Dulce Oscuridad

PRÓLOGO

XX

Su mirada estaba fija en ella, gélida, dolida y de nuevo nostálgica, un torrente de emociones cruzaba sus finas facciones. No la tenía, era lo único que no podía tener y se odiaba por ello, estaba condenado a una eternidad sin ella, a su indiferencia. ¿Quién dice que el amor es dulce? él se sentía de todo menos afortunado. 

Habían pasado demasiados obstáculos juntos, y ella no hacía nada para acercarse, ¿qué es romper una regla, después de que él rompió todo por ella?. Maldice sus sentimientos, maldice el haberse fijado en ella, lo único que le ha causado es su destrucción y una obsesión por aquellos ojos fuego. 

Akira, la dueña de todos los sentimientos y emociones pertenecientes a Nathaniel, dueña de sus sueños y sus acciones, la reina de su pequeño mundo, ella podía destrozarlo con tanta facilidad, y Nathaniel, preso de su imposible amor, de su eternidad agonizante y encadenado a la ignorante actitud de Akira. 

Entonces, ella giró, lo miró sin ninguna expresión en su rostro y sonrió levemente (casi inexistente), pero lo suficiente para que los hoyuelos se le marcaran en las mejillas y el corazón de Nathaniel respondiera ferozmente a ese pequeño fragmento de segundo... iniciando un hermoso caos.

 



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En el texto hay: juvenil

Editado: 21.03.2018

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