Dimitri Rinaldi
—Te hacía vacacionando en Nápoles. Que te trae por aquí? —indaga el Diablo al verme entrar inesperadamente a su oficina
—Justo vengo a hablar de eso, tengo una petición que hacerle, señor —voy directo al grano
—Te escucho —suelta los documentos en sus manos y me presta toda su atención
—Necesito que me entregue el control total de ese territorio —mi petición más que sorprenderle, le saca una sonrisa diabólica que resuena en todo el lugar
—Que piensas hacer con Giulio Manssini? —menciona al jefe actual de Nápoles.
—Eso lo dejo en sus manos —simplifico y vuelve a sonreír
—Vaya sorpresa! Dimitri interesado en algo! —ironiza.
—Solo usted conoce mis razones.
—Me gusta este Dimitri reformado —no sé si se está burlando de mí, pero una cosa es clara y es que disfruta verme desesperado.
—Entonces cuento con su apoyo? —inquiero esperando una respuesta positiva
—Sabes que cuentas conmigo, Dimitri. Hoy mismo reorganizó a mi gente —concede sin problemas y por alguna razón siento que estoy cavando mi propia tumba
—Gracias, señor —levantó mi trasero estando satisfecho de contar con su ayuda —. Disculpe haber llegado sin avisar, sucedieron algunos imprevistos y no tuve tiempo de comunicarme.
—Soy todo oídos —espera interesado que le cuente el imprevisto.
—Es algo sin importancia. No le quito más su tiempo —evado el tema buscando la salida
—Jared, noo. Basta! —gritos de la empleada y un alboroto al otro lado de la habitación detienen mis pasos.
—Señor, qué está pasando? —le pregunto al Diablo quien únicamente me observa divertido.
—Solo están jugando, no les prestes atención —responde realmente despreocupado.
Los alaridos se intensifican y me obligan a reaccionar. Entro en la habitación contigua encontrando al pequeño diablillo golpeando el teléfono de la empleada con un pequeño bate de aluminio
—Jared, es suficiente —le quito el objeto de las manos consiguiendo que arme un berrinche en el piso
—Tío, malvado! Tío, malvado! —me acusa furioso
—Si no te comporta, tío no te llevara otra vez a los combates en vivo —con esas simples palabras recuperar la cordura
—Podrías llevarme hoy? —dulcifica su vocecita
—Lo haré cuando aprendas a respetar a tu nana —su rostro ilusionado se contrae en desacuerdo
—Ella me obliga a comer verduras —apunta enfurruñado a la mujer que lo cuida desde que nació
—Las verduras son saludables, si te dice que las comas es por tu bienestar —aclaro y se cruza de brazos al no tener argumentos —. Ve y pídele una disculpa —le ordenó a lo que se niega
—Pequeño, Jared —la empleada de unos cincuenta años se le acerca y acaricia con cariño su cabello negro como la noche
—Vamos, pídele una disculpa —presiono
—Disculpa, nana —lo dice tan bajo que apenas y se escucha.
Es tan orgulloso como su padre.
La mujer acepta las disculpas antes de darle un abrazo que no rechaza.
—Cumplirás tu promesa? —me pregunta el pequeño travieso, observándome con sus intimidantes ojos gris avellana
—Reunirás de tu mesada y le comprarás un nuevo móvil a tu nana, ella me mantendrá informado de tu comportamiento, si mejora prometo llevarte a la fortaleza del escuadrón de la muerte —su mirada se expande en sorpresa
—Pero mamá prohibió llevarme a ese lugar —confiesa escéptico
—Tu nana y yo guardaremos el secreto de tu madre —le guiño y me sonríe en complicidad
Salgo de la habitación y me encuentro al padre del pequeño esperando para disparar su lengua afilada
—Pudiste ponerle un alto a mi diablillo, bravo por eso —aplaude tres veces —. Sin duda serás un excelente padre —su elogió tiene su toque mordaz
—Puedo darle una clase cuando usted lo requiera, señor —le sigo la corriente
—Lo tendré en cuenta, aunque posiblemente ya no tendrás tiempo para eso —me recuerda el lío en el que me he metido.
—Ya veremos. Ahora sí, me retiro —busco la salida y nuevamente escucho su voz
—Si necesitas encender el país por defender lo tuyo, no olvides que cuentas conmigo, Dimitri —afirma y sé que habla muy en serio
El Diablo ha sido la única persona en quien he confiado ciegamente. Más que un jefe es mi familia más cercana. Aunque no tengamos lazos de sangre, existen cosas más poderosas que nos une. Como la lealtad. Le debo la vida y lo que soy, sin él posiblemente ya no existiría en este mundo.
(***)
Devora Agazzi
Muevo mi cuerpo de un lado a otro para controlar la ansiedad que cargo en tanto espero confirmación por parte de la aerolínea
La cara de tragedia de mis amigas y las personas a mi alrededor no ayudan en nada y el que kilyan no pare de llorar me pone en peor estado.
—Familiares de los pasajeros del vuelo BW576 con destino a Londres, por favor reúnanse en sala de espera —el sonido en los altavoces resuenan por todo el lugar
Todos los que esperan noticias de sus seres queridos se mueven con angustia hacia la zona que nos indican, mis amigas me quitan a kilyan para tranquilizarlo en tanto yo escucho aterrada la información que nos da el encargado de la aerolínea.
—El vuelo BW576 salió de Roma con destino a Londres a la hora establecida, no hubo ningún problema en su salida, sin embargo, una hora después, torre de control dejo de recibir señal de su ubicación. Nuestros expertos están investigando que está pasando, no podemos dar una respuesta concreta. Ya comenzamos a rastrear toda la zona donde perdimos la señal, por favor, guarde la calma, vayan a sus hogares y cualquier información se la haremos saber.
Las personas protestan en inconformidad, nadie quiere moverse del lugar hasta tener noticias de sus familiares, las horas pasan y no hay respuestas de ningún tipo, le marco una y otra vez a mis padres teniendo la esperanza de que respondan sus teléfonos, pero todo es en vano, mis llamadas son desviadas a buzón
—No quiero sonar insensible, pero el pequeño necesita un baño y descansar — Vicki intenta convencerme de ir a casa
—Si te parece bien, yo me quedaré atenta a cualquier noticia —la apoya Nathaly
Miro a mi pequeño dormido en los brazos de Amalia y en contra de mi voluntad decido abandonar el sitio
—Vamos, esperemos en casa hasta tener noticias —musito derrotada
Recibo un abrazo consolador de Vicki que termina de quebrarme por completo
—Si algo llega a pasarle a mis padres, no sé que voy a hacer —rompo a llorar sacando lo que tengo atorado en mi interior
—De seguro el avión tuvo una falla mecánica y aterrizaron de emergencia en algún lugar —deduce mi amiga para tranquilizarme
Amalia y Nathaly también me alientan con palabras positivas que me trasmiten seguridad. Al llegar a casa atiendo a mi bebé y permanezco atenta al teléfono toda la noche, la cual se me hace larga
Dormiteo por cortos periodos y tomo café como una adicta en compañía de mis fieles amigas. Se llega la mañana y no hay ninguna noticia.
Mis pensamientos se vuelven un caos, comenzando a especular sobre lo que pudo haber sucedido y todo termina en tragedia.
Mi hijo me exige atención y se la doy tratando de no transmitirle mi mala vibra.
Al finalizar el día recibo la llamada tan esperada que solo deja más preguntas que respuesta.
Aún no hay rastros del avión.
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Días después
La búsqueda del avión continúa y mis amigas retrasaron su regreso a Sicilia pidiendo plazo en sus respectivos empleos para estar conmigo.
Depender de su tiempo me hacía sentir peor, por esa razón les supliqué que fueran a cumplir con sus labores y accedieron con la condición de mantenerlas informada de cualquier noticia sobre mis padres.
En este momento me encuentro saliendo de la estación de policía sin respuestas congruente, el caso es una incógnita, los radares de los grupos de rescate en la región montañosa donde desapareció el avión no ha detectado ningún indicio de accidente hasta ahora. Es como si la aeronave se la hubiese tragado la tierra.
Suspiró agotada mental y físicamente, en tanto ajusto el cinturón de seguridad de mi hijo kilyan. Tomo el volante del vehículo y me quedo mirando la nada por el retrovisor notando un individuo sospechoso recostado en una motocicleta deportiva detrás de mí.
Mi sexto sentido se activa obligándome a encender el auto. La figura con pasamontañas se coloca un casco que lleva entre sus manos y luego se sube a la motocicleta.
Entro en pánico, observo a mi hijo dormido en su portabebés y solo pienso en resguardar su vida. Suelto el freno de mano y aprieto el acelerador importándome un carajo las señales de tránsito. Conduzco como lunática por la avenida hasta llegar a mi casa en donde encuentro refugio.
Me encierro con kilyan asegurando puertas y ventanas, las cámaras de vigilancia instalada en la entrada no muestras nada fuera de lo normal.
Cuestionó mi estabilidad mental, culpando al cansancio y la falta de apetito. Optó por darme una ducha con agua tibia buscando aclarar mi mente, sin embargo sucede todo lo contrario, ya que terminó sollozando atemorizada en el piso del baño.
Escucho que algo se estrella en la cocina volviendo a prender mis alarmas. Salgo del baño apenas cubierta por una toalla en búsqueda de mi hijo con un mal presentimiento instalado en mi pecho.
—Kilyan —reviso su cuna encontrándola vacía —. Kilyan —corro petrificada fuera de la habitación y en mi desesperación choco de frente con una figura encapuchada.
—No se mueva —entona amenazante el invasor a la par que me apunta con un arma
—Quien eres? Que quieres? Donde esta mi hijo? —grito envuelta en pánico
—Haga silencio, suba las manos y arrodíllese—ordena
—Que ha hecho con mi hijo, kilyan? —ignoro lo que me pide alcanzando un jarrón antiguo del esquinero en defensa.
—Siga mis instrucciones y le aseguro que verá a su hijo —afirma dando un paso hacia mi
—Deténgase —lo apunto con el jarrón —. Si se me acerca le romperé esto en la cabeza.
—No sea absurda. Acaso cree que un jarrón detendrá una de mis balas —el arma de alto calibre entre sus manos me recuerda que tengo todas las de perder
—Yo.. —mis labios tiemblan de la importancia—. Por favor, no le haga daño a mi bebé, solo tiene cuatro meses, es un ser indefenso —suplico bajando las manos en señal de rendición.
—Su hijo es la razón por la que me enviaron a este lugar —confiesa desarmándome en un ágil movimiento.
Intento replicar en búsqueda de una explicación, pero un pañuelo en mi rostro me nubla la conciencia.