Capítulo 9

Dimitri Rinaldi

En medio de mi inconsciencia siento un líquido viscoso correr desde mi nariz hacia mi mejilla y detenerse en mi oreja, lentamente abro los ojos encontrando a un Kylian lleno de baba sobre mi pecho.

—Que pretendes, pequeño? —sonríe con travesura mostrándome su encía.

Le devuelvo la sonrisa recordando que anoche lo traje a mi habitación y me quedé contemplando su calma mientras dormía hasta casi el amanecer.

—Tienes hambre?

—Brrrr! —hace burbujas con su baba en respuesta

—Tomaré eso como un sí—me levanto para llevarlo hacia el baño —. Pero antes, debes lavarte porque apestas

Lleno la tina con agua a temperatura cálida y me deshago de su pañal sucio. Jamás he bañado a un niño, por lo que fracasó en el intento, ya que termino todo mojado

Por suerte el pequeño colabora divirtiéndose con la espuma en el agua dándome la oportunidad de lavar su cabello y talla su cuerpo.

Al salir del baño busco un tutorial en internet sobre como poner pañales que me es de utilidad, colocarle ropa limpia se vuelve todo un reto, pero luego de varios intentos lo consigo. Una vez limpio y arreglado dejo que vea dibujos animados, mientras le preparo algo de comer.

No suelo cocinar mis propios alimentos, pero hoy haré una excepción porque me place. No tengo idea de lo que comen los bebés de su edad por lo que, me las ingenio con un desayuno nutritivo a base de frutas y cereales

Mientras batallo por darle papilla al pequeño berrinchudo, me comunico con mi asistente exigiéndole que me envíe por correo un catálogo de productos para bebés.

—Catálogo de bebés? Es un chiste? —cuestiona notoriamente desconcertada.

—Tengo pinta de payaso, Sarah? —me irrita su insolencia

—Tienes todo, menos cara de payaso, cariño.

—Es bueno saberlo —dramatizo —. Si te estoy ordenando que me consigas un maldito catálogo de bebés, es porque lo necesito y punto.

—Entiendo cariño, no te alteres, solo tengo curiosidad por saber qué harás con algo así?

—No estoy obligado a responderte, pero como estoy de ánimos y sé que no dejaras de meter tus narices donde nadie te llaman, te lo diré. El catálogo es para comprarle cosas a mi hijo.

—Tú qué? —se escucha conmocionada

—Lo que escuchaste. Tu grandiosa idea de esconder mis preservativos género que preñara a una extraña.

—Imposible —le cuesta asimilar la noticia

—Tu deseo por volverme padre se volvió realidad, felicidades —ironizo

—Como sabes que es tuyo? Esa mujer pudo haberte engañado.

—Con solo mirarlo se evidencia que es mío.

—Aun así, debes hacerle una prueba de paternidad para confirmarlo.

—Deja de decir estupideces y ocúpate de cumplir mis órdenes que para eso te pago—le corto antes de que me arruine la mañana con más de su idiotez

Termino de darle el desayuno a Kylian y lo llevo conmigo hacia la reunión con mis abogados

El próximo paso es darle mi apellido, por lo que agilizo el trámite sin consultarle a la madre. Luego de mucha reflexión he decidido ser diferente a mis padres. Quiero reconocer a mi hijo y formar parte de su vida.

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Devora Agazzi

Siento la tensión del estilista que me maquilla. El arma que lo apuntan evidencia que no se encuentra en este lugar por decisión propia

—Si sales ileso de este lugar, por favor, da aviso a las autoridades de que me tienen secuestrada junto a mi hijo —susurro bajo para que el guardia no escuché

—Clama a Dios para que salga ileso —musita el hombre en respuesta —. He terminado —se dirige al matón que lo vigila con cara de pocos amigos.

—Camina —el guardia lo arrastra hacia la salida —. Si llegas a abrir tu bocotá, yo mismo me encargaré de buscarte y volverte un colador con mi arma —escucho que lo amenaza.

Logro ver la cara pálida del estilista antes de abandonar la habitación, lo que me indica que no contaré con su ayuda.

Me quedo mirando mi reflejo en el espejo aceptando que mis padres no están para socorrerme como siempre y que solo me tengo a mi misma. No puedo seguir siendo la misma cobarde de siempre, ahora tengo un hijo por quién luchar.

La puerta vuelve a abrirse y está vez entra un tipo alto, delgado, con la cabeza rapada.

—El señor la espera —anuncia con voz calmada.

Abre paso para mí y avanzó con el corazón acelerado por la incertidumbre de lo que me espera.

—Gire a la derecha —me direcciona por un largo pasillo hasta llegar a un camino empedrado que me dificulta la marcha por los tacones altos que cargo —. Espere aquí —indica y obedezco

En la distancia un auto de lujo se acerca deteniéndose a unos pasos de mí, la ventanilla baja lentamente mostrándome la tentación misma hecha hombre.

—Sube —ordena inexpresivo el vikingo odioso

Su peón abre la puerta del vehículo para mí y subo sintiéndome insegura de estar en un espacio tan reducido con su aura dominante.

No habla en todo el recorrido y yo me siento demasiado ansiosa para sacarle conversación, paramos en un terreno abierto donde nos espera un jet privado que nos traslada hacia otra ciudad.

En la pista donde aterrizamos, un gorila le entrega las llaves de otro auto de lujo que me hace pensar lo millonario que debe ser este hombre.

Pone en marcha el nuevo auto concentrándose en conducir mientras yo más relajada detallo su complexión por el rabillo del ojo.

Usa un traje negro hecho a medidas que se amolda a su imagen de adonis.

Eso me recuerda que mi hijo tiene sus genes y posiblemente será así de atractivo cuando sea un adulto, tendré que ahuyentar las hienas que quieran acercar para alejarlo de mí cuando eso ocurra.

—Como está mi bebé? —rompo el silencio queriendo saber cómo se encuentra Kylian

—Llora para manipular a todos, odia las verduras, babea todo a su paso, está obsesionado con la caricatura de una cerda que habla como retrasada, utiliza a dos de mis mejores soldados como sus juguetes y le gusta dormirse sobre mi pecho. A esta hora debe estar dándole problemas a mi personal de confianza —expone con detalle, lo que me deja estupefacta.