Dulce perfección

CAPÍTULO 33

IRINA

 

 

Desperté temprano por la mañana para terminar de ayudar a papá con su equipaje, arreglábamos su valija cuidando que sus trajes no se arrugaran tanto.

 

—Prometo que cuando regrese nos iremos de vacaciones. Pasaremos el verano en la Riviera Maya, ¿qué te parece? Incluso puedes invitar a Lisa.

 

Mi papá cierra finalmente su maleta negra y la baja de la cama, era cuestión de minutos para que el taxi llegara por él.

 

—¿Estás completamente segura que no quieres que Celia se quede contigo el fin de semana?

—Papá, ya no tengo seis, puedo quedarme sola.

—De acuerdo, te llamaré en cuanto esté allá.

 

Celia le avisó a papá que el taxi ya esperaba por él afuera, lo acompañamos y despedimos de él una vez más en la puerta.

 

—Vamos, ¿qué quieres que te haga de comer?

—Yo cocinaré, lasagna. Déjame adueñarme de la cocina aunque sea una vez. —Le ruego—. Por favor.

 

Cerré la puerta detrás de mí y fui con Celia a la cocina, ella se sentó y prometió dejarme el mando de la cocina, estaba dispuesta a cocinar con mis propias manos lo que cenaría con Ben, una cena secreta que tenía que seguir manteniendo hasta que Celia se fuera.

 

—Yo me encargo de apagar el horno. —Fue lo que dijo después de decirle que tomaría una ducha—. Ve y no te preocupes por esto. 

 

Los nervios me consumían en la bañera, sabía que hoy podía ser la noche, nuestra primera vez juntos. Ahora dudaba un poco si había sido buena idea invitarlo… No podía dejar de pensar en Ben y su pasado con Katherine, supongo que ella no era tan insegura como yo, quizás a ella no le apenaba andar por ahí con vestidos como el que me compró el otro día en la tienda, seguro que Kat no le daba tantas vueltas a los asuntos como yo lo hacía.

 

Todo empeoró cuando Celia se fue y me quedé completamente sola. Daba un tour por mi habitación inspeccionando todo, arreglando el edredón con las manos y ordenando las almohadas una y otra vez. Después regresaba al espejo, miraba mi rostro verificando que el maquillaje siguiera intacto, rociaba perfume en mi cuello y muñecas, y me pregunté mil veces si había sido buena idea alaciarme el cabello.

 

—Jengibre hoy no es un buen día para demostrarme tu amor.

 

Quité sus patitas de mis piernas con cuidado, tomé sus juguetes y los llevé a su casa que estaba en el jardín trasero. Entré de nuevo a la casa con Jengibre cuando escuchamos el timbre, le pedí que se quedara afuera mientras salía a recibir a Ben. El perro hizo caso omiso y en cuanto lo vio celebró su llegada como solía hacerlo con casi todas las personas.

 

—Jengibre te dije que te quedarás afuera.

—Está bien, hola Jengibre.

 

Ben acarició al perro por unos momentos y en cuanto la emoción terminó, Jengibre por fin decidió obedecer.

 

—Lo lamento, le encanta ser el centro de atención.

—Cuando era pequeño, Sam, Anna y yo teníamos un perro, se llamaba Rocky.

 

Invité a Ben a pasar al comedor, estaba tan ocupada alejando a Jengibre que ni siquiera me percaté que había un tercer invitado esta noche: su guitarra.

 

—Puedes dejarla en el sofá, iré por la cena.

 

Ben tomó el estuche y caminó con el hasta el salón principal. Mientras tanto yo preparaba la mesa, colocando el  refractario de cristal en medio de la mesa, esperaba en mi lasagna fuera tan buena como la que la solía hacer mamá, quería que todo momento a su lado esta noche fuera perfecto.

 

—El vestido se te ve hermoso, el azul rey es un buen color para ti.

—Gracias…Realmente me gustó, no sabes cuánto amo el encaje.



#353 en Joven Adulto
#4956 en Novela romántica

En el texto hay: musica, ballet, romance

Editado: 21.10.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.