- Si puedo -dijo, esbozando una sonrisa cínica. Ahora yo la miraba con curiosidad.
- La protegeré de ustedes. ¿Creen que no me percaté? Es inmune a su esencia -bufó, rodando los ojos y apartando su mano del agarre de su beta-. Todos nosotros nos percatamos de eso desde que llegó a Reffirshon -continuó, refiriéndose a los sobrenaturales que estudian ahí, prácticamente toda la población estudiantil del lugar.
- ¿Y eso qué? -se quejó, cruzándose de brazos, Randi. - ¿Cuál es el problema si lo es? -añadió de manera altanera.
- Es su blanco, la seguirán como hasta ahora, cabe recalcar, hasta que sea sometida por alguno de ustedes... Así como cada uno, excepto Rasher, lo ha intentado cada vez que tienen la mínima oportunidad -dijo con tono de desdén. - Si lo hacen, quebrarán su esencia. Y no solo eso, pueden corromper su alma, quebrarla y hacer que se pierda -gruñó.
Los ojos de Rusther regresaron a su tono violeta normal y su expresión mostró algo de miedo. Me reacomodé en mi lugar y solté el hombro de mi hermano. La miré de manera seria y neutra, aunque, por dentro, sentía cierto desasosiego al no haber pensado en eso antes. Sabía perfectamente lo que hacían mis hermanos con ella; no era estúpido.
- Si su alma se quiebra, perdería toda su esencia, y sería de alguna manera como nosotros, pero mucho peor: sin alma, sin rumbo, sin sentido, solo satisfaciéndose a sí misma, sin importar el daño que cause -continuó, su voz grave.
- No romperemos nada -hablé yo luego de un incómodo silencio, en el cual solo se escuchaba el susurro de las hojas de los árboles. Todos estábamos pensando lo mismo. Ella esbozó una gran sonrisa, y la expresión de "me vale absolutamente todo" de mis hermanos se transformó en una de tristeza y miedo.
- Pero no nos alejaremos de ella solo por absurdos -seguí, mirándola a los ojos. Su sonrisa se borró de inmediato, y la de mis hermanos apareció de manera leve y poco notoria.
- No pueden hacer eso... -gruñó ella en queja, pero la interrumpí elevando mi mano derecha para callarla.
- No romperemos nada, te lo aseguro desde ya. No utilizaremos nuestros poderes con ella... Pero tampoco puedes prohibirnos acercarnos a la persona que nos atrae y probablemente sea nuestro pre-destino -dije, soltando la teoría que había tenido desde el primer segundo que ella pisó la universidad, sobre por qué no sucumbía ante nuestra esencia.
- Eso pasa con los vampiros, o al menos los de linaje puro de la realeza. Tienen una esencia que es irresistible para cada ser vivo, excepto para la de su alma gemela o pre-destinada. Al encontrar a esa persona, tienen que ganarse su amor sin usar los poderes que tienen por linaje. Si logran conquistarlo, su amor será eterno, compartiéndolo por toda la eternidad -expliqué.
Los jadeos de parte de ella y las miradas de incredulidad de mis hermanos se hicieron presentes mientras yo mantenía mi expresión seria y neutra.
- ¡Imposible! -gruñó ella, cerrada de creerme. Me encogí de hombros, sin darle la más mínima importancia.
- Si fuera el alma de uno de nosotros, solo de uno, sería inmune a él, no a los cuatro... Karol, investiga cómo funciona la unión entre la realeza vampírica y sus pre-destinos, y te darás cuenta que te estoy hablando con fundamentos. No diría esto a la ligera si no fuera una posibilidad, dado su inmunidad a nosotros -dije, simple y serio. Ella gruñó, apretando sus puños.
- Aléjense de ella. Es una advertencia, malditos... Ahorita no estoy bajo su esencia, y soy consciente de lo estúpida que actuó cuando lo estoy, pero ahora estoy en mis seis sentidos, y no dejaré que le hagan nada -gruñó, siendo retenida de nuevo por su beta. - No dejaré que la quiebren como Roderick quebró a Molly -continuó, con los ojos cristalizados.
Roderick apartó la mirada al mencionar a aquella persona y apretó sus puños sin poder rebatir.
- No quebramos nada. Te aseguro que esa vez no me di cuenta de lo que ocurría, y por eso pasó ese terrible suceso -dije sin perder la serenidad en mi voz, a pesar de todo. - Esta vez no dejaré que pase lo mismo, Karol -seguí. Ella negó, limpiando sus lágrimas con furia.
- No permitiré que se acerquen a ella. No soportaría que algo le pasara... -hizo un sonido de desesperación. - Si le tengo que decir la verdad para que se aleje de todo esto, lo haré.
Me encogí de hombros, sin darle validez a sus palabras. Una alfa firme como lo era ella no haría tal cosa como romper las reglas del consejo por una humana que recién conocía.
- Decisión tuya, pero si llegas a revelar ese secreto, tienes que estar lista para enfrentarte al consejo por traicionar y revelar nuestro secreto, y a todo el clan vampírico real por interponerte entre los príncipes herederos y nuestra alma pre-destinada, quien será, por ende, futura reina y gobernante del clan y pequeños aquelarres -dije, con voz fría. Ella tragó en seco ante mi clara amenaza.
- Solo eres una manada. ¿Qué está entre las diez más importantes?, Sí. Pero no tienes respaldo de la reina alfa, quien también tiene una ley de muerte si alguien se interpone entre los pre-destinados -seguí. - No te preocupes, Karol. Me encargaré de que no la rompan, puesto que también es mía por derecho -dije, no muy seguro de mis palabras. Solo quería que nos dejara en paz por ahora para continuar con mis investigaciones.
- Lo dejo en tus manos, Rasher. Sé que eres el más inteligente de los cuatro. Si la rompen... -trago en seco, negando con la cabeza-. No me importa a quién me tenga que enfrentar. Los mataré a los cuatro sin piedad -dijo con convicción.
- Si eso pasa, nadie te atacará y no pondremos resistencia a que lo hagas -dije, frío. Ella asintió y luego dio la vuelta para transformarse e irse con los que la acompañaban.
- ¡¿Estás loco?! -gruñó Roderick cuando se fueron. Lo miré con frialdad.
- ¿Cuándo pensaban decirme que intentaron someterla? -dije, molesto. - Saben que ella tiene razón -dije, con amargura. - Si llega a someterse, se quebrará. ¿No querrás cargar con eso también, Roderick?, ¿O sí? -pregunté, mordaz. Él negó con la cabeza.