a quemar de la vergüenza al tener tan cerca al hombre que le gustaba.
— Vamos, solo sera un poco de azúcar, no creo que te siente tan mal…
— ¡Noah! — ambos voltearon encontrando una pelinegra de brazos cruzados.
— Carajo — el cocinero se alejó de Valentina para caminar hasta donde se encontraba su novia.
Valentina se quedó un momento viendo como aquella chica la mirada como si quisiera matarla, los casi gritos hicieron que caminara al interior del restaurante. Paso por la cocina encontrando a su padre ordenando cajones de verdura, trato de entrar hasta la parte trasera donde quedaba su casa, pero su padre vio su silueta de reojo.
— ¿Por qué estás escondiéndote? — Valentina bajo la mirada — Tendrás suerte para la próxima hija.
— Lo se, es lo mismo que me dijo Noah — camino hasta una de las cajas de verdura para tomar una manzana verde.
— ¿Noah aun sigue aquí? — el hombre se acercó a la puerta que daba con el salón — Dijo que estaba muy ocupado, que pasarían a buscarlo.
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Editado: 16.01.2024