Últimamente, Rusther no había estado de humor, así que simplemente lo dejábamos estar. No era raro que su temperamento fluctuara, pero sabíamos que eventualmente se le pasaría. Aún así, no podíamos evitar burlarnos de él de vez en cuando.
Eché un vistazo a la hora en mi reloj dorado.
-Tengo que irme, nos vemos en el almuerzo -les dije a Randi y Rusther, mirándolos apenas mientras metía las manos en los bolsillos de mi chaqueta.
-Bien, evita meterte en problemas, por favor -pidió Rasher con tono casi paternal.
Asentí con un poco de hastío y me alejé por otro pasillo.
Tenía que entregar un trabajo para una de mis clases. A pesar de que no teníamos la necesidad de estudiar o siquiera entrar a las aulas, escogíamos carreras y licenciaturas que nos llamaban la atención. Nos gustaba aprender, aunque más que una necesidad real, era una forma de entretenimiento. Al final del día, solo estábamos coleccionando diplomas como si fueran simples trofeos.
Avancé sin ganas, sujetando la carpeta en mi mano mientras me dirigía al salón del maestro. Caminaba sin prestarle demasiada atención a mi entorno, hasta que un aroma a perro mojado me golpeó de lleno, arrugando mi nariz con asco.
Fruncí el ceño, deteniéndome en seco al escuchar una voz familiar.
-Me parece absurda tu actitud. Ayer me odiabas por "humana" -se burló ella con hastío-. Y ahora deseas llevarte bien conmigo... Gracias, pero no gracias. La hipocresía no va conmigo.
Dirigí mi mirada hacia la escena, viendo cómo Ashly estaba literalmente acorralada contra la pared por uno de los licántropos de la universidad.
Reconocí al tipo al instante.
Cabello rubio, ojos celestes.
Mi cuerpo se tensó por instinto.
-Deseo llevar la fiesta en paz... Por nuestro bien -dijo el licántropo, acercándose demasiado al rostro de ella, rozando su nariz contra su cuello.
Apreté los puños, sintiendo un calor desagradable en mi interior.
Ashly apartó el rostro con una mueca de evidente disgusto.
-Espacio personal, cachorro -pidió ella de mala gana, empujándolo sin demasiada fuerza.
Él gruñó, irritado.
-Deja de decirme así.
Ella rio con diversión.
-Entonces deja de actuar como uno.
La molestia era evidente en su tono de voz. Lo que me preocupó no fue la forma en que hablaba, sino la neutralidad con la que lo miraba. No era ira, ni burla... Simplemente no le importaba.
Él insistió, acercándose a ella otra vez, inclinándose para inhalar su aroma.
-Y luego te quejas -dijo ella rodando los ojos, apartándolo de nuevo con las manos-. Realmente, por tu bien, aléjate de mí. Te advierto que es la última vez que lo digo.
Su tono cambió.
La advertencia era clara.
El licántropo la miró con intensidad.
-No puedo hacerlo... Eres mi mate.
El sonido de la carpeta cayendo de mi mano retumbó en el pasillo.
Abrí los ojos a más no poder, intentando contener mis ganas de matar a alguien.
Ashly, en cambio, bufó con hastío y pasó una mano por su rostro.
-"Mate" mis huevos que no tengo... Ve al psiquiatra, leer te está haciendo daño.
Había fastidio en su voz.
-No te miento. Que lo entiendas me ahorra mucho...
Él volvió a acercarse.
Ella retrocedió dos pasos, con la misma neutralidad perturbadora.
-Deja las drogas -pidió con un suspiro aburrido.
-Solo déjame saber de ti. Estar contigo hasta que nuestra unión se cree y aceptes estar conmigo.
Ella quitó las manos de su rostro y lo miró fijamente. Sus ojos grises estaban vacíos, como si la conversación no tuviera ninguna relevancia para ella.
Algo me revolvió el estómago.
-No necesitas saber nada de mí. Nadie aquí necesita hacerlo -dijo con voz plana-. No se adentren en algo que no les incumbe.
Apreté la mandíbula.
Ella estaba hablando en plural.
-Si eso fuese cierto, recházame. No necesito más mierda en mi vida.
-No haré eso. Mi lobo no me lo permite.
Ella se rio, casi con burla.
-Buena suerte, entonces.
Luego ladeó la cabeza, observándolo con una expresión entre divertida y cansada.
-¿Qué eres? ¿Alpha, beta u omega? Solo para saber de qué tengo que correr ahora.
Los ojos del licántropo cambiaron a un tono dorado.
-Alpha -dijo con orgullo.
Ashly arqueó una ceja con una falsa expresión de sorpresa.
-Oh, pobre de mí.
Su tono exagerado y dramático hizo que el licántropo gruñera.
Pero en un segundo su expresión se tornó seria.
-Increíble. Bien hecho, Ashly. Te has metido en más problemas... -ironizó en voz baja, bufando-. Búscate otra Luna, cachorro. No deseo absolutamente nada con ninguno de ustedes. No deseo estar en ese lado del mundo. Paso.
Y con esa declaración, pasó por su lado sin mirar atrás.
Él gruñó más fuerte, pero no la siguió.
Se quedó inmóvil, con las manos apretadas en puños, respirando con furia contenida.
Yo tampoco me moví.
En mi mente, solo había una idea clara:
Esto era un problema.
La vi desaparecer al doblar la esquina del pasillo, mientras el alpha seguía ahí, molesto, con su orgullo herido.
Tenía que decirles a mis hermanos lo antes posible.
Caminé en dirección opuesta, sintiendo mi corazón latir con fuerza en mi pecho.
-Chicos, tenemos más problemas -les hablé por conexión, sin apartar mi mirada del licántropo.
Su orgullo como alpha heredero había sido lastimado. Era entendible que estuviera así de molesto.
-¿Qué ocurrió, Roderick? -preguntó Rasher rápidamente.
-Los veo en la parte oculta de la biblioteca. Pero estoy seguro de que a ninguno de ustedes les agradará lo que tengo que decir. Eviten matar a alguien después.
Cerré la conexión y saqué mi teléfono.
Tomé una foto del licántropo, asegurándome de que su rostro quedara perfectamente visible.
Luego guardé el móvil en mi bolsillo y me di la vuelta.