Estaba molesto, realmente consternado con el numerito que este… sujeto estaba montando. Cada palabra, cada gesto de esos malditos lobos me picaban como agujas en la piel. El ambiente estaba tenso, cargado de agresividad y hostilidad, como si estuviéramos a punto de enfrentarnos a una pelea de consecuencias catastróficas. Sentía la presión en mi pecho, esa sensación de estar a punto de explotar, pero traté de mantener la calma, aunque mis músculos estaban tensos, como si pudieran saltar a la acción en cualquier momento. Sabía lo que pasaba si esto se descontrolaba. Mis padres nos matarían si llegábamos a empezar una guerra entre nuestros clanes solo por la incomodidad de estos idiotas.
Respiré profundo, intentando tranquilizarme. Tenía que pensar, controlar mis emociones, o todo se iría al infierno.
—Le aseguro, heredero—, dije con voz grave, molesto, pero lo suficientemente controlado para no perder el control. —Que ella le haya rechazado, no tiene que ver con nosotros. Es inaudito que ustedes vengan aquí con provocaciones. ¿Qué es lo que desean? ¿Una guerra? Si es así, les aseguro que se la daremos, pero para ello, deben tener una razón válida...— Hablé por primera vez desde que nos habían citado, mi tono desafiante, tratando de hacerles ver que no toleraría que nos trataran como tontos.
El silencio que siguió fue tenso. No podía dejar de pensar en lo que estaba ocurriendo. ¿De verdad querían empezar una guerra por algo tan insignificante? Mi paciencia se desbordaba poco a poco, pero no podía perder la calma. No aún.
Fue entonces cuando una voz retumbó en mi cabeza, perturbando mi concentración.
—Está en problemas—, dijo Roderick, y su tono era inquietante, como si hubiera algo serio en camino.
—¿De qué hablas? ¿Quién está en problemas?— Preguntó Rusther, claramente confundido, su voz sonaba intrigada, y me hizo girar un poco más hacia él, esperando que Roderick aclarara su comentario.
—Revisen sus teléfonos...— Respondió Roderick con rapidez, como si no hubiera tiempo que perder. Algo en su tono me hizo tensarme aún más. Los demás no lo sabían, pero yo sentía una punzada en el estómago. No podía ignorar la sensación de que algo no estaba bien.
Mientras las personas frente a nosotros continuaban hablando, gruñendo, y amenazando, yo estaba distraído, con la mente llena de dudas. Saqué mi teléfono de mi pantalón, ignorando a los que nos observaban y gruñían, y me sumergí en lo que Roderick me había sugerido. Mi garganta se tensó al ver la cantidad de mensajes de Ahsly, tantos que sentí un nudo de ansiedad al instante. Mi pulso se aceleró cuando los vi: mensajes de Ahsly, tanto en mi buzón privado como en el grupo.
Lindura
Rasher, ¿Dónde están?
(08:47 am)
Los he estado buscando desde hace rato
(08:52 am)
Rasher
(09:03 am)
En serio no los encuentro...
(09:12 am)
¿Podrías decirme dónde están?, por favor
(10:31 am)
Estoy en la biblioteca
(10:43 am)
¿Cómo se abre ese cuarto?
(10:43 am)
No están ahí
(10:57 am)
Los necesito
(11:03 am)
La incomodidad que sentí al leer cada mensaje me recorrió de pies a cabeza. Mi mente comenzó a correr, pensamientos inconexos formándose rápidamente, mientras mis manos temblaban ligeramente.
Salí de su chat y miré el grupo. Había casi doscientos mensajes solo de ella, y eran prácticamente los mismos que me había mandado. No pude evitar un sentimiento de culpa que me nubló por un momento. ¿Por qué no me di cuenta antes? ¿Por qué no estábamos allí para ella?
Crazy for you
Lindura
Los necesito ahora, por favor
(11:23 am)
El último mensaje de Ahsly me dio un escalofrío. El sonido de un cristal quebrándose me sacó de mis pensamientos, y voltee de inmediato, buscando la fuente del ruido. Mis ojos se fijaron en Rusther. Con un gesto brusco, había roto su teléfono con la mano. El líquido carmesí se deslizaba por su piel, cayendo al suelo. El impacto de lo que acababa de suceder me golpeó como un puño en el estómago. La preocupación me invadió, y una punzada de miedo se instaló en mi pecho. ¿Qué había pasado? ¿Por qué él rompió el teléfono? ¿Qué estaba pasando con Ahsly?
Mi mente ya no era capaz de procesar con claridad.
—Lo lamento decirlo, pero ha surgido algo más importante y tenemos que irnos—, dije a duras penas a los lobos frente a nosotros. Mi voz estaba llena de frustración. Randi tenía un tic nervioso en su ojo derecho, apretando su teléfono con tanta fuerza que parecía que el aparato iba a romperse. Si seguía así, acabaría igual que el teléfono de Rusther.
—¿Co... cómo es que...—, empezó a preguntar Ethan, pero su tono ya no era el mismo. Había cambiado, ahora estaba preocupado, confundido. Pero antes de que pudiera continuar, Roderick lo interrumpió de inmediato. Su tono, de preocupación, pasó a uno de pura molestia en cuestión de segundos.
—Si no quieres que la maldita guerra empiece por que te arranque la cabeza, será mejor que te calles y te amargues de una puta vez—, dijo Roderick con un tono cortante, sin paciencia. Yo también sentía lo mismo. Si no hubiera sido por esta estúpida "reunión", habríamos visto los mensajes de Ahsly mucho antes y ya estaríamos en camino hacia ella, asegurándonos de que estuviera a salvo.
—Vamos—, les dije a los otros, ya demasiado harto de toda esta situación. Guardé mi teléfono de nuevo en el bolsillo, y sin esperar más, los cuatro corrimos rápidamente, alejándonos de los lobos que aún nos miraban sorprendidos, sus gruñidos resonando detrás de nosotros.